A las ocho emprendimos nuestra marcha por un sendero aún más trabajoso y escurridizo que el del día precedente, bajando algunas quebradas de una manera tan original como peligrosa, que el Dr. llamaba bajar en abreviatura, y que hubiera sido del todo imposible con animales menos acostumbrados a un ejercicio tan difícil como peligroso. Figúrese el lector un plano sumamente inclinado, a veces de muchos metros de extensión, a cuyo extremo hay que descender resbalando, porque el casco de las mulas no encuentra un solo punto de apoyo.
Pues bien, estos animales dotados de prodigiosa agilidad y fuerza, y amaestrados por el instinto y la costumbre, cuando llegan al borde superior de uno de estos planos, se dejan caer sobre el cuarto trasero, extienden las patas delanteras hacia delante, y así se abandonan al impulso de su propio peso, hasta llegar al fondo, donde suelen quedar medio enterradas en el agua o el barro. El jinete no tiene que hacer otra cosa que echarse cuanto sea posible hacia atrás y guardar bien el equilibrio, so pena de caer en el descenso y ser arrastrado por su cabalgadura, con peligro inminente de romperse algún miembro o quizás de morir estrujado.
Tomo XII
Callejones de Ocaña, camino inverosímil en el Estado de Santander
Gutiérrez de Alba, José María
Acuarela sobre papel ocre
24,9 x 15,7 cm
estos animales dotados de prodigiosa agilidad y fuerza, y amaestrados por el instinto y la costumbre, cuando llegan al borde superior de uno de estos planos, se dejan caer sobre el cuarto trasero, extienden las patas delanteras hacia delante, y así se abandonan al impulso de su propio peso.
En cuanto a la subida, las mulas son tan ágiles, que trepan apoyando solamente el filo anterior del casco, único modo de no resbalar, porque entonces la caída sería infinitamente más peligrosa tanto para ellas como para el jinete. Ahora bien, puede considerarse lo que sufriríamos en ésta y en la anterior jornada, teniendo que atravesar más de veinte pasos de riachuelos, quebradas o arroyos con tan inmensas dificultades, llevando sólo de equipaje nueve cargas y nuestras cinco mulas de silla.
Y todo ello, debemos decirlo con franqueza, ya que en otro lugar tributamos justas alabanzas a los constructores del camino; todo ello por evitar el gasto insignificante de colocar algunos puentes rústicos, que importarían sólo la mano de obra, porque los materiales son abundantísimos y sobran por donde quiera; pero se conoce que no han mirado con interés sino las dos o tres primeras jornadas saliendo de Colombia, y el resto lo han abandonado completamente, contentándose con indicar por dónde puede abrirse la vía.