¡Existencia feliz! yo no sabía que se gozara tanto en tierra fría.
Geografía1881-09ColombiaTomo X
Correspondencia íntima
Á mi querido amigo de la niñez D. Nicolás Díaz Benjumea
Carta III Sobre las delicias de tierra fría
Respiro al fin. Sobre la verde loma, De opulentos trigales matizada, En púrpura teñido Febo asoma. De purísimas perlas adornada La flor despide su fragante aroma Por el rayo de luz acariciada, Y en su cáliz henchido de ambrosía Recibe el casto beso que le envía.
El amoroso llanto de la Aurora Convertido en vapores se levanta Y el aterido páramo decora. Todo a mi alrededor la vista encanta: Brilla la nieve allá deslumbradora, Que el duro lecho sin cesar quebranta, Y de la roca oculta entre la breña El cristalino arroyo se despeña.
Hecha la digestión con mi paseo, Tranquila el alma y de placer henchida, Sin que nadie me turbe, escribo o leo, Gozando por completo de la vida. Al declinar la tarde, me recreo Con la nube de púrpura teñida, Donde la ardiente luz del Sol refleja Y una erupción volcánica semeja.
Por la noche, aunque el lecho está algo frío, Con mi propio calor pronto lo templo; Allí del mundo y su ambición me río, Y libre de su influjo me contemplo. El sueño viene al fin; ya no soy mío; Y, cerrados los ojos, no hay ejemplo De abrirlos, sin que, entrada la mañana, Pase un rayo de luz por mi ventana.
Aquí, a nueve mil pies sobre los mares, No hay ya reptil de venenoso diente, Ni insectos insufribles, que a millares Infestan lo templado y lo caliente. Lo mismo en la campiña que en sus lares Descuidada y feliz vive la gente, Sin temor de una muerte prematura Causada por aleve mordedura.