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La niña Huitoto

Gente 1873-11-02 Caquetá, Colombia Tomo IX
Después de esto, pasamos a casa de los Mosqueras, a ver una indiecita de unos doce años de edad, procedente de la tribu de los huitotos, antropófagos en su mayor parte; y aunque no hablaba una sola palabra en español, conseguimos, valiéndonos de señas, que nos dijese en el dialecto de su tribu los nombres de ciertos objetos que le fuimos mostrando sucesivamente, y entre ellos las partes principales del cuerpo humano. Por lo que advertimos, predominan mucho en su dialecto las vocales, principalmente la O, algunas veces aspirada, lo cual me hizo sospechar si esta letra será un artículo antepuesto siempre a los nombres.

He aquí las palabras de que antes hemos hecho referencia, con las correspondientes en nuestro idioma:

HUITOTO      ESPAÑOL
Iñó: Sol
Ñoipachí: Tierra
Nomapá: Cielo
Yñajabi: Hombre
Catutana: Camisa o cusma
Ottay: Cabello
Hotudo: Cabeza
Ojanacá: Ojo
Onesidiac: Ceja
Optá: Nariz
Obli: Oreja
Otanacoy: Mejilla
Ofi: Boca
Oconi: Dientes
Otsoná: Lengua
Onoué: Labio
Ocatá: Barba
Ojetá: Hombro
Onocóto: Brazo
Ofidomí: Mano
Otomí: Dedo
Ochicopr: Uña
Otutana: Pecho
Oñé: Mamilas
Oturá: Vientre
Ocodoy: Pierna
Optná: Pantorrilla
Odacá: Pie

La pobre niña no tenía la más mínima idea del pudor; y aunque cubierta con el traje especial de los indios que se llaman vestidos, tan pronto como le picaba algún insecto, se descubría completamente hasta la cintura, y todo el cuerpo, si era necesario, para buscar el sitio en que había sufrido la picadura, y aplicar inmediatamente el remedio.

El insecto llamado mosco, que es del tamaño de una pulga, y alado, deja siempre en el lugar que chupa una pequeña herida de forma circular, que se irrita sobre manera y produce un picor ardiente, si no se tiene la precaución de apretar entre las uñas, generalmente de los dedos pulgares, el lugar picado para extraer la sangre inficionada por la venenosa picadura del insecto. La indiecita se familiarizó muy pronto conmigo; y al ver que de cuando en cuando me rascaba las manos, se apoderó de ellas, y me estrujó todas las picaduras, del mismo modo que lo había hecho con las suyas propias.
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