JULIANA GÓNGORA

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"Quise hallar una relación entre mi oficio como escultora y el que originalmente se desarrollaba en este lugar; por ello investigué sobre temáticas relacionadas con la Casa de Moneda. Entiendo el dinero como una abstracción, mientras que la sal que intercambiaban los indígenas tenía un valor intrínseco al ser una medida de "lo justo". Decidí usar la sal como un gesto mínimo y reparador del espacio. Para mí lo valioso está en el contacto "entre" cada grano de sal. La sal es un elemento transformador: da o mantiene la forma y cuidarla es cuidar la materia (de ahí las supersticiones con las que se la asocia). Al reflexionar sobre ese espacio que llamo "entre", y que constituye lo esencial de mi otra pieza en la exposición, cobra importancia el intersticio "entre" los dos bloques de tierra pisada instalados en la rampa del espacio de exposición, donde está germinando la vida en una semilla de una especie de planta en vía de extinción".