Museo de Ferrante Imperato en Nápoles, 1599

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Museo de Ferrante Imperato en Nápoles, 1599. Tomada de: JARDINE, N., SECORD, J. A., SPARY, E. C. (eds.), Cultures of Natural History, Cambridge, Cambridge University Press, p. 69.

 

“Cajón para transportar semillas en germinación y árboles pequeños”

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“Cajón para transportar semillas en germinación y árboles pequeños”. Tomado de Instrucción sobre el modo más seguro y económico de transportar plantas vivas, de Casimiro Gómez Ortega, Madrid, 1779.

 

Jardín del Rey o Jardín Real de París.

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Jardín del Rey o Jardín Real de París. Tomada de: JARDINE, N., SECORD, J. A., SPARY, E. C. (eds.), Cultures of Natural History, Cambridge, Cambridge University Press, p. 49.

Historia Natural y política: conocimientos y representaciones de la naturaleza americana

— MAURICIO NIETO

INTRODUCCIÓN

La necesidad de ordenar la naturaleza y clasificar todos sus objetos ha sido siempre una empresa en estrecha relación con los procesos de conquista y expansión imperial.

Todo proyecto político de expansión y dominio requiere de mecanismos de apropiación de lo desconocido y de estrategias para incorporar lo extraño dentro de marcos de referencia familiares. La construcción de un imperio o una nación supone una intensa actividad científica que haga posible ordenar la naturaleza y la sociedad. Por lo tanto, la Historia Natural y la política deben ser consideradas expresiones de un mismo propósito de control y dominio.

La presente exposición quiere hacer un recorrido histórico, y con algunos ejemplos mostrar de qué manera la naturaleza y su control deben ser parte esencial de la historia política tanto de la Europa moderna como de las jóvenes naciones americanas. En el siglo XVI encontramos que los exploradores europeos se sorprenden con la naturaleza americana y buscan asimilarla a lo conocido, a la naturaleza y a la cultura europea. Sin embargo, la geografía del Nuevo Mundo se sigue asociando con los imaginarios clásicos de las antípodas y con la existencia de criaturas fantásticas.

Tanto para Colón, como para los exploradores y naturalistas del siglo XVI, la naturaleza americana resulta sorprendente, mezcla lo monstruoso con lo maravilloso, y si bien reproduce las criaturas de Historia Natural de las autoridades clásicas, también desafía estos textos, buscando maneras particulares de asimilar a partir de lo conocido las nuevas plantas y los nuevos animales.

Ya para el siglo XVIII, los exploradores europeos expresan con orgullo la instauración de un orden universal de la naturaleza. Esta pretensión de universalidad de la ciencia europea fue posible en la medida en que las complejas tradiciones y saberes de las culturas americanas fueron silenciados o traducidos. De la misma manera, la comprensión europea del Nuevo Mundo tiene sus bases en una densa red de personas e instituciones. El proyecto totalizador de catalogar el mundo incluye el difícil trabajo de movilizar la naturaleza desde lugares remotos a grandes centros de acopio. En el siglo XVIII, los museos de Historia Natural y los jardines botánicos se convirtieron en importantes símbolos de poder imperial y prosperidad que acumularon y se apropiaron de objetos naturales. Sin embargo, el mundo natural no se puede extraer fácilmente de su lugar: las islas, los continentes, las montañas, las plantas o los animales no se pueden llevar de un lugar a otro. Para esto fue necesario el desarrollo de sofisticadas formas de representación y clasificación. Para que la naturaleza del Nuevo Mundo pudiera ser parte de Europa se requirió de ciencia, es decir, de formas de representación, clasificación y denominación.

La Historia Natural es inseparable del acto de nombrar o re-nombrar que como el bautismo es una forma de inclusión dentro de un orden y de creación de vínculos. Los nombres de los lugares y las cosas hacen parte de la identidad de quienes habitan la tierra, dar un nombre nuevo es un acto de posesión y eliminar un nombre es un acto de despojo que ha sido ampliamente documentado en la historia de la colonización. La exposición muestra cómo los esfuerzos por comprender la naturaleza del Nuevo Mundo implicaron ciertos actos recurrentes, como el acto de nombrar, el de traducir los conocimientos nativos y el de transportar ejemplares y representaciones de la naturaleza americana a los grandes centros de acopio de información dentro del continente europeo.

La Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada de José Celestino Mutis hizo parte de un gran proyecto de apropiación y control imperial propio de la Ilustración europea y tuvo un impacto definitivo en la historia de Colombia. El bicentenario de la muerte de Mutis es un buen momento para reflexionar sobre las relaciones entre naturaleza y sociedad, y sobre el papel que han jugado las ciencias naturales en la historia de Colombia y América.

Un selectivo y necesariamente fragmentado recorrido por las distintas miradas de la naturaleza americana desde el primer encuentro de Europa con el Nuevo Mundo hasta los inicios de la historia nacional en el siglo XIX sirve de escenario para ver y escuchar otras voces. El conocimiento de la naturaleza suele identificarse con tradiciones europeas y no es suficiente limitarse a señalar que los viajeros siempre se nutrieron y actuaron como traductores de conocimientos nativos. La exposición quiere también hacer visible la riqueza y complejidad de los conocimientos de los americanos.

Historia Natural y política
incluye documentos, libros e imágenes históricas, y entra en diálogo con otros dos componentes: una serie de imágenes botánicas realizadas por Abel Rodríguez, indígena nonuya —quien en una especie de contraexpedición botánica realiza la descripción gráfica de cientos de plantas incluyendo anotaciones sobre su uso cultural— y con obras de arte contemporáneo, en su mayoría pertenecientes a la Colección de Arte del Banco de la República.

El tema botánico ha formado parte del imaginario artístico en Colombia con especial intensidad en la última década. Es posible que la aproximación tangencial del arte a la realidad permita re-potenciar algunos temas que —al ser tratados de manera cotidiana por la prensa — han cesado de ser mirados con interés. La exposición incluye obras en las cuales hay una reflexión sobre la Historia Natural en relación con aspectos como la segregación racial, el conflicto armado y el narcotráfico.

Tanto el arte como la historia, por caminos en apariencia distintos, se ocupan de temas comunes. Su encuentro, en este caso, enriquece. Nos permite ver mejor que el conocimiento, la política y la estética no son espacios independientes.