Selección de obras de la colección del Banco de la República

Colombia y el Arte Pop

Nicolás Gómez Echeverri

Paquita compra un helado, 1979-1997
Paquita compra un helado, 1979-1997
(detalle)

Miguel Ángel Rojas
Dibujo, instalación y reducciones fotográficas
7 Dibujos realizados sobre la pared con 6.805 reducciones fotográficas de 8 mm de diámetro

Paquita compra un helado, 1979-97
Miguel Ángel Rojas

Miguel Ángel Rojas dibuja una historieta con sucesiones de puntos. Cada punto es una reproducción de tomas fotográficas de encuentros homosexuales clandestinos. Las desventuras que vive la candorosa protagonista del cómic son alegorías a los riesgos que corre una comunidad, la de los homosexuales.

Paquita compra un helado es una historieta infantil de siete recuadros, que narra la historia de una pequeña niña quien, al salir a la calle con la noble intención de comprar un helado, vive una serie de vicisitudes que dificultan su cometido; cuando finalmente disfruta de su helado, termina la historia yaciendo muerta en una cama. El dibujo que describe las escenas que vive Paquita está realizado con sucesiones de puntos de 8 mm de diámetro instalados sobre la pared. Un acercamiento hacia éstos permite ver que cada uno es una reducción fotográfica que muestra un hombre solo o una situación que devela un encuentro homosexual.

Las fotografías que Miguel Ángel Rojas utilizó para dibujar la historieta de Paquita provienen de una serie fotográfica que el artista realizó en 1979 denominada Mogador. En ese entonces, el artista visitaba teatros de cine construidos en los primeros años del siglo XX en Bogotá —entre ellos el Faenza, el Imperio y el Mogador—, que con el tiempo y las transformaciones de la ciudad iban deteriorándose y olvidándose, y se habían convertido en lugares de encuentros homosexuales azarosos y anónimos.  Según explica José Ignacio Roca: “De manera encubierta —que correspondía a la naturaleza misma de esos encuentros— Rojas documenta lo que sucedía en estos lugares tomando fotografías en las cuales la única iluminación provenía de la pantalla misma. Es particular que el telón de fondo para dichos encuentros eróticos fuera la acción violenta: un cruce entre la pulsión sexual y la pulsión de muerte”. [1]

La reducción fotográfica de estas imágenes es un recurso consecuente con el carácter clandestino de la mirada de Rojas sobre las situaciones que rastreaba. Presenta los personajes, sin hacer alarde, ni evidenciando exageradamente los hechos, sino conservando el momento furtivo que significaba el encuentro homoerótico y su presencia como observador. Los puntos sugieren el uso de la lente fotográfica como el agujero a través del cual se miran estos encuentros, y a la vez invitan al observador a aproximarse y hurgar en las imágenes.

Por su parte, según explica Miguel Ángel Rojas: “El personaje Paquita surgió de una mancha que quedó en un plástico sobre el que había pintado un cuadro, parecía una niñita con un extraño tocado caminando mientras comía un helado. El color rosado fuerte de la mancha le daba un toque pop.” [2] El artista afirma haber visto esta niñita como un personaje de historieta infantil, algo así como Periquita o La Pequeña Lulú.

La obra Paquita compra un helado reúne dos formas de expresión ambiguas entre sí: por un lado, el lenguaje aparentemente trivial e inocente de la historieta y, por otro, la imagen cruda de los encuentros homosexuales de la serie Mogador. No obstante, la desventurada historia que vive Paquita, al ser pisoteada, arrollada y perseguida, permite comprender la asociación de recursos que propone el artista. La historia de Paquita es una metáfora que, mediante los logros gráficos del cómic y la historieta, advierte sobre el destino fatal de los homosexuales en un mundo de riesgo velado socialmente.

