Tentaciones que se cruzan por la mente de un viajero
Gente1871-02-09San Juan de Arama, Meta, ColombiaTomo V
Nos levantamos al amanecer, hora en que los indios estaban ya todos levantados. Mientras se disponía nuestro desayuno, algunos de ellos fueron a recoger por indicación nuestra y para nosotros, algunas frutas de las palmas llamadas corozo y cumare, de que hacen en Bogotá copitas preciosas primorosamente labradas. En tanto que los indios volvían, me entretuve en pintar con la misma tinta roja el rostro de algunos muchachos de la tribu, dibujando en el vientre de uno de ellos una cara, que excitó de tal modo la hilaridad de todos los indígenas, que no cesaban de recomendar al muchacho que se abstuviera de bañarse y lavarse para conservar por más tiempo aquel recuerdo de los blancos.
Una hora después nos despedimos de aquellos sencillos habitantes de las selvas, que nos acompañaron largo rato y que nos decían adiós casi con lágrimas en los ojos y sin dejar de manifestar un sentimiento profundo por nuestra partida. Yo propuse a dos jóvenes indios, varón y hembra, que eran hermanos y tendrían de doce a catorce años, que fuesen a Bogotá conmigo; pero, a pesar del entrañable afecto que durante nuestra permanencia allí me habían demostrado, se negaron resueltamente a seguirnos, haciéndonos comprender que en Bogotá había mucha gente brava, que echa bala (porque es mucho su temor a las armas de fuego), y estimulándome por el contrario a que me despojase de mis vestidos y me quedase con ellos en los bosques, donde todos procurarían con su cariño y su respeto hacerme grata la vida aventurera del salvaje.
se negaron resueltamente a seguirnos, haciéndonos comprender que en Bogotá había mucha gente brava, que echa bala.
Aquí tengo que hacer una confesión, que no debo pasar en silencio, y fue la idea que cruzó por mi mente. Comparando aquella existencia con la del hombre civilizado, quizás, sin los estrechos vínculos que a la sociedad me ligan, me hubiera resuelto a aceptar su proposición por un tiempo indefinido, para estudiar a mi sabor a los hijos de la naturaleza.