Medios y modos de viaje1871-03-17Bogotá, ColombiaTomo VI
Hoy he amanecido instalado en mi nueva habitación, situada extramuros de Bogotá, hacia la parte de Occidente, donde empieza a pronunciarse la sabana y existen varias casas de campo con jardines y huertas, no tan agradables como pudieran serlo, pero que empiezan ya a demostrar el gusto naciente de los bogotanos por este género de habitaciones, que tanto contribuyen a la salud y al recreo. La casita que me sirve de morada es de moderna construcción; y, aunque sólo se compone de planta baja, tiene todas las comodidades apetecibles para una familia poco numerosa.
Mi escribiente, mis criados y yo, estamos todos alojados independientemente y con bastante desahogo. He destinado para mis trabajos la habitación más espaciosa de la casa y he adornado sus paredes y un hueco que me sirve de estante con los principales objetos que constituyen mi modesta colección de curiosidades, recogidas particularmente en mi reciente expedición a los Llanos. En el patio de la casa hay un reducido jardín que he hecho limpiar con esmero y pienso plantar por mi mano de lindas flores, que en este país son muy abundantes y variadas, y que muchas de mis amables amigas se han apresurado a ofrecerme, para amenizar, como ellas dicen, la morada del solitario, que se proponen visitar algunos días. Mis caballos retozan en el potrero y acuden a recibir de mi mano el azúcar y el pan con que los regalo en mis visitas. Trabajo a ratos y a ratos paseo por los alrededores, a caballo o a pie, según el tiempo me lo permite. Esta noche ha muerto envenenado mi pobre perro Bogotá, por un descuido de los sirvientes que pusieron a su alcance un tósigo preparado para los ratones.
Esta noche ha muerto envenenado mi pobre perro Bogotá, por un descuido de los sirvientes que pusieron a su alcance un tósigo preparado para los ratones.