El artista pop norteamericano Roy Lichtenstein trasladaba los recuadros de tiras cómicas —con su respectiva trama— a formatos tradicionales de  pintura de mayor tamaño, explotando así las propiedades gráficas del medio impreso. A partir de un lenguaje de origen aparentemente frívolo, aludía a escenas de guerra, formas de identificación de las emociones y la historia del arte occidental. Sobre la pintura As I opened fire de Roy Lichtenstein (1964), —unas metralletas de avión disparando fuego—, Miguel Ángel Rojas realizó una interpretación reemplazando los puntos pintados de la obra original, alusivos a los impresos comerciales de los comics, por recortes circulares de hojas de coca. En esta obra titulada Bratatatá (2002), Miguel Ángel Rojas utiliza la referencia a la circulación y el consumo masivo de la guerra que sugiere Lichtenstein, y adapta el mensaje al contexto colombiano en el cual ésta es provocada por las acciones de las mafias de producción y distribución de cocaína.

Otro trabajo en el que Miguel Ángel Rojas recurre a una referencia del arte pop es la instalación Nowadays (2007), en la cual utiliza los puntos de hojas de coca para escribir sobre un muro la frase “Just what is it that makes today’s homes so different, so appealing?” (¿Qué es lo que hace a los hogares de hoy tan diferentes, tan atractivos?). Dicha frase es el título que el artista británico Richard Hamilton dio a un collage realizado en 1956, en el cual recrea una escena doméstica utilizando recortes de imágenes publicitarias de electrodomésticos, mobiliario y productos alimenticios, donde conviven un hombre fisiculturista, una mujer semidesnuda que reposa sobre un sofá y otra mujer que hace el aseo del lugar. El collage de Hamilton presenta simultáneamente los avances tecnológicos, las referencias a las industrias del espectáculo, los desarrollos del diseño gráfico e industrial y los modelos de belleza del cuerpo que están integrándose a los hogares de mediadios de siglo, a través de los medios de comunicación y las ofertas de consumo. El dibujo que propone Miguel Ángel Rojas traslada y traduce la cuestión al cambio de siglo, al centrar la atención al título de la obra, y mediante el recurso de las hojas de coca, abre un cuestionamiento sobre los gustos y los valores que pueden adoptar los hogares en una sociedad inmersa en los conflictos que genera la producción, venta y consumo de las drogas. 

¿Qué rescata del movimiento pop?
La gran lección del pop para mí, es la mirada de la sociedad a sí misma.

La relación entre Miguel Ángel Rojas y el Pop, es una relación de apego y desapego a la vez. La voluntad de hablar sobre lo inmediato lo mezcla con una denominación de origen, por decirlo de alguna manera; lo mezcla con una persistencia de sus orígenes campesinos, y va construyendo una obra mezclada de aquí y allá: del pop de los años 60 neoyorquino, londinense y consumista, con un diálogo con lo popular que es otra cosa. Lo popular es una palabra imposible de definir pero tiene ecos de permanencias en el tiempo de la historia de los países latinoamericanos y de sus recursos naturales.

—Natalia Gutiérrez [3]


Miguel Ángel Rojas
(Girardot, 1946)

Miguel Ángel Rojas empezó su carrera artística siguiendo una línea de trabajo común a muchos artistas que comenzaron a figurar en los años setenta en Colombia, quienes a través de una rigurosidad y experticia técnica del dibujo registraron espacios y protagonistas de la vida lasciva, nocturna y clandestina en ciudades como Cali, Medellín y Bogotá; figuraron en este grupo artistas como Óscar Muñoz , Óscar Jaramillo, Ever Astudillo, María de la Paz Jaramillo y Saturnino Ramírez, entre otros. Miguel Ángel Rojas, por su parte, ha conjugado la observación de fenómenos marginales de la sociedad, con su condición y experiencia íntima. A partir de 1972  realizó series de dibujos en grafito que insinúan encuentros entre parejas homosexuales, develando su carácter oculto y erótico mediante la descripción exacta de fragmentos y detalles de sus prendas y accesorios, y la insinuación de sus posturas corporales. Este trabajo lo condujo eventualmente hacia la experimentación con técnicas fotográficas y de impresión gráfica, mediante las cuales tomó registro de los encuentros homosexuales furtivos que tenían lugar en antiguas salas de proyección de cine del centro de Bogotá (ver: Platea y De cinco dedos de furia, Colección Banco de la República). 

