— CARLOS ALBERTO RODRÍGUEZ F.
la experiencia de documentación del saber botánico
de don Abel nos lleva a señalar alternativas de interacción,
diálogo y confrontación con la ciencia de la botánica,
la taxonomía y sistemática. La botánica como rama científica
tiene una larga historia y en Colombia apareció muy
temprano en el proceso de la conquista y la colonia española.
La presencia del sabio Mutis y la Expedición Botánica
dejaron profunda huella en el desarrollo del conocimiento
de las plantas en el Nuevo Mundo y un legado de ilustración
que aún hoy está presente.
La Expedición Botánica como concepto continúa jugando
un papel fundamental en el conocimiento de la
vegetación amazónica y de hecho se utilizó como eslogan
para implementar acciones tendientes a conocer de mejor
manera nuestra Amazonía. A principios de la década de los
ochentas se puso en marcha la Segunda Expedición Botánica,
acción gubernamental que también tuvo expresión
en el medio río Caquetá a través de la entonces Corporación
de Araracuara -COA-, que dio inicio a la consolidación
del Herbario Amazónico.
Las acciones de la COA en el medio río Caquetá se dirigieron
a recolectar especímenes botánicos y establecer
un herbario regional en la sede de Araracuara. Para esto
se realizaron excursiones botánicas en toda la zona de influencia.
En este proceso se formó toda una generación de
especialistas que aún continúan trabajando en el tema. El
montaje del herbario “in situ”, como lo reclamaban los pobladores
locales y muchos especialistas tuvo una serie de
inconvenientes debido a la interacción con los conocedores
y posibles interesados locales, con el mantenimiento y
operación de la infraestructura. En el primer caso muchos
indígenas no le veían sentido a “secar plantas y tenerlas
guardadas, cuando están en el monte” y además la visita
al herbario necesitaba de un cercano acompañamiento e
instrucción por parte de los especialistas.
En el caso de la infraestructura, no resultaba nada fácil
ni barato conservar las valiosas muestras botánicas con los
requisitos técnicos necesarios en condiciones ambientales
tan extremas, lo que implicaba instalaciones y equipos sofisticados
que resultaban muy costosos. Además de esto,
un factor inesperado como la incontrolable presencia de
insectos, en especial cucarachas, llevó a que se tuviera que
fumigar con alta intensidad sin tener los resultados de
control esperados, lo que llevó a la decisión de trasladar el
herbario a Bogotá, en donde se contaba con un espacio y
equipo adecuado para asegurar la preservación de las valiosas
muestras botánicas.
El trabajo botánico en la región despertó un proceso de
acercamiento con los saberes locales a través de los reconocidos
conocedores locales, con quienes se comenzaron trabajos
dentro del marco de la etnobotánica y se recogieron
de manera sistemática sistemas clasificatorios indígenas,
las equivalencias entre la nominación científica e indígena
y una buena compilación de usos de las plantas. De cierta
manera allí se establecieron bases importantes para continuar
el trabajo botánico local. A partir de la presencia de
Tropenbos se consolidaron algunos aspectos de la botánica,
esta vez dirigidos hacia la ecología vegetal y la compilación
de información sobre ciertas familias botánicas de
interés, como las palmas, las marantaceas, las anonaceas,
las moraceas, los helechos y muchos otros, que contribuyeron
a ampliar y consolidar las colecciones del Herbario
Amazónico y con ello el conocimiento botánico de la Amazonía
colombiana.
El establecimiento de parcelas para el estudio de la estructura,
composición y dinámica del bosque amazónico
también fue una estrategia metodológica desarrollada
en la región del medio Caquetá. Las investigaciones allí
adelantadas fueron las que abrieron los espacios de interacción
con don Abel Rodríguez y permitieron avanzar en
el real o más sustanciado diálogo de saberes, mediante el
apoyo directo a los indígenas para documentar sus propias
visiones, modelos y conocimientos, desde sus propios espacios
y concepciones, hasta consolidar la experiencia de
trabajo aquí señalada.