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Trueque entre viajeros e indios

Gente 1871-02-08 San Juan de Arama, Meta, Colombia Tomo V
Rayando venía el alba, cuando dejamos nuestros aéreos lechos ansiosos de conversar con los indios y de cambiar con ellos algunos de los objetos que llevábamos, por armas y adornos o cualquiera otra de las curiosidades que quisiesen cedernos a trueque de nuestras baratijas; pero los hombres, en su mayor parte, habían salido ya del rancho, quedando en él sólo las mujeres, algunos muchachos pequeños y el taita Joaquín, que por guardar a aquellas femeninas deidades, o por hacernos los honores de su casa, no había partido con sus compañeros.

Taita Joaquín, jefe de los indios salvajes de El Piñal
Tomo V
Taita Joaquín, jefe de los indios salvajes de El Piñal
1871-02-08
Gutiérrez de Alba, José María
Acuarela sobre papel gris
22,9 x 15 cm

Preguntándole al viejo indio cuál era la causa de que los demás se hubiesen alejado a aquella hora, nos dio a entender que lo habían hecho con el objeto de traer algunas provisiones y dar el aviso de nuestra llegada a varias familias de la misma tribu que se hallaban poco distantes.

Entregamos a las indias las piezas de caza muertas el día anterior y un poco de carne en tasajo, con el fin de que hiciesen un almuerzo para todos. Guisaron el pato y las pavas con un poco de sal y ají, o sea pimentillos tan pequeños como picantes; asaron la carne sobre las brasas; sacaron unas tortas de cazabe, y colocándonos todos, en pie unos y otros sentados, alrededor de la lumbre, donde se condimentaban aún algunas de las provisiones y varios plátanos verdes, el tío Joaquín, por una parte, y por otra el Dr. Cuervo, como más ancianos, empezaron a hacer lo más equitativamente posible la distribución de los manjares, que, a nuestro apetito, nos supieron muy bien y fueron devorados en pocos minutos.

India bisanigua
Tomo V
India bisanigua
1871-02-07
Gutiérrez de Alba, José María
Acuarela sobre papel blanco
25,5 x 16,2 cm

A eso del mediodía volvieron los indios que habían salido de madrugada; y nosotros, que después del almuerzo, recorríamos aquellos alrededores, visitando su platanal y su plantación de caña y de yuca, los divisamos desde una colina y regresamos también al tambo. Los madrugadores no venían ya solos, sino seguidos de otras dos familias bastante numerosas, que llegaron poco después de ellos y nos saludaron con el mismo cariño que lo habían hecho antes sus camaradas.

Nuestros huéspedes no traían tampoco las manos vacías, sino que, para aumentar las provisiones, habían pescado varias tortugas llamadas por ellos ziz o caimanas, y que tienen alguna semejanza con este anfibio, por las muchas protuberancias de la parte superior de su concha, cabeza y cuello, y la notable prolongación de su hocico. Traían además un hermoso pez, como de tres o cuatro kilogramos de peso, a que daban el nombre de budo. Las mujeres se apoderaron inmediatamente del pez y las tortugas, las hicieron pedazos, y cuidando sólo de sacarles los intestinos, los pusieron a cocer en una gran olla de su propia fabricación, condimentándolos como las piezas de caza que nos habían servido para el almuerzo. Mientras se arreglaba así la comida, las que servían de cocineras se apoderaron sin cumplimientos de una guacharaca que había yo cazado en nuestra excursión y que reservaba para obsequiar con ella a nuestro anciano compañero, lo cual no pude hacer, porque las indias se la comieron medio cruda, haciendo al parecer grandes elogios del sabor de su carne.

Pareciéndonos llegado el momento oportuno de hacer el oficio de comerciantes, sacamos nuestras baratijas, consistentes en espejos, zarcillos, anzuelos, sortijas, dulzainas, collares de cuentas de vidrio de muchos colores y otras bagatelas por el estilo, a que son muy aficionados y obtuvimos en cambio algunas flechas, adornos de plumas, collares de colmillos de mono, de caimán y de tigre, arcos y lanzas, y hasta tres de las hamacas o chinchorros de los mismos que les servían de lecho.

sacamos nuestras baratijas, consistentes en espejos, zarcillos, anzuelos, sortijas, dulzainas, collares de cuentas de vidrio de muchos colores y otras bagatelas por el estilo, a que son muy aficionados.
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