Durante nuestra permanencia en la ciudad [Honda], tuvimos la fortuna de encontrar en ella a nuestro excelente amigo el Dr. D. José María Samper y Agudelo, natural de la misma población, que se hallaba allí accidentalmente con su esposa, la ilustre escritora Doña Soledad Acosta, y ambos se ofrecieron a acompañarnos en nuestra excursión a Mariquita, que debíamos emprender al día siguiente.

[...] A las siete de la mañana nos pusimos en camino el Dr. Samper y su señora, mi amigo Olózaga y yo con dos de nuestros criados. Tomamos la dirección del noreste a suroeste, y después de atravesar algunas colinas un tanto pedregosas, cuyas faldas, a veces muy escarpadas, formaban elevados murallones perfectamente verticales, entramos en un extenso llano de formación lacustre, cubierto de gramíneas naturales, en cuyo extremo occidental, al pie de un ramal de la cordillera y entre una faja de tupido bosque, que se levanta a la orilla derecha del Gualí, se halla la ciudad de Mariquita, reducida hoy a las proporciones de una pequeña aldea, y cuyas modestas casitas de paja se alzan como avergonzadas entre las majestuosas ruinas de edificios relativamente suntuosos.

[...] Mientras nos disponían el almuerzo, salimos de la casa donde nos habíamos hospedado, y empezamos a recorrer la población, al azar y sin rumbo fijo. Al entrar en una calle, llamaron nuestra atención las ruinas de una antigua casa, que nos pusimos a copiar la Señora de Samper y yo en nuestros respectivos álbumes, mientras encontrábamos alguna persona de quien poder informarnos del lugar en que se hallaba la casa donde murió Gonzalo Jiménez de Quesada.

Tomo X

Ruinas de la casa en que murió Gonzalo Jiménez de Quesada

1874-06-01

Gutiérrez de Alba, José María

Acuarela sobre papel blanco

10,4 x 17 cm

Concluidos nuestros dibujos, visitamos las ruinas de San Francisco (que también copié), y de las cuales sólo quedan algunas paredes, y al regresar a nuestra posada supimos con placer y asombro que nuestra propia intuición nos había llevado a copiar inconscientemente las ruinas de la antigua morada del conquistador del Nuevo Reino. No pudiendo detenerse por más tiempo en Mariquita el Dr. Samper y su Sra., regresaron a Honda durante la tarde, mientras nosotros, después de copiar las ruinas de Santo Domingo y Santa Lucía, que son muy notables, nos disponíamos a visitar algunas de las minas que se hallan en explotación en la cordillera próxima.