Balsa del Magdalena
Gutiérrez de Alba, José María
1870
Lapices de color sobre papel rosa
10,6 x 15,5 cm
Como a un kilómetro de la orilla del río, desde una altura que lo dominaba perfectamente, vimos deslizarse sobre sus aguas una gran balsa, que según la estructura y forma de los bultos que formaban su cargamento, debía conducir quina y venir de alguno de los puntos de embarque del valle de Neiva. El espectáculo, nuevo para mí, tenía mucho de original y sobre todo me sorprendía por lo fantástico. La balsa era cuadrada, formábanla muchos troncos de una madera ligerísima llamada balso, unidos por fuertes ligaduras; en el centro se elevaba la carga en forma de pirámide, y en cada uno de sus ángulos iba un boga desnudo, de figura hercúlea, apoyado en su canalete, del cual sólo se sirven para acelerar el movimiento de la balsa en los remansos para que no se separe del centro de la corriente, o evitar el choque con algún escollo de los muchos que suelen dejar las avenidas.