Acercámonos con precaución lo necesario para poder apreciar los movimientos de aquellos animales, y vimos, no sin sorpresa, la batida que unos y otros daban a los pobres peces, en la siguiente forma: los patos, desplegados en ala, iban nadando por el riachuelo aguas arriba, mientras las garzas seguían la misma dirección por una y otra margen, precediéndolos en algunos pasos. Los pececillos, perseguidos en su elemento, saltaban a veces sobre la arena de la orilla, y creyendo librarse así de un enemigo, se encontraban con otro no menos implacable.