1819
Sermones: lo sagrado y la historia

Los curas fueron personajes clave en la transición de la alianza colonial Dios-rey a la nueva alianza republicana Dios-pueblo necesaria para que la Independencia no fuera entendida como una separación de Dios y de la Iglesia.

En el orden colonial la legitimidad del poder se basaba en la relación entre las dos majestades: el rey y Dios, el llamado derecho divino de los reyes. Al plantear una ruptura con el rey, el nuevo gobierno parecía estar en contra de Dios. Aunque muchos sacerdotes habían participado en las juntas y en procesiones, se habían celebrado Tedeum y las imágenes religiosas habían acompañado a los ejércitos patriotas, la prédica de muchos obispos y curas insistía en que la separación del rey iba en contra de la voluntad divina y sus seguidores se condenarían.

El 26 de diciembre de 1819 el vicepresidente Santander expidió un decreto que ordenaba a todos los curas exhortar a sus vecinos haciéndoles ver que el sistema de la Independencia era conforme a la doctrina de Jesucristo y, por consiguiente, que no eran herejes los que lo siguieran.

Con ello buscaba legitimar la Independencia y a los nuevos gobernantes y, sobre todo, eliminar el posible conflicto entre la lealtad a Dios y la deslealtad al rey. El decreto fue una de las formas que el general Santander encontró para tratar de contrarrestar la evidente crisis del sentido de la autoridad y de la obediencia, tanto como el gran temor a que los cambios de orden conllevaran una pérdida de valores.

Algunos se habían atrincherado en la defensa de la monarquía, sosteniendo el derecho divino de los reyes y la obligación de los cristianos de obedecerles. Otros habían acompañado a sus feligreses en muchas jornadas en pro de la Independencia desde el 20 de julio. Estos tenían el reto de desacralizar la obediencia al rey y demostrar la alianza entre Dios, el pueblo y la república. Combinar las nuevas ideas con los principios de la fe era precisamente la clave del nuevo discurso. Los curas se dedicaron en sus sermones a reinscribir los acontecimientos recientes en la Historia de la Salvación para darles sentido y, al mismo tiempo, salvar a la Iglesia de caer junto con la monarquía. La retórica del sermón ayudó a reinscribir el mundo distinto en que vivían los feligreses después de declarada la Independencia, en una historia mayor en la que para los creyentes recupera sentido.

Para obedecer a Santander, los curas se centraron en variados argumentos: recurrieron al Antiguo Testamento para demostrar que Dios amaba a los pueblos y aborrecía a los reyes que privaban a los hombres de la libertad con que habían sido creados; al derecho natural para defender que la soberanía residía en los pueblos y les daba derecho a derrocar a los tiranos; y a la historia reciente de la reconquista cuyos horrores habían demostrado la impiedad de los españoles. También aludieron, como muchos otros discursos, al periodo colonial como trescientos años de servidumbre. Podemos resumir así el nuevo paradigma del dogma católico y su relación con el poder político que se deriva de esos sermones:

Dios creó al hombre libre Dios aborrece los reyes y tiranos La libertad es el mayor bien del Hombre Dios aborrece la servidumbre Dios prefiere la república Independencia no es herejía Dios envía salvadores a su pueblo Los reyes son castigo de Dios Hay Derecho de Insurrección contra la tiranía La Biblia va contra monarcas absolutos Se debe defender la religión España es una nación impía Para salvar el alma, se debe defender el suelo patrio Los españoles son otro pueblo Nuevas cadenas harían perder la salvación Los granadinos son humildes e inocentes Los españoles son soberbios y ambiciosos

Aquí transcribimos algunos apartes de los sermones14:

El padre Gutiérrez, de Guaduas, propuso en un sermón una lectura distinta de la Biblia en la que Dios es presentado como decididamente antimonárquico:

