El enorme problema.
El Espectador, Medellín, 3 de mayo de 1920, p. 3.
Entendemos que se ha presentado a la Asamblea un proyecto sobre inmigración. No lo conocemos aún pero estamos esperando con verdadera curiosidad a que llegue el momento de los debates y ojalá que no solo en la Asamblea sino en el periódico, en el folleto o en la cátedra del conferencista, todo el que tenga algunas ideas en asunto de tan inaudita trascendencia para el departamento las exponga y coopere así a la formación de un criterio sólido y acertado sobre el particular.
La inmigración debemos considerarla como un problema enorme. Todo el estudio y el tiempo que el legislador dedique a él, estarán bien empleados.
Nuestros sociólogos han encontrado que la inmigración es ahora el único remedio posible y evidente para la decadencia pavorosa y evidente de la raza. Pero es lógico que el remedio debe aplicarse de una manera científica, con un criterio consciente y previsivo, para que produzca los felices resultados que se anhelan. El legislador ha de tener en cuenta, pues, no sólo las características morales y físicas de nuestra población, sino también la de las razas que se trate de importar. A este respecto el doctor Miguel Jiménez López, en su comentado ensayo sociológico que acaba de publicar, fija algunos puntos importantes que nos vamos a permitir reproducir. Según el eminente facultativo, el inmigrante más apto para regenerar nuestra población, debe reunir, más o menos estas condiciones:
Raza blanca; talla y peso un poco superiores al término medio entre nosotros; dolicocéfalo; de proporciones corporales armónicas; que en él domine un ángulo facial de ochenta y dos grados aproximadamente, de facciones proporcionadas para neutralizar nuestra tendencia al prognatismo y el excesivo desarrollo de los huesos malares; temperamento sanguíneo nervioso, que es precisamente apto para habitar las alturas y las localidades tórridas, de reconocidas dotes prácticas; metódico para las diferentes actividades; apto en trabajos manuales; de gran desarrollo en su poder voluntario; poco emotivo; poco refinado; de viejos hábitos de trabajo; templado en sus arranques por una larga disciplina de gobierno y de moral; raza en que el hogar y la institución de la familia conserve una organización sólida y respetada; apta y fuerte para la agricultura; sobria, económica y sufrida y constante en sus empresas.
Los que hayan viajado y observado y estudiado y tengan formado algún concepto sobre este punto difícil deben emitirlo.