Los libros de la naturaleza
Proyecto La paz se toma la palabraBanrepcultural.org
Actividad 1

Actividad 2: Probar por primera vez

Presentación:

Este taller invita a explorar algunos sabores de la naturaleza, para recordar así la relación intensamente afectiva que tenemos con ella. 

Ilustración: Granada (fruta)

Aquí vamos a jugar con los sabores de las frutas predilectas, vamos a describir el sabor de un tomate, un mango o una granadilla, vamos a probarlas despacio, como si fuera la primera vez que las comiéramos, viendo bien a qué saben, a qué se parecen, de qué se diferencian, qué tantas emociones despiertan. 

Buscamos así, primero, antes que cualquier cosa, revivir el asombro ante nuestros sentidos, ante nuestro gusto y ante nuestro olfato, ver lo sensibles que son, la cantidad de información que nos dan sobre el mundo y sobre nosotros mismos. Nos asombramos ante nuestra misma naturaleza. Luego, buscamos revivir el asombro ante nuestra cultura agrícola, ante el estallido de sabores, olores, colores y texturas que se dan en la variedad de climas y la diversidad biológica y cultural de nuestro país: las tres cordilleras, las inmensas sabanas y las espesas selvas. Lugares naturales maravillosos, que tienen además la sabiduría de una tradición de cultivo de más de 15.000 años.

Materiales:

Si es posible comunicarse con los participantes antes del taller, pídeles que lleven:

Fruta favorita (en secreto), papel de colores, esferos o lápices.

Por cada 6 o 7 asistentes será necesario llevar:

Tabla de picar, taza, cuchillo de cocina, cucharas.

Una cosa importante es no utilizar ningún desechable que contamine, ni plástico ni poliestireno (icopor).

Ilustración: Piña

Preparación del Taller:

1.

Antes de hacer el taller te proponemos leer este texto de Gonzalo Fernández de Oviedo sobre la piña.

2.

Ahora te pedimos recordar tu fruta favorita. Piensa cómo se la describirías a alguien, cómo la conociste, cuál es tu recuerdo más lejano de ella. 

Piensa por qué te gusta tanto, con quiénes la has compartido, cómo es el árbol de donde viene, dónde la conseguías, con qué amigos la compartías, ¿con tu hermano? ¿Con tus primos? ¿Recordarla te hace sonreír? ¿Te da nostalgia? ¿Te eriza la piel por lo ácido, te produce saliva, te empalaga? ¿Te dan muchas ganas de más? ¿La consigues fácil o ya es difícil?

Esta historia tuya y tus preguntas, serán muy importantes para que los asistentes se animen a hablar de sus frutas favoritas. 

Actividad con los participantes:

1. Propicia un ambiente de confianza con tus participantes con alguna actividad o ejercicio que conozcas.

2. Antes de comenzar pon en un lugar central las frutas que trajiste y los utensilios limpios.

3. Comienza contando la historia de tu fruta favorita.

4. Lee con los asistentes la historia sobre la piña de Gonzalo Fernández de Oviedo.

5. Invítalos a pensar en su fruta favorita a partir de las siguientes preguntas: 
¿Cómo le podemos describir a alguien, que nunca la ha probado, el sabor de nuestra fruta favorita? ¿Cómo podemos contarle sobre su olor y lograr que lo sienta? ¿Cómo le diremos dónde la conocimos y por qué la amamos tanto? ¿Recuerdan cuándo y cómo conocieron esa fruta? ¿Quién se las presentó? También puedes sumar las preguntas anteriores.

6. Ahora sí distribuye las hojas y lápices y pide a los participantes que escriban sobre su fruta favorita, eso sí: que no vayan a decir cómo se llama. 

7. Una vez todos tengan sus descripciones, pide que las lean. Al acabar cada relato, todos jugarán a descubrir qué fruta describió el compañero.

8. Una vez todos tengan sus descripciones, pide que las compartan al grupo. Al acabar cada relato, todos jugarán a descubrir la fruta descrita por el compañero.

