Colonia

“El Rey nuestro Señor, Don Fernando VII, y en su real nombre la Junta Suprema Central Gubernativa del Reino, considerando que los vastos y preciosos dominios que la España posee en las Indias no son propiamente colonias o factorías como los de otras naciones, sino una parte esencial e integrante de la Monarquía española…”.

Real orden de la Junta Suprema Central Gubernativa del Reino organizando la representación de los dominios de las Indias en ella
22 de enero de 1809

“En consecuencia de lo que expuso aquel supremo tribunal, se expidió la real orden de 22 de enero del corriente año en que, considerando vuestra majestad que los vastos y preciosos dominios de América no son colonias o factorías, como las de otras naciones, sino una parte esencial e integrante de la monarquía española…”.

Camilo Torres
Representación del Cabildo de Santafé capital del Nuevo Reino de Granada, a la Suprema Junta Central de España.
(Conocido como Memorial de Agravios) 20 de noviembre de 1809

“La América no se reputa ya por unas colonias de esclavos, condenadas siempre al trabajo: se la abren las puertas, se la declara parte integrante del Estado y se le va a dar el lugar distinguido que le corresponde. Ahora es, pues, el tiempo más oportuno de cimentar nuestra felicidad, tenemos voz en Cortes y podemos por lo mismo solicitar el remedio de nuestras necesidades”.

Ignacio de Herrera y Vergara
Reflexiones que hace un americano imparcial al diputado de este Reino de Granada para que las tenga presentes en su delicada misión
1 de septiembre de 1809

Colonialismo A fines del siglo XVIII el término colonialismo comenzó a adquirir una connotación negativa. Las primeras veces que se utilizó desde la perspectiva de la América española fue en las quejas de las elites criollas que cuestionaron los intereses de centralización política y explotación mercantil de los Borbones, en el contexto de una creciente tendencia al libre comercio en el Atlántico. Luego, durante la invasión napoleónica de la península, los mismos criollos denunciaron la desproporción en la representación de América en las cortes, con mayoría de peninsulares. En una época en que se valoraba la participación política, el espacio mínimo que se otorgó a las Américas reflejaba una injusta y desigual relación de poder.

Los territorios americanos, “Las Indias”, se habían integrado a la Monarquía como reinos y no como colonias. Y la relativa calma que perduró durante tres siglos dentro de la misma revela que, políticamente, el mundo hispano era estable. Esto nos obliga a pensar la historia de la Monarquía por fuera de supuestos (contemporáneos) de dominación, que le adjudican a la variedad de súbditos americanos una constante o natural pretensión “anticolonial”. Así pues, si utilizamos el concepto de “colonial” o “historia colonial” para demarcar el periodo durante el cual América y España estuvieron vinculadas dentro de una misma estructura monárquica o imperio, es necesario evadir perspectivas teleológicas que impiden comprender cómo se producían las identidades imperiales hispanas.

Los movimientos independentistas hispanoamericanos reinventaron el pasado negativamente y aprovecharon el potencial revolucionario del anticolonialismo en una época de rápido cambio político y volatilidad simbólica. Paradójicamente, al inventar las estructuras políticas y legales nacionales, las elites vencedoras revelaron ser portadoras del impulso centralista y colonialista (a menor escala) que le habían cuestionado a la Madre España.

Marcela Echeverri
Historiadora
2010

Las definiciones con este simbolo fueron escritas especialmete para esta publicación.