
Nos encaminamos, pues, a la iglesia, donde el cura había comisionado a un sacerdote para que me condujese al altar mayor y me colocase en el punto que yo deseaba. Subimos aunque con trabajo hasta ponernos al nivel del cuadro de la Virgen, que se halla a bastante altura, y que examiné a mi sabor y toqué para ver si podía descubrir por el empaste cómo había sido ejecutado.
Parecíame unas veces al temple, por la carencia de brillo en los ya muy desvanecidos colores; pero otras me inclinaba a creer que había sido hecho, o por lo menos, retocado al óleo, al considerar que el cuadro conserva evidentes señales de haber estado sometido por algún tiempo a la intemperie, y que la lluvia no ha hecho otra cosa que mancharlo, siendo así que lo hubiera borrado completamente, a ser ejecutado por el primero de los dos sistemas indicados. Sea de esto lo que fuere, en las cuatro figuras de que se compone, los perfiles están ya poco determinados, así como los pliegues y el primitivo color del ropaje. El cuadro se halla en gran parte cubierto de joyas y adornos superpuestos, gusto que por desgracia domina aquí en el atavío de todas las imágenes, lo cual hace que desaparezca casi completamente el trabajo del artista, porque en realidad este depravado gusto no deja al descubierto sino el rostro y las manos y no siempre en todas sus partes.
1871-12-26