— CARLOS ALBERTO RODRÍGUEZ F.
Para cualquier visitante, llegar a la selva del
Amazonas causa un fuerte impacto. La diversidad y la complejidad
que caracterizan al bosque húmedo tropical se expresan
de muchas maneras, asombrando incluso a quienes
vienen de bosques europeos y norteamericanos. La gran
cantidad de especies de árboles, de lianas, de tipos de hojas
en el piso, junto con la riqueza de sonidos, que anticipan la
presencia de una alta diversidad de fauna, son algunos de
los aspectos que llaman la atención del visitante.
Alrededor de este mundo de la selva se han generado
las visiones y preconcepciones de un mundo desconocido
o por lo menos por descubrir. Se trata de una sensación que
se presenta desde la llegada de los conquistadores y que
hoy se expresa como tal en los comentarios del público en
general y aún en ambientes académicos e institucionales.
La visión de un mundo deshabitado y desconocido se ha
convertido en un mensaje ampliamente compartido, que
se considera normal. Sin embargo, la selva ha estado poblada
desde hace más de diez mil años y sus habitantes han
creado un cuerpo de conocimiento enorme y sofisticado
que permanece de cierta manera desconocido para la ciencia
occidental. La riqueza de los conocimientos indígenas
nos llevan a cuestionar nuestras preconcepciones en busca
de afirmaciones distintas o más apropiadas, como: la selva
de los saberes tradicionales o el bosque conocido desde el
saber local. Estas afirmaciones buscan reconocer que éste
es un espacio desconocido para nosotros, pero no ausente
de conocimiento en términos de sus pobladores locales y
tradicionales.
A pesar de los grandes avances en el conocimiento de
las plantas amazónicas que se ha generado con el establecimiento
de buenas colecciones de herbario, producto de
un altísimo número de excursiones e incursiones a los diferentes
tipos de paisajes amazónicos, para los botánicos sigue siendo un desafío descubrir y describir nuevas especies
de plantas. No obstante, se continúa dejando de lado o
en segundo plano, el conocimiento y la documentación de
los saberes locales, también a pesar de los avances de una
rama de la botánica que se conoce como etnobotánica.
En este artículo se presenta un proceso de documentación
parcial de los saberes de los pueblos indígenas amazónicos,
a través de la experiencia de un conocedor tradicional,
don Abel Rodríguez, miembro de la etnia Nonuya. Esta
etnia hace parte del contexto de la gente de centro, gente de
coca, ambil y manicuera, a los cuales pertenecen los Uitoto,
Muinane, Andoque, Bora y Miraña, entre otros grupos,
quienes ocupan en la actualidad el medio río Caquetá, en el
área de influencia de la región de Araracuara.
La documentación de los saberes locales por sus mismos
depositarios indígenas se puede considerar un proceso
nuevo, debido a que nos hemos acostumbrado a ver al
mundo académico como la instancia que produce, acumula
y disemina el conocimiento. En este caso encontraremos
una nueva posibilidad para documentar otras visiones y
aproximaciones a las plantas amazónicas o, utilizando una
frase de los indígenas, de “contar para que el blanco nos
conozca”.
Don Abel es ampliamente reconocido por su comunidad
como el conocedor de las plantas. A partir de una
amplia interacción con investigadores universitarios del
campo de las ciencias naturales desarrolló un trabajo como
guía, conocedor e informante. Posteriormente consolidó
su propuesta para recoger sus saberes botánicos, bajo un
esquema de investigación propio, que involucra las ilustraciones
de los árboles como eje de la documentación y la
trascripción de algunas anotaciones sobre cada una de las
especies arbóreas. En ocasiones, las anotaciones incluyen
la grabación de historias, cuentos o mitos asociados con
las plantas, o la descripción de las ilustraciones de manera
que incluya lo que no era evidente en los dibujos y debía ser
explicado con mayor detalle.
El proyecto botánico de don Abel, que se presenta a
continuación, se inscribe dentro de una visión del ejercicio
de apoyo a la investigación por parte de Tropenbos Internacional
Colombia1. Este apoyo incluye tanto el fomento
al conocimiento científico, con becas para estudiantes
universitarios, como el fomento a los saberes tradicionales
y locales, para lo cual se definió un mecanismo de becas
adaptadas a los contextos indígenas. Esta estrategia de gestión
de la investigación en la Amazonía pretende reconocer
los saberes locales para crear espacios de interacción, ya
sea diálogo o confrontación, entre el conocimiento científico
y el conocimiento tradicional.
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1. Organización No Gubernamental que apoya la generación de información
para la conservación del bosque húmedo tropical.