Justicia

“La recta administración de justicia es el más seguro apoyo de la soberanía. Los pueblos descansan en la confianza de poner sus causas en manos puras y nada temen cuando los tribunales la aplican con firmeza. El pordiosero llega satisfecho y no le intimida el oro de su contrario; pero el mayor azote con que en muchas épocas se nos ha afligido, es la corrupción de los jueces, y repetidas veces hemos visto que la justicia sigue atada al triunfante carro del dinero. Para evitar estos inconvenientes, sería muy a propósito que cada cuatro años los colocaran en otras Audiencias y ministerios [...]

Los empleos vendibles y renunciables son indignos de una nación ilustrada. Un buen gobierno los concede a personas de reconocida aptitud y no los pone en pública subasta. El que compra es preciso que venda, decía un Emperador de la antigua Roma”.

Ignacio de Herrera y Vergara
Reflexiones que hace un americano imparcial al diputado de este Nuevo Reino de Granada...
1 de septiembre de 1809

“Nuestra revolución no sólo fue necesaria, fue justa justísima, pero la justicia de la causa no prueba que las cosas vayan justamente”.

Antonio Nariño
La Bagatela, no. 1
14 de julio de 1811

“Aunque mi celo inoportuno me ha extraviado en este discurso, que sólo debía ser inaugural, continuaré todavía mi falta atreviéndome a añadir que el establecimiento de los Tribunales Supremos, que sin interpretar las leyes, y sometiéndose ciegamente a ellas en la distribución de la justicia aseguran el honor, la vida y la fortuna de los ciudadanos me lisonjeo, será uno de los más bellos monumentos que vuestra excelencia erigirá a su gloria. La justicia es la reina de las virtudes republicanas, y con ella se sostienen la igualdad y la libertad que son las columnas de este edificio.”

“Entrada del gobierno de las Provincias Unidas de la Nueva Granada a la ciudad de Santafé”
Gaceta Ministerial de Cundinamarca
, no 207
26 de enero de 1815

“Bien sabido es, según la doctrina de Santo Tomás, que cuando el juramento repugna la justicia hay obligación de no guardarlo y el que lo hizo no necesita dispensa ¿y podrá darse cosa más opuesta a la justicia que subordinarse a un Rey que lejos de hacer la felicidad de sus dominios solo procura su exterminio, y que ha entrado al mando por medio de la usurpación...”.

Argos de la Nueva Granada, no 47
29 de septiembre de 1814

“Los pueblos deben obedecer las leyes; pero los legisladores deben acatar la justicia. Y cuando la injusticia es evidente, cuando el legislador decreta cosas en contradicción con las leyes naturales y divinas, no tiene derecho a la obediencia”.

Catorce mil mujeres Lamistas
18 de mayo de 1927

 Los juzgados, en el periodo de la independencia fueron uno de los espacios donde se vivieron las manifestaciones y expresiones más claras de la República. Fue precisamente en el día a día de la administración de justicia, a través de sus reglas y sus prácticas, donde se definieron las nuevas identidades y formas de relacionarse entre sí de los nuevos republicanos. De la “justicia del rey”, donde se debía aplicar lo que el soberano ordenaba, se dio paso a una justicia que debía aplicar las leyes que expedían los representantes elegidos por los mismos ciudadanos.

En el ámbito de la justicia local la gente común experimentó los cambios entre uno y otro régimen y las normas creadas por el nuevo orden cobraron vida. La justicia municipal fue el centro del sistema judicial, y muchas veces, la única representante de la república en pueblos alejados de la capital. Ante un nuevo caso, no sólo los sujetos implicados se encontraron con sus autoridades, sino que además todo aquel vecino que hubiera podido ser testigo de los hechos participaba. En el proceso de reclamar sus derechos como ciudadanos ante los juzgados, los antiguos vasallos del rey se apropiaron de las nuevas palabras e ideas que circularon después de la independencia. La justicia se convirtió en la aliada de las leyes del nuevo régimen. Pero esta no era cualquier ley, sino una ley “buena”, “honrada”, incluso “sagrada”. Aunque la justicia, como en el antiguo régimen, siguió estando acompañada por la caridad, de la mano de las nuevas ideas republicanas se les exigieron nuevos valores a los jueces. Al mismo tiempo que se apelaba al “piadoso corazón del juez”, se decía que si un funcionario público “no es alcalde para hacer justicia, sino venganza” debía ser condenado o que un alcalde que actuaba llevado por la “pasión” y no por la ley no era justo.

Gina Cabárcas
Historiadora y abogada
2010

 Preguntarme cuánto tiempo hace que no la pronuncio; cuándo dejé de creer que era posible; cuándo dejé de pelear por ella y, sobre todo; por qué y en qué momento terminé aceptando que la reemplazara la palabra seguridad.

Nicolás Buenaventura
Escritor
2010

Las definiciones con este simbolo fueron escritas especialmete para esta publicación.