“Lexos de contribuir Dios a la degradación del género humano poniendoles Rey, lo contradijo y repugno quando el pueblo lo pidió por mano de Samuel. Desde Jacob hasta Samuel el pueblo de Israel se gobernó como republicano por jueces elegidos de los más virtuosos en la sociedad. Quince de estos varones ilustres gobernaron la republica haciendola siempre gloriosa la proteccion que Dios les dispensaba hasta que reunidos tumultuariamente pidieron Rey. Pecaron en eso, y se enojo tanto Dios que imbocado por Samuel para saber que havia de responderles le dijo : Oye al pueblo que no es a ti a quien repulsan y desechan sino a mi, contigo obran tan ingratamente como hicieron conmigo artífice de tantos favores desde que los saque de Egipto. Manda a Samuel que les diga cual es el derecho de los reyes y como seran tratados. Obedece el Profeta y les dice : el Rey que os ha de mandar tomara vuestros hijos, y se hara llevar en sus ombros como en carroza o en Triunfo ; le seguiran a pie en el coche como lacayos ; formara de ellos a su albedrio los exercitos ; hara labrar sus campos y segar sus sembrados; elegirá artífices para sus armas y todo el tren preciso para su pompa ; en todos los mas vajos ministerios se servira de viuestras hijas ; dara a sus favorecidos y criados vuestras mejores heredades, y para enriquecer a estos y a sus aulicos tomara el diezmo de vuestros frutos y rentas y sereis sus esclavos sin que os valga clamar quejosos a vuestro Dios por que no os oira ya que sois autores de vuestra desgracia. Seremos como las demas naciones respondieron queremos Rey. Indignado mas el Señor dijo a Samuel: dadles Rey; Fatal sentencia, aquí empieza la esclavitud de Israel. De Republica paso a Monarquia”.

El cura de Pasca planteó:

“El hombre creado a su imagen y semejanza lo condecoró desde el principio que fue formado con el don de su libertad y dueño de sus acciones, dirigidas según la ley divina y razón natural”.

El cura de Purificación, Diego Chacón Galindo, el 6 de enero de 1820 sostuvo que el hombre nace con la libertad y el libre albedrío pero todo ello se pierde con la servidumbre.

El cura de Vélez preguntó a su pueblo: “¿Qué hay más opuesto a aquel señor que nos crió libres e independientes que la dominación de los Reyes?”.

El cura de un pueblo en el Alto Magdalena predicó: “Los libros hermanos míos, los libros sagrados de nuestra Santa Religión vienen a ser el apoyo de la libertad, y de la soberanía de los pueblos y el más seguro garante del Derecho de insurrección contra la tiranía”.

Un cura de la Provincia de Tunja proclamó a Bolívar como “Moisés de nuestro siglo” con “la modestia de un José, el celo de un Moisés, la piedad de un Tobías, la ciencia de un Salomón, la mansedumbre de un David, la fidelidad de un Abraham y el valor de un Josué”.

Por su parte, los sacerdotes y obispos realistas continuaron planteando que la independencia sí conllevaba una separación de Dios y era contraria a sus designios y a la salvación.

El obispo realista de Cartagena, en 1819, defiende el derecho divino de los reyes y el regalismo:

“Los Eclesiásticos deben saber muy bien, que ningún vasallo rebelde de S. M. Católica tiene derechos, ni fundamentos, ni aparentes para destruir el trono de su rey y señor, ni razones ningunas divinas y humanas para emular un trono en medio de sus dominios; deben saber que las rebeliones están condenadas en las santas Escrituras, en los Sagrados Cánones, y en las leyes civiles de todas las naciones: que por las del fuero real los españoles son obligados sobre todas las cosas del mundo a guardar fidelidad al rey y a sus hijos, y a todos sus descendientes; que San Pablo nos exhorta, a hacer oraciones y sacrificios por los reyes aunque sean defectuosos, herejes, paganos o cismáticos, porque son las imágenes de la Divinidad en la tierra; ¿cuál será pues nuestra obligación para con un rey virtuosísimo, clementísimo, piadosísimo como el señor D. Fernando Séptimo, por excelencia, rey católico de las Españas?”. (Pastoral del obispo Fray Gregorio José Rodríguez, Cartagena, 18 de agosto de 1819)

Antes que los sermones, algunos autores habían acudido a los catecismos políticos, como instrumentos para una pedagogía de la nueva legitimidad. Siguiendo el formato de los catecismos utilizados en la Colonia por la Iglesia, en todas partes de América hispana se diseñaron textos para enseñar la Independencia y, en menor medida, para la defensa de la monarquía. Los catecismos eran escritos en forma dialogada, con preguntas y respuestas, formato que se utilizó para explicar la idea de la independencia, la negación de los títulos que legitimaban la conquista, la idea de libertad, los derechos del hombre, las formas diversas de gobierno y las instituciones políticas adaptadas a la nueva situación, combinando lenguajes del antiguo y del nuevo régimen.

