Después de almorzar, fuimos a visitar tres de los principales templos, donde se hallan recuerdos más dignos de atención, o bellezas artísticas capaces de excitar la curiosidad del viajero. Fue el primero la catedral o iglesia mayor, situada en un ángulo de la plaza, y cuya portada, exquisitamente labrada en piedra, es de un agradable y bello conjunto; en ella hay varias inscripciones, deterioradas en gran parte, y muy difíciles de descifrar, tanto por el estado en que se encuentran, como por la confusión de la escritura pastrana, que tan en boga estuvo en la época a que las inscripciones pertenecen. Hay además en ella, sirviéndole de remate, tres pequeñas estatuas, al parecer de mármol negro, que armonizan muy bien con el conjunto, y hacen que la obra, sin embargo de la profusión de sus adornos, ofrezca cierta sencillez que no desdice en manera alguna del buen gusto artístico, ni del objeto a que está consagrada.