La estancia o casa de campo del Sr. Beltrán, que así se llamaba mi nuevo huésped, se halla situada a la margen derecha del río Apulo, sobre unas colinas bastante empinadas, y al pie de un ramal de la cordillera. El lugar no puede ser más pintoresco, por divisarse desde allí una gran extensión de la serranía; y la casa, aunque cubierta de paja, no carece de comodidades. Para mi escribiente y para mí destinaron una de las mejores habitaciones, independiente de las demás, situada en un ángulo del edificio. Delante de la casa había un gran patio o cercado, al que servían de sombra y adorno algunas elegantes y bellísimas palmeras, entre cuyas hojas susurraba el viento con una agradable armonía. A corta distancia hallábase el cañaveral, reproduciéndose constantemente, para dar alimento al trapiche o molino, principal elemento de la finca.