La existencia de una realidad política distinta se reflejó en las palabras que nombraban los destinatarios de los catecismos. Términos como “patriotas”, “sociedad patriótica” y “pueblos libres” sugirieron que los destinatarios eran actores políticos distintos a los “vasallos”, “súbditos”, “colonos” y “esclavos miserables” anteriores a 1810.

Por ejemplo, el patriota chileno Camilo Henríquez propuso el uso de “un catecismo patriótico, escrito con mayor sencillez, claridad y brevedad”, para que fuera repartido en las escuelas, lo recitasen en las plazas e incluso se “esparciese por todas las clases de la sociedad, por todas las villas y pueblos, entre los artesanos y entre las milicias y cuerpos del ejército” para “promover la educación, generalizar los buenos principios y perfeccionar y aun formar la razón pública”. Antes, el Catecismo Político Cristiano de Jaime Zudañez, publicado en Santiago en 1810, mezclaba argumentos tradicionales y republicanos.

En los catecismos monárquicos también se utilizaba el nuevo lenguaje, aunque con diferentes significados. En el catecismo real patriótico de Cañete, que circuló en el Alto Perú como reacción a uno independentista publicado en Buenos Aires, en 1811, se alude al “pueblo”, la “nación”, la “soberanía”, las limitaciones del poder real y la representación del pueblo para sustentar la necesidad e idoneidad de una monarquía. Sostenía que “la soberanía es el centro del poder público, la que sostiene la unidad del gobierno”, aunque claro, para negar la capacidad de las provincias o partes del imperio para constituir una “soberanía real y representativa”.

El Catecismo e Instrucción Popular, del padre Dr. Juan Fernández de Sotomayor, planteaba la ilegitimidad del orden colonial y la legitimidad del republicano. Este es el más conocido de los cate cismos políticos patriotas en nuestro país, fue perseguido por el Tribunal de la Inquisición de Cartagena y confiscado por el Pacificador, Pablo Morillo, durante la Reconquista española.

“P: ¿De quien dependía América antes de la revolución de España?
R: De sus reyes.

P: ¿Esta sumisión o dependencia tenía algún fundamento de justicia?
R: Ninguno tuvo en su principio.

P: ¿Qué títulos se han alegado para mantener esta dependencia?
R: Tres: a saber, la donación de Papa, la conquista y la propagación de la religión cristiana.

P: ¿La donación del Papa, no ha sido un título legítimo?
R: No, porque el vicario de Jesucristo no puede dar ni ceder lo que no ha sido jamás suyo, mucho menos en calidad de Papa o sucesos de S. Pedro, que no tiene autoridad ni dominio temporal, y el imperio que le fue confiado al mismo S. Pedro y que ha pasado a sus legítimos sucesores, ha sido puramente espiritual, como se evidencia por las mismas palabras que contienen la plenitud del poder apostólico.

P: Y el Papa Alejandro VI, autor de esta donación, ¿no conocía que no tenía el poder?
R: Bien pudo o no haberlo conocido; y no es de extrañarse en aquel siglo de ignorancia en que se atribuían los pontífices romanos el derecho de destronar a los mismos reyes, nombrar a otros y absolver a los vasallos del juramento de fidelidad como sucedió en Francia y otros reinos.

P: ¿Y la conquista no es un motivo de justicia para dominar América?
R: La conquista no es otra cosa que el derecho que da la fuerza contra el débil, como el que tiene un ladrón con mano armada, y sin otro antecedente que el de quitar lo ajeno, acomete a su legítimo dueño, que o no se resiste o le opone una resistencia débil. Los conquistados así como el que ha sido robado pueden y deben recobrar sus derechos una vez se vean libres de la fuerza, o puedan oponerle una superior”.
(Dr. Juan Fernández de Sotomayor, Catecismo de Instrucción Popular, imprenta del gobierno de Don Manuel González y Pujol, Cartagena, 1814)

14 Como los sermones fueron enviados al gobierno, copias de muchísimos de ellos se guardaron en la Biblioteca Nacional, Archivo Ortega Ricaurte, Oratoria Sagrada, caja 322 de donde fueron trasladados al Archivo General de la Nación.