Exposición Andy Warhol, Mr. America

Andy Warhol, Mr. America

Philip Larrat Smith

Psycho, 1960
Psycho, 1960
Universal

2. Muerte y desastre / Psicópata americano

Es triste cuando una madre tiene que decir las palabras que condenan a su hijo. Pero yo no puedo permitir que ellos vayan a pensar que yo soy la asesina. Ahora lo van a encerrar, que es lo que yo debí hacer hace muchos años. Él siempre fue malo. Y al final él iba a decir que yo maté a esas muchachas y a ese hombre.
—La madre, Psycho (1960)

Norman Bates encerró a su madre en el sótano y eso también hizo Andy Warhol.

Slavoj Žižek ha sugerido que los tres pisos de la mansión
Bates corresponden a los tres niveles del mecanismo psíquico en la teoría freudiana: el primer piso es el reino del ego, de lo normal y del compromiso consciente con el mundo; los pisos superiores representan el superego, sede y fuente de los imperativos morales y las exigencias imposibles; y el sótano es el dominio del id, el incontrolable principio del placer, el patio de recreo de la fantasía, del instinto y lo inconsciente. Así que cuando Norman Bates lleva a su madre del segundo piso al sótano, esto quiere decir simbólicamente que su superego ha cedido ante su id.

Psycho empieza con una cámara voyerista que mira furtiva a Marion Crane en brazos de su amante, Sam, en el curso de una cita en un hotel barato de Phoenix. Sam, ya casado y endeudado, no tiene dinero para casarse con ella. Así que cuando el jefe de Marion le da cuarenta mil dólares para que los deposite en el banco, se roba el dinero (el id pasa por encima del ego) y se va de la ciudad para encontrarse con Sam. La noche siguiente, después de un viaje amenazador que parece un clásico descensus ad infernum, se detiene por azar en el motel de Bates. Norman, quien al principio sólo parece neurótico e inquieto, se vuelve amigable con ella y le cuenta que vive en la mansión victoriana vecina con su madre (fijación materna), una mujer enferma y al parecer difícil (castración). Mientras Marion se ducha (acción simbólica) antes de acostarse, Norman, vestido como su madre (disociación del ego), de pronto se presenta en el baño y la asesina a cuchilladas (sexualidad genital inhibida). Unos minutos después, Norman aparece vestido normalmente, y, aunque al parecer conmocionado y aterrorizado, meticulosamente limpia las manchas de sangre y todo el cuarto de baño (culpa) y mete el cuerpo de Marion, sus maletas y el sobre con el dinero en el baúl del auto de ella (represión). Lleva el auto hasta un pantano donde lo hunde para borrar cualquier evidencia del crimen (restauración del ego).[3]

Al final de la película el psiquiatra de la Policía hace un resumen de la etiología tras la configuración psíquica de Norman:

Ya estaba peligrosamente perturbado —lo había estado desde la muerte de su padre—. Su madre era una mujer pegachenta y exigente, y por años la pareja vivió como si no hubiera nadie más en el mundo. Entonces ella conoció a un hombre, y Norman se sintió desechado por él. Esto lo lleva a excederse y los mata a ambos. El matricidio es tal vez el crimen más insoportable de todos. Así que él tenía que borrarlo. Al menos en su propia mente. Roba el cadáver de ella. Entierra un ataúd con pesas. Esconde el cuerpo en el sótano donde conserva las frutas. Incluso lo trata con el mayor cuidado. Pero no era suficiente. Ella estaba allí —pero era un cadáver—. De modo que empezó a hablar y a pensar en su lugar. En cierto modo le da a ella la mitad de su vida. A veces puede ser ambas personalidades, y conversa entre ellas. En otras ocasiones la madre se impone por completo. Él nunca era completamente Norman. Pero a menudo era sólo la madre. Y como sentía unos celos tan patológicos de ella, presumió que ella, a su vez, estaba celosa de él mismo. Por lo tanto, si sentía una fuerte atracción hacia cualquier otra mujer, la madre en él se enloquecía. Cuando conoció a su hermana quedó afectado, ella lo excitaba, él la deseaba. Eso provocó a la madre y entonces la madre mata a la muchacha. Ahora bien, después del asesinato, Norman vuelve como de un profundo sueño y como hijo obediente que era, quita todas las huellas del crimen que, estaba convencido, había cometido su madre. Estaba haciendo todo lo posible para mantener la ilusión de que su madre estaba viva. Y cuando la realidad se aproximaba demasiado, cuando el peligro o el deseo amenazaban esa ilusión, se vestía como ella. Incluso se ponía la peluca barata que había comprado. Caminaba por la casa, se sentaba en su silla, hablaba con su voz. Trataba de ser su madre. Y ahora es ella. Las patologías de Norman, construidas para defenderlo contra la realidad externa, así como contra los temores y  fantasías internos, se reconcilian por medio de la concentración de la libido en el cuerpo materno. En sus momentos psicóticos todo se vuelve una superficie continua.

