Igualdad

“Un tal pacto no podrá degradar sino al que nos quiera reducir a la antigua esclavitud, lo que no tememos ni de la virtud de nuestro adorado Soberano el señor don Femando Séptimo que será el padre de sus pueblos, ni tampoco de alguna otra de las provincias de la América que detestan como nosotros el despotismo y que reunidas en igualdad van a formar un imperio cimentado en la igualdad; virtud que se concilia también con la moral sublime del Evangelio cuya creencia es el amor que une a los hombres entre sí”.

Acta constitucional de la Junta provincial del Socorro
15 de agosto de 1810

“Que formada la Junta a que se dio el nombre de Central, las Américas pasaron por el ultraje de que en este congreso se pusiesen en problema los derechos de su representación, y aunque las resultas fueron favorables por la parte que declaró serlo integrantes y constitutivas de la Monarquía, en el mismo acto con una vergonzosa e incomprensible contradicción de principios se practicaron las medidas menos regulares contra la igualdad, así porque la elección de los diputados se sujetó a reglas las más opuestas al uso del albedrío del hombre libre, como porque la última designación del diputado se puso en manos de los que ocupaban el poder relativo y perteneciente a los pueblos del Reino, agregándose a esta depresión la de reducir por el mismo abuso el número de los diputados de América al de nueve, cuya voz no podría menos que estar siempre ahogada en concurso con las de los treinta y seis vocales de las provincias de España”.

Acta de la Suprema Junta de Santafé
26 de julio de 1810

“Los que llamaban diputados de la América, sostuvieron en las Cortes con bastante dignidad la causa de los americanos; pero la obstinación no cedió; la razón gritaba en vano a los ánimos obcecados con las preocupaciones y la ambición de dominar; sordos siempre á los clamores de nuestra justicia, dieron el último fallo a nuestras esperanzas, negándonos la igualdad de representantes, y fue un espectáculo verdaderamente singular é inconcebible ver que al paso que la España europea con una mano derribaba el trono del despotismo, y derramaba su sangre por defender su libertad, con la otra echase nuevas cadenas a la España americana, y amenazase con el látigo levantado a los que no quisiesen soportarlas”.

Acta de independencia de Cartagena de Indias
11 de noviembre de 1811

“Pero SS por fin me veo ya en el caso de hablar de linaje con relación a nuestro sagrado código todos los hombres son iguales por naturaleza y ante la ley. La igualdad no admite distinción alguna de nacimiento… sin igualdad no hay libertad porque entonces el hombre degradado no puede hacer lo que aquel que se le ha sobrepuesto (…) Estableciendo el Dr Miño la desigualdad de condiciones como lo hace cuando pretende con tanta tenacidad la degradasn de los pardos, ha atentado a los derechos comunes de los ciudadanos, ha contraviado los principios primitivos del pacto social, ha turbado la armonía, la unión y el amor mutuo que debe dominar entre los que componen la república, ha dividido al pueblo en dos clases necesariamente enemigas, ha concedido al nacimiento lo que no es debido si no al verdadero merito, ha sofocado todo sentimiento generoso y patriótico en los nobles que ha creado, ha aniquilado todo el fruto de la sangre que nuestros conciudadanos han derramado por 13 años, ha cortado de raíz el árbol de la libertad y nos ha restituido al ignominioso (¿?) yugo bajo cuyo peso habíamos gemido por trescientos años y por cuyo aniquilamiento ha entrado todo el mundo ilustrado en la más difícil y heroica lucha ¿Y qué conducta SS mas impolítica, mas inmoral y atroz que esta?

[…] Y yo concluyo acusando en la forma debida el impreso del Dr Miño, como un libelo infamatorio que vulnera mi reputación y honor, al tratarme de cuadrillero, y de asesino, y como un libelo sedicioso dirigido a excitar la perturbación de la tranquilidad pública, envileciendo la condición de los pardos y transtornado así la constitución de la república, cuyos elementos no pueden ser otros que los de la igualdad y libertad”.

Un miembro de la familia Roca contra el abogado Pablo Miño, por difamación contra dicha familia Ca.
1824.

“No es ésta la primera tentativa con que mis enemigos, los enemigos de mi clase [los pardos], han tratado de desconceptuarme delante del gobierno, delante de mis conciudadanos, delante del mundo entero; ya se ve, yo no pertenezco a las antiguas familias, ni traigo mi orígen de los Corteses, los Pizarros, ni de los feroces españoles que por sus atrocidades contra los desgraciados indios, su rapiña, su usura y su monopolio amontonaron riquezas con que compraron nuevos abuelos [...]

Ciudadanos, que sensible es en mi corazón contemplar que los sacrificios que he hecho por mi Patria, y que me han adquirido el alto rango que obtengo, sean el motivo del celo, de la rabia y del negro odio con que me miran esos hombres a quienes Colombia no debe sino traiciones e indiferencia, esos hombres que cada día y desvergonzadamente redoblan sus ataques y minan el santo edificio de la libertad y de la igualdad del pueblo, para levantar sobre sus ruinas el tablado de la ambición, y sustituir a las formas republicanas las de sus antiguos privilegios y la dominación exclusiva de una pequeña y miserable porción de familias sobre la gran mayoría de los pueblos”.

General José Padilla
Al respetable público de Cartagena

15 de noviembre de 1824

 La igualdad racial de los libres había sido la condición sine qua non para formar ejércitos patriotas capaces de vencer las tropas españoles en Gran Colombia, donde las “castas” dominaban y los blancos eran muy minoritarios. Por esta razón, pardos, mestizos, negros y zambos formaban la gran mayoría de los ejércitos libertadores— pero pocos ascendieron a altos grados militares. Después de la independencia en 1821, la igualdad continuó siendo una idea motivadora, aunque, a medida que la guerra cedía, el concepto de igualdad individual para todos los hombres que pudieran demostrar “civilización” e independencia económica desplazó a los logros militares.

Además la igualdad legal era la ausencia de mención de la raza o clase en las leyes, los censos, los documentos oficiales, pero no se traducía en la igualdad real, en la vida cotidiana. Esta situación produjo tensiones y frustraciones, en particular entre los hombres afrocolombianos que se habían distinguido en la lucha contra España.

Nadie expresó mejor esta frustración que el general pardo José Prudencio Padilla, que jugó un papel protagónico en la liberación de la Gran Colombia, pero que después confrontó el persistente racismo de la élite colonial y despertó en el presidente Simón Bolívar los temores de una pardocracia (literalmente, el dominio de los pardos), lo que lo llevó a su caída y ejecución en 1828. En noviembre de 1824 Padilla publicó un incendiario panfleto dirigido “Al respetable público de Cartagena”. En éste, advertía que “la espada que empuñé contra el rey de España, esa espada con que he dado a la patria días de gloria, esa misma espada me sostendrá contra cualquiera que intente abatir a mi clase, y degradar a mi persona”.

Fuentes:
General José Padilla, Al respetable público de Cartagena, 15 de noviembre de 1824, en Archivo Histórico Nacional de Colombia, Bogotá, Sección República, Archivo Restrepo, fondo XI, caja 88, vol. 170, f. 125-126 (énfasis en el original). Torres Almeyda (1983), Jesús C. El Almirante José Padilla (epopeya y martirio). Reprint, Bogotá, Imprenta y Publicaciones de las Fuerzas Militares, 1990.

Aline Helg
Historiadora
2010

Las definiciones con este simbolo fueron escritas especialmete para esta publicación.