Ciudades y pueblos1871-12-23Chiquinquirá, Boyacá, ColombiaTomo VII
Nuestro primer cuidado, al levantarnos, fue visitar la iglesia principal, que ocupa uno de los frentes de la plaza. Para dar una idea completa, tanto del templo como de la población y de los que a ella acuden en romería, copiaremos los curiosos datos reunidos por el Dr. Ancízar en su ya citada obra titulada "Peregrinación de Apha"; pues además de los preciosos detalles en que abunda, está hecha la descripción con gracejo notable, y constituye una de las mejores páginas del libro a que aludimos. Dice así:
"En mitad de este valle se alza un caserío de teja y paja, por encima del cual sobresalen las paredes y torres de un templo de grandes dimensiones. Es Chiquinquirá, la villa de los milagros y peregrinaciones, centro a que se dirigen y de donde parten para todos los caminos, numerosos devotos a pie y a caballo. La pulida dama de las ciudades, con su largo traje de montar, su ligera ruanita de hilo, el reducido sombrero de jipijapa con velo verde, y el rostro enteramente cubierto con un pañuelo para preservarse del sol y del polvo; el caballero acompañante, montado en un potro de raza enjaezado con la ancha silla de Chocontá, descomunales espuelas, que hacen contra los cerrados estribos de cobre el ruido de una fragua, zamarros de piel de león, amplia ruana listada y sombrero de grandes alas cubierto de hule blanco.
Es Chiquinquirá, la villa de los milagros y peregrinaciones, centro a que se dirigen y de donde parten para todos los caminos, numerosos devotos a pie y a caballo.
Tomo VII
Iglesia principal de Chiquinquirá
1871-12-23
Anónimo
Fotografía sobre papel
8,8 x 11,9 cm
La campesina rica, sentada confortablemente en su sillón colorado, con chapas de plata, ambos pies sobre una tablilla pendiente de fuertes correas, mientras la robusta persona se apoya contra el espaldar y los brazos del sillón, oprimiendo el lomo de un caballo vigoroso y sufridor, guiado por el complaciente y grave jefe de la familia, gloriosamente ataviado a lo orejón genuino, con todos los colores del arco-iris, el peón socorrano, de ruana diminuta, sombrero de trenza y calzón de manta rayada, manufacturas de su propia tierra; el de Girón y San Gil, vestido de azul y enriquecido el sombrero con un escandaloso hule nuevo, dejándose llevar más bien que acompañando a tres o cuatro paisanas suyas, con enaguas de lienzo también azul, rematadas por una arandela, sombrero de palma de copa alta y pañolón colorado con ramazón amarilla.
La guaricha bogotana, regordeta, pequeña, cara chispeante entre el embozo de la mantellina de paño, abundantes enaguas de bayeta fina y la patita encerrada en blanco alpargate; en suma, todos los matices del traje peculiar a cada provincia, todos los tipos de casta, desde el indio puro hasta el europeo de ojos azules, todas las edades y condiciones, se ven allí reunidas en una masa viviente, cuya idea cardinal es ver a la Virgen, cuya ocupación es el rezo, y su afán predominante es reunir velas de cera o de cebo para encenderlas delante de la imagen privilegiada, sin lo cual se duda que otorgue las gracias que vienen a demandarle".