La barrera entre lo externo y lo interno, entre la fantasía y la realidad, entre Norman y la madre y Marion, se derrumba.
Al enlazar una historia de amor a la otra, Hitchcock revela la estructura sadomasoquista y narcisista de Norman a través de reflejos y duplicaciones. En pos de su fantasía y del principio del placer, Marion, inadvertidamente, entra en un mundo paralelo de anormalidad, horror y muerte. Protagonista de su propia pedestre historia de amor, es arrastrada y destruida por la marea psicótica del romance maternal de Norman. Por una mirilla Norman ve a Marion desvestirse para su ducha (Hitchcock edita la escena de manera que repita la primera toma de Marion y Sam —así que el espectador está en la misma posición de Norman—). Su voyerismo conserva una distancia segura entre él y el objeto de su deseo erótico. Después del asesinato, Hitchcock panea sobre el sifón de la ducha y luego superpone un primer plano del ojo muerto de Marion del cual se aparta la cámara lentamente en una espiral inversa. Establece un vínculo de la libido entre el ojo vivo de Norman, el ojo muerto de Marion, su boca abierta como para un alarido, su ombligo, el desagüe, el inodoro, la ducha y las cuencas y la boca del cráneo de la madre. Como dice Hitchcock:

Norman está interesado en la taxidermia desde que rellena el cadáver de su madre con serrín. Pero el búho, por ejemplo, tiene otra connotación. Los búhos pertenecen al mundo nocturno; son observadores, y esto es atractivo para su masoquismo. Conoce a los búhos y sabe que lo están observando todo el tiempo. Puede ver su propia culpa reflejada en sus sagaces ojos.[4]

Dado que mata a su madre y tiene que esconder el crimen de sí mismo y de los demás, Norman asume su personalidad al vestirse como ella y hablar por ella como un ventrílocuo en teatrales conversaciones que alternan entre la voz de ella y la suya. Son estas las tácticas a las que recurre en sus momentos “normales”, en el circuito cerrado de su mundo trastornado. Pero cuando ve a Marion en su combinación se excita y, por lo tanto, amenaza su integridad psíquica porque revela su separación de la madre y al mismo tiempo su impotencia con Marion. Así que el asesinato es un acto en defensa propia, un intento por mantener un sentido del ser contra el temor de la desintegración.

El placer obsceno que obtiene Norman al matar a Marion satisface tanto los aspectos pre-edípicos como edípicos de su identificación materna. El cuchillo con el que ataca a Marion simboliza el falo (las cuchilladas en la ducha también son una violación). Pero esto también significa la castración de Norman por la madre y repite el matricidio que dio origen a su conformación psíquica. Al herir a Marion en el vientre Bates está hiriendo el sitio desde el cual ella misma podría dar a luz.[5]Al mismo tiempo, él es la madre que elimina a su rival sexual para llamar la atención del hijo, y él es Bates que ataca a la madre en el mismo sitio desde el cual él nació. En este acto los dos impulsos primordiales del id, el impulso sexual y el impulso de muerte, se funden en su fijación materna y se dirigen hacia el mismo objeto. El retorno al vientre[6], la exitosa y monstruosa fusión de Norman y de la madre, burla la relación sexual y significa la muerte psíquica.