ENTREVISTA

El giro de Las Cortinas de baño - Entrevista retrospectiva de María Wills

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MW: Volviendo a tu obra, ¿qué sucedió entonces en los años ochenta?

OM: Como te decía, esa crisis me llevó a una época de introspección, investigación y, por supuesto, experimentación. Me interesaba la imagen que se sitúa en un lugar entre su materialización y su desmaterialización. Recuerdo los dibujos que mostré en la exposición que organizó Miguel González: inicialmente eran muy oscuros y cargados de materia de carbón, ahora se empezaron a volver blancos. Los lugares y las cosas desaparecían por el resplandor.

MW: De la sombra pasaste a la luz extrema.

OM: Sí, entra mucha luz, son unos baños blancos, húmedos y vaporosos.

MW: Tu obra se va volviendo un poco abstracta y es además en ese momento que empiezas a desintegrar los soportes y dejas tu trabajo bidimensional.

OM: Sí, mis dibujos se empiezan a evaporar, a desdibujar, en un intento por transformar la materialidad, por buscar más la sensación que la presencia. De allí paso a hacer las Cortinas de baño. Pero este fue un desarrollo muy complejo. Parece sencillo, pero ese paso de abandonar el soporte que venía trabajando por años fue una investigación difícil.

Tuve que hacer una cantidad de experimentos, algunos muy desafortunados. Fue un proceso interno muy fuerte. Tal vez una constante de mis procesos ha sido que aunque cambie de materiales y experimente con otros nuevos, sigo haciendo lo mismo, son las mismas preocupaciones fundamentales. Creo que solo así se puede lograr una cierta consistencia e intensidad, persistiendo en una idea, el ensayo y el experimento funcionan si responden a esa indagación.

MW: Los mismos intereses van transformándose, pero siempre manteniendo una coherencia.

OM: Es que volver a hacerlo siempre será distinto y con nuevas aperturas, puede haber muchas fluctuaciones, cambios, muchas idas y venidas, pasos en falso, pero de todas maneras cada vez que me pregunto qué es lo que quiero hacer, vuelvo a la cuestión básica, siempre.

MW: ¿Cuál es esa cuestión básica? ¿Cuál es ese eje en tu obra?

OM: No veo mi proceso como una línea hacia adelante. Lo veo como una serie de rodeos donde todo vuelve y a lo mejor se parece, pero no es igual. Hay varios intereses que van y regresan en mis obras. Por ejemplo, ahora mis últimos trabajos, Impresiones débiles, en donde hago serigrafías con polvo de carbón de imágenes de prensa, se me parecen a los Tiznados que hice después de las cortinas en los ochenta y que eran muy blancos y la materia del polvo del carbón era protagónica.

Me interesa el instante y los procesos que se dan para que una imagen pueda consolidarse, o no, en la memoria.

MW: ¿Cómo se te ocurrió hacer una Cortina de baño?

OM: En la época dibujaba series en interiores y en baños. Quería dibujar una cortina de baño sobre papel. Había una cortina en mi casa y tenía una ventana detrás, la luz pasaba produciendo un efecto fantasmal muy especial y parecido a lo que venía haciendo sobre los soportes de papel, me interesé por el plástico y por la manera como respondía a la humedad, se formaban gotas que permanecían allí y dejaban sus rastros cuando se secaban. Decidí ensayar entonces otro tipo de dibujo contando con esas características especiales del plástico.

MW: Desde ahí el agua ha sido protagonista de tus dibujos.

OM: Para mí trabajar con el agua era lo mismo, esto no puede entenderse como una retirada del dibujo, me parece que son igual dibujos, pienso que por esa transparencia se acercarían más a la gráfica y al dibujo que a la pintura.

MW: Pero la línea empieza a diluirse, borras lo rígido del medio, es como si el dibujo pasara por un proceso físico que tuviese que ver con la temperatura, el clima y la humedad de Cali. Se podría decir que con tus dibujos iniciales mostrabas una realidad social, y a través de ella exploraste con la representación de la luz y la sombra, pero de pronto, cuando ya pasas a las Cortinas, el agua dibuja, pero desintegra. ¿Esto tiene mucho que ver con el ambiente, con los fenómenos climáticos del trópico Pacífico?

OM: Sí, ahora creo que tiene que ver con esa idea que tengo de la atmósfera de Cali. Eso es determinante junto con la cuestión de la luz, digamos esa cosa borrosa del aire cargado de humedad, esos cielos blancos y opalescentes. La calina o calima —muy de aquí este nombre— es una bruma de humedad con una densidad menor a la niebla, pero afecta la visibilidad. En alguna parte dije hace mucho que hay una hora del día en Cali en que las personas parecerían desmoronarse.

MW: El tema urbano también conecta varias de tus obras de diversas épocas e incluso conecta tu trabajo con el de tus contemporáneos, los otros artistas mencionados, los cineastas o incluso con la obra de Andrés Caicedo.

OM: Sí, aparece la ciudad como fenómeno protagónico, con sus colores, climas y materiales, una explosión de nuevas imágenes, nuevas texturas, por supuesto se evidencia la cantidad de problemáticas sociales que trae el fenómeno del crecimiento desaforado de la ciudad. Esta es la materia referencial del momento para la fotografía, el cine y los artistas. Por supuesto, todos los que trabajábamos el realismo y el paisaje urbano nos interesamos por ello. Estoy hablando de los años setenta, no fue cuestión de que nos pusiéramos de acuerdo, pero en ese momento había varios artistas en Medellín, en Barranquilla coincidiendo en intereses por esas nuevas particularidades y problemáticas.

MW: Había expectativas muy grandes de Cali; Ciudad de América, era la campaña de los Juegos Panamericanos.

OM: Se dieron además unas circunstancias en Cali, impulsadas por campañas con eslóganes como "capital deportiva de América", "sucursal del cielo", "sultana del Valle". Había un optimismo muy ingenuo, se decía: ahora sí Cali va a ser la verraquera de ciudad, una maravilla de metrópoli.

Hay que decir, sin embargo, que confluían entonces centros importantes: estaban el Museo La Tertulia, el Teatro Experimental de Cali, TEC, el Centro de Estudios Psicoanalíticos, como mencioné antes estaba Ciudad Solar, si no estoy mal el primer lugar estructurado como con espacio independiente; el momento a lo mejor sí era potente…

MW: Además, estaba ese ambiente de colaboración, de trabajo colectivo, ¿quépasó con esa energía?

OM: Durante los años ochenta, como veníamos hablando, llega una década de quiebre y de crisis. Se acaba la fiesta y entonces viene la resaca. En Cali por lo menos, de alguna manera desintegró al grupo que se había formado sin proponérnoslo; cada uno regresó a su taller a trabajar de manera individual en supropio proceso.