Abel Rodríguez

El nombrador de las plantas: la botanica amazónica desde el saber indígena

— CARLOS ALBERTO RODRÍGUEZ F.

SABER OBSERVAR Y SABER NOMBRAR PARA PODER ILUSTRAR

Una vez con las listas de los árboles organizadas y agrupadas, don Abel comenzó el proceso de ilustrar cada grupo, iniciando con el ejemplar que caracteriza al más importante. Uno de los aspectos más llamativos dentro de esta actividad de dibujar fue que se hizo de memoria, no era necesario ir al monte a observar o revisar, tampoco fueron necesarias fotografías ni la observación de guías o libros, dado que poco aparecen los árboles. Fue un proceso de pura memoria, en Bogotá. Esto muestra el alto grado de sofisticación que pueden alcanzar los métodos locales de aprendizaje y las formas de acumular y trasmitir el conocimiento.

La capacidad de observación del bosque y sus procesos está muy desarrollada entre los indígenas, quienes desde pequeños aprenden a mirar entre la maraña de copas entrecruzadas a la fauna de arriba, micos y aves, la oferta de flores, frutos y bejucos. De igual manera se observan los troncos de los árboles con sus formas, texturas y colores, por lo cual el reconocimiento de las especies individuales tiene muchas entradas y aproximaciones.

Para los biólogos e ingenieros forestales que tenían relación directa con don Abel en sus investigaciones de campo, llamó enormemente la atención su capacidad de plasmar en unas líneas la forma del árbol. Esta habilidad se ha desarrllado en una especialización reciente de las ciencias forestales conocida como arquitectura forestal, desde la cual se han definido los esquemas o modelos básicos de los árboles, que sirven además como criterio de clasificación. Mientras para los especialistas los modelos se dibujaban con líneas, círculos y óvalos, para don Abel le era muy sencilla la representación real del árbol con la distribución y proporción de las ramas y, lo más asombroso, la clara caracterización de las coronas o copas. Esto último es de muy difícil reconocimiento en la selva.