Después de visitar los trabajos, subimos a la casa del director, donde nos tenían dispuesto un almuerzo abundante, al cual siguieron algunos brindis por la prosperidad del establecimiento. El mismo Sr. Clarke nos manifestó algunas barras de oro y varias curiosidades que tenía coleccionadas, entre las cuales llamaron principalmente nuestra atención: un gran trozo de lignito, encontrado en las excavaciones de la mina, enterrado allí quizás desde la formación de la cordillera; y más que todo una culebra taya X, con dos cabezas perfectamente formadas, que había conservado en alcohol, y que copié con toda la exactitud que me fue posible, hasta en el tamaño. Muchas veces había oído hablar de tan extraño fenómeno, que aquí se halla repetido con harta frecuencia, según testimonio de personas graves; pero nunca quise darle crédito, hasta que me convencí por mis propios ojos.