ENTREVISTA

Memorias de infancia y juventud - Entrevista retrospectiva de María Wills

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MW: Es muy interesante también porque si lo piensas, las décadas de los sesenta y setenta son años de utopías y de colectivos, está el movimiento hippie expandiéndose, pero ya vienen los ochenta en los que empieza un individualismo, no solo en Cali, en todo el mundo, hay una decepción por lo colectivo. Se inicia una era bastante narcisista y creo que esto podría verse en tu obra posterior. ¿Cómo llegaste a pensar en el mito de Narciso para trabajarlo en tu obra?

OM: Cuando hice los Narcisos, pensé en el individuo, puede haber referentes autobiográficos, pero no necesariamente por ser mi imagen representada. Mi cara es un tema secundario. Las Cortinas y luego los Narcisos son el resultado de ese trabajo en los ochenta en el que me concentré en buscar mi punto de vista, mi visión de las cosas. Pero antes de hablar del narciso, creo que esa investigación individual que empecé a trabajar, y que fue difícil de consolidar, sí logró generar una ruptura que se da con las Cortinas y con un trabajo menos conocido, los Levantamientos, que mostré en una bienal de Cali. Esos son los trabajos con los que entro a los años noventa. Las Superficies al carbón, los Tiznados, lugares, superficies y cuerpos muy desmoronados.

Cuando trabajé los Narcisos ya entonces había estado experimentando con los elementos como el agua y el carbón y los había trabajado como materias expresivas desde su naturaleza, incluso el agua como soporte de un dibujo que se descompone.

Los Narcisos los hago y exhibo después de una serie de ensayos para una obra que mostré en Cali que se llamaba Atlántida, aunque no tenía el mismo proceso desarrollado en los Narcisos, fue el primer planteamiento de un dibujo sobre elagua contenida en unas enormes cubetas. Entonces eran nueve contenedores que formaban un espejo de agua de 4,50 x 4,50 metros. El dibujo consistía sencillamente en las ondas, los círculos concéntricos que se dibujan en la superficiedel agua cuando está quieta y algo como una gota o una piedra la toca.

Una idea del movimiento congelado en una superficie estancada.

Estos primeros intentos los hice de una manera mucho menos elaborada que la de los que haría después, muchas cosas no estaban resueltas o comprendidas del todo. Pero me gustaba en esta pieza esa alusión a la ciudad sumergida, incluso al Museo de la Tertulia, donde estaba exhibida, debajo se veía la cuadrícula de las baldosas de la sala subterránea. A partir de esa experiencia me propuse seguir trabajando esos materiales, pero en una escala menor. Mi siguiente muestra fue en 1995, también en el Museo La Tertulia, por primera vez con los Narcisos pequeños. Luego, amedida que los he ido haciendo los he ido repensando.

MW: Claro, es que en tus procesos muchas veces no está claro qué va a pasar.

OM: Por mi manera de trabajar muy pocas veces la idea sola es la que impone el proceso. Los materiales y maneras de trabajarlos participan mucho en este transcurso y algunas veces son los que determinan a dónde van las cosas. Pero necesariamente es una combinación de todos, eso lo he ido comprendiendo y ha sido fundamental en mi trabajo.

MW: ¿Y por qué pensaste en tomar el mito del Narciso para la obra?

OM: Al principio fue mi retrato en el agua, después llegó el nombre y a mi modode ver completó una idea que a lo mejor estaba allí, como hibernando. Es despuésde exhibirlos por primera vez cuando logro traducir más o menos la idea a palabras. A raíz de una entrevista que me planteó el curador Miguel González empiezo a racionalizar estas complejidades con relación al mito: Los Narcisos terminaron siendo un autorretrato intervenido por otras personas y eventos, no sólo por el fotógrafo o el fotomecánico que pasa la imagen al tamiz, sino también (durante el tiempo de exhibición) los accidentes que modifican la imagen en el contenedor y que yo ya no puedo controlar.

Si tenemos en cuenta que una fotografía o un dibujo convencional se materializan cuando la imagen se fija finalmente al soporte, esto en los Narcisos sólo se cumple cuando el agua, que es la distancia entre la imagen y el soporte, se evapora definitivamente.

Los Narcisos también invierten paradójicamente la idea del retrato como un medio de eternizar un instante irrepetible, al exponerse aquí, como en el retrato de Dorian Gray, a una continua transformación en el tiempo.

Estos tres momentos del proceso en los Narcisos: cuando el polvo toca el agua y se convierte en imagen, los cambios y transformaciones que sufren durante la evaporación y cuando finalmente el polvo se adhiere al fondo, aluden para mí atres momentos definitivos: la creación, la vida y la muerte.

MW: Son procesos en donde se manifiesta la intuición...

OM: Sí, puede ser la intuición, algo a lo que uno acude en primera instancia, pero tiene que ver con el desencadenamiento de una situación futura, una corazonada.

Los Narcisos los considero una pieza determinante para el futuro de mi trabajo, como una obra que me da muchos elementos y complejiza el proceso iniciado en los ochenta. Cada vez que la instalo me gusta hacerla igual, con las mismas imágenes, casi los mismos elementos, los mismos mapas y texturas sobre el agua, todo eso lo dejé permanecer tal como estaba.

Otra cosa que me gusta es que es muy sencillo a pesar de que contiene ideas que me posibilitaron desarrollos posteriores sobre la impresión y la idea de tiempo, pero finalmente es elemental en el sentido en que los materiales terminan siendo agua y carbón, que aún hoy utilizo.

MW: Pero también son determinantes el tamiz y el proceso que viene de la gráfica. Qué paradójico hacer un impresión sobre agua.

OM: En los primeros trabajos que hago con Atlántida no usaba un tamiz de serigrafía, usaba un anjeo templado sobre un bastidor y por allí pasaba el carbóncon el que dibujé esas ondas. Yo había quedado muy impresionado con una obrade Anselm Kiefer que había visto en la Bienal de Sao Paulo en 1987, en el mismo piso donde estaban mis Cortinas. Era una obra sobre el Tigris y el Eufrates, valles donde se desarrolla la agricultura, pero representaba un paisaje urbano fuertemente pesimista: un puente sobre un río, lleno de oxidaciones, de contaminaciones y cargado de materia. Era sobrecogedor ver esa enorme masa de acumulación de pintura. Esa obra me motivó para pensar en Cali como una gran ciudad sumergida, inundada, una ciudad que está por debajo del horizonte; una Atlántida.

No sé si la podría volver a hacer ahora. ¿Cómo sería trasplantarlo a día de hoy? No quedaría como lo hice en ese momento. Como estos procesos ya los hetrabajado tanto, con más sofisticación en los materiales, no sé si me puedovolver tan fresco y desprevenido como era en ese momento. Mi trabajo posterior, como los Narcisos y los Simulacros, está mediado por una serie de ensayostécnicos, no sé cómo resultaría. No sé si podría haber una versión trasplantadade Atlántida.