Ilustración: Naranja

Por ejemplo, esta es la historia que escribió un participante:

“Es una ofrenda de la naturaleza: lisa, brillosa, fuerte en su corteza para proteger los jugos que se depositan cápsula a cápsula en su interior. Una estela amarga protege la carne entera del placer que entre dulces y ácidos explotan en tu boca”

(Y todos adivinamos: Granada)

Una vez se descubra la fruta, si la persona la trajo, puede ponerla en el centro.  Cerramos esta parte del taller, celebrando la poesía, el recuerdo de esas frutas que amamos y pasamos a la siguiente etapa, en la que ya no trabajaremos con palabras, sino solo con sabores, olores y texturas.


Hasta aquí puedes cerrar esta actividad. Si tienes tiempo, o si trabajas con el grupo de manera regular, te proponemos que continúes con el siguiente ejercicio.

9. Ahora pídeles que formen grupos de 6 o 7 integrantes. Solicítales que se laven bien las manos.
Asigna a cada grupo un lugar con  los siguientes elementos: 

Mesa, tabla de picar, cucharas, taza, cuchillo de cocina.

* Si son niños, recuerda que no pueden manipular cuchillos, necesitas un adulto por grupo, o que trabajen solo con cucharas.

10. Pide a los miembros del grupo que escojan una fruta que quieran imitar. Recuérdales lo que hizo Fernández de Oviedo: les dijo a las personas de su país que el sabor de la piña era una mezcla de duraznos, melocotones, melones y membrillos.

Vamos a jugar entonces para ver si eso se puede hacer, si es posible imitar el sabor de una fruta a partir de otras. 

La misión es escoger frutas de la mesa central, y hacer una combinación de sabores y texturas que logre ser lo más parecida posible a la fruta que eligieron. 

Lo importante aquí, el fin de este ejercicio, es probar y oler con mucho cuidado, como si fuera la primera vez que probaran. Normalmente solo comemos, sin detenernos a probar, a sentir muy bien lo que comemos: ¿qué tan ácida es la fruta, más que el limón, más como el maracuyá o más parecida al lulo? ¿Es más dulce que ácida? ¿Tiene algo astringente, como la curuba? ¿Su olor recuerda un bosque, a la tierra caliente, al páramo? ¿La textura es suave, pastosa, arenosa, dura, aguada? ¿Cómo suena al morderla? ¿Tiene mucha agua, poca, es mantequillosa? 

Ilustración: Kiwi (fruta)

Con estas preguntas y probando despacio, ahora sí viene la actividad: ¿Cómo puedo imitar ese sabor y ese olor? 
Cada grupo hace su preparación, pero eso sí, no dice el nombre de la fruta a otros grupos. 

Aquí van dos recetas que hemos creado durante los talleres:

Un grupo logró imitar el sabor del maracuyá, haciendo una mezcla de granadilla con un poco de zumo de limón y curuba.

Otro grupo imitó el sabor y la textura de la Feijoa, mezclando pithaya, uchuva, fresa y guayaba. 

Otros quisieron presentar solo el olor de la feijoa, y por eso hicieron una mezcla de guayaba, romero, albahaca y cardamomo, que era solo para oler.

11. Al final todos probarán los sabores de cada mesa, intentando adivinar qué fruta han “preparado”.

12. Cierra el taller con un foro en que se puedan compartir las impresiones de todos, los recuerdos de su relación personal con la naturaleza y la cultura que los ha alimentado. Esos alimentos que han formado, al mismo tiempo, un cuerpo y un espíritu. 

Si la gente quisiera continuar la actividad en casa, proponles que entrevisten a sus abuelos y padres sobre sus frutas y sus comidas favoritas. Y si ellas ya no se encuentran fácilmente, pueden pensar en cómo traerlas de nuevo a la mesa: si hay algún recuerdo de quién las sembraba, si hay modo de sembrarlas, si es posible buscarlas en pequeños mercados campesinos y si se encuentran buscar cómo darlas a conocer.


Actividad 1