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¡Deseo conocer los Llanos, aunque muera en ellos!

Medios y modos de viaje 1871-02-01 Bogotá, Colombia Tomo V
Provisto ya de todos mis pertrechos; compradas mis mulas de silla y carga, pues las que hubiera encontrado de alquiler no habrían podido satisfacerme; teniendo a mi servicio dos excelentes criados, el uno del Cauca, Gabriel, que ya lo estaba antes, y el otro, llamado Liberato, que al efecto hice venir conmigo desde Ubaque, acostumbrado como llevo dicho, a usar la bodoquera o cerbatana, de que se valen para matar los pájaros pequeños con bolitas de greda, para no estropearlos con el plomo, encargué los demás preparativos al dueño del hotel en que me hallaba. Liberato es una especialidad para disecar toda clase de aves; es, como el primero, nadador excelente; y tanto el uno como el otro reúnen las cualidades necesarias para ser hombres útiles en esta clase de expediciones, penosas en sumo grado, y para las cuales se necesitan juventud y fuerza, agilidad y vigor, y más que todo costumbre de caminar a pie, atravesando unas veces el frío páramo, y otras los abrasadores terrenos, donde el sol tropical lanza sus rayos como otros tantos dardos de fuego.

Los individuos de la comisión exploradora, el intrépido e infatigable Dr. Romualdo Cuervo, a quien ya conocen mis lectores, a pesar de sus 69 años, era el que más contento se mostraba y el que nos sobrepujó a todos en actividad para hacer sus preparativos. Los jóvenes Sáenz y Michelsen, consagrados al estudio de las ciencias naturales casi desde la infancia, con un celo impropio de la juventud, que suele amar los placeres más que la ciencia, gozaban de antemano con la idea de descubrir nuevos objetos para enriquecer el Museo naciente, establecido en la capital de la república.

Yo por mi parte, ávido como ellos de emociones, y ansioso de conocer un territorio casi inexplorado, donde la Naturaleza ha derramado a manos llenas sus más preciosos dones, donde el hombre civilizado no se ha atrevido sino muy rara vez a penetrar hasta ahora, y donde existen aún tribus indígenas en su estado primitivo, no cabía en mí de gozo a la sola idea de ser el primer europeo que en estos tiempos de positivismo alcanzase tan envidiable gloria.

Salida del sol en Los Llanos
Tomo V
Salida del sol en Los Llanos
1871-02-12
Gutiérrez de Alba, José María
Acuarela sobre papel azul
14 x 22,2 cm

En vano mis amigos de Bogotá, perezosos por naturaleza, trataron de disuadirme de mi propósito, ponderándome lo peligroso y molesto del viaje, las fiebres de carácter maligno que suelen acometer a los que recorren aquellos terrenos incultos, la escasez de medios en un país completamente deshabitado en muchos parajes; la repentina variedad de climas; los torrentes y ríos que hay que vadear o pasar a nado sin otros recursos que los naturales; los inmensos bosques poblados de fieras y reptiles ponzoñosos, y en fin cuanto puede arredrar a un hombre menos decidido que yo a entregarse en brazos al azar, por conocer a fondo los grandes y bellísimos encantos, que como una virgen pudorosa guarda la Naturaleza para el que levanta por primera vez el misterioso velo que encubre sus primitivas formas. Yo contestaba a todos con esta lacónica y expresiva frase: "Deseo conocer los Llanos, aunque supiera que iba a morir en ellos". A esta respuesta nada tenían que objetar, y todos se contentaban con desearme un viaje próspero, consolándose con la idea de que iba acompañado de personas que sabrían hacerme más llevaderas nuestras comunes penalidades.

En vano mis amigos de Bogotá, perezosos por naturaleza, trataron de disuadirme de mi propósito, ponderándome lo peligroso y molesto del viaje, las fiebres de carácter maligno que suelen acometer a los que recorren aquellos terrenos incultos, la escasez de medios en un país completamente deshabitado en muchos parajes

La víspera de nuestra partida, estuve a despedirme de algunos amigos, y entre ellos del Presidente de la República, que me invitó a tomar un té en familia, y me autorizó para llevar a sus expedicionarios hasta el punto que tuviese por conveniente.
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