A lo largo de su carrera artística, Miguel Ángel Rojas ha experimentado con diversos materiales y recursos técnicos en los campos de la pintura, la fotografía, el video y la instalación. Recientemente, ha utilizado recortes de hojas de coca y billetes de dólar como materiales que evidencian un propósito de reflexión en torno a las prácticas de producción, distribución y consumo de drogas en Colombia.


Textos con referencia a la obra


Miguel Ángel Rojas: rastrear el origen de una mirada indeleble

Natalia Gutiérrez
en: Art Nexus, número 49, junio de 2003.

[...] Depués vinieron otras obras con reducciones de fotografías de las experiencias en los teatros: Oblicua en 1972, Corazones y Paloma en 1973. Pero las fotografías del Mogador, tal vez porque son capturadas a través de un orificio y documentan la intimidad, quedaron imborrables en el ojo. En 1998 se convirtieron en una córnea, como la definición literal: “una superficie dura y transparente en forma de disco abombado que es la capa exterior del globo ocular situada en la parte anterior de éste sobre el iris y la pupila”. Ocho mil reducciones de círculos de menos de un centímetro, endurecidos con resina, se convirtieron en siete viñetas de 77 x 114 cm, pegadas en la pared, y conformaron la historieta Paquita compra un helado.

Paquita surge de una experiencia muy bella, de una mancha que encuentra en su taller al azar, una mancha de tinta rosada que parece una muñequita con un absurdo tocado y tiene 7 secuencias. Al respecto, es muy interesante la noción de arquetipo que Román Gubern trae a cuento, y es que a pesar de su acuñación platónica que apunta hacia un cielo de ideas, los arquetipos remiten en realidad a la suma de nuestras experiencias cotidianas acerca de la idea de la belleza, el valor, etc. No nacen del cielo, sino que nacen de los sufrimientos y goces cotidianos. Esta historieta nació del trauma de ver a sus amigos agonizar, enfermos de sida. Rastrear el origen de los puntos de coca obliga necesariamente a considerar a Miguel Ángel Rojas como un vértice entre la cultura popular y la cultura de masas. [...]

Hojas de coca como pequeños lentes

Natalia Gutiérrez
en: Catálogo de la exposición Miguel Ángel Rojas: objetivo subjetivo. Banco de la República, Bogotá, noviembre 2007 – febrero 2008. Curador: José Ignacio Roca.

Pienso que hay un diálogo permanente y a través del tiempo, entre Miguel Ángel Rojas y el movimiento Pop. Un diálogo que me atrevería a definir como la voluntad de pensar las obras de arte como un espejo, un poco perverso, donde la sociedad se mira a sí misma. Es una mirada paradójica: gozosa, porque el Arte Pop disfruta de la contradicciones del ser humano; irónica, porque muestra diferentes lados de un problema del que no se escapa nadie, ni siquiera el autor, y por eso no juzga. Es una mirada que hace un inventario de lo objetos más banales, un inventario de los flujos del deseo, y pienso que por la contribución de la obra de Miguel Ángel Rojas, un inventario de los flujos de dinero, de armas, de drogas, más escondidos pero definitivos.

[...] La imágenes de los artistas pop más que un discurso sobre lo que debemos ser, nos hablan de la relación que tiene el hombre con las cosas; son contextuales: hablan de los objetos y los mensajes que están en medio de esa burbuja espacio temporal que es el universo cotidiano. Por eso aparecen los fenómenos con mayor nitidez y quedan grabados en la memoria. Son imágenes que recordamos y nos hacen sonreír; son imágenes “pensativas” como diría Roland Barthes, que preguntan pero que con su silencio señalan y comentan.

Yo insisto en que en la aparente obviedad de las obras pop está su poder. Sintetizan en una imagen o en un slogan publicitario los problemas sociales. En su aparente reducción del problema, el concepto viaja rápidamente y a veces permite construir iconos, aquellas imágenes donde la preocupación principal de una sociedad, la que realmente le da forma, se encarnan en una imagen. Las imágenes pop son íconos cuando se convierten en la cita pertinente, lo que había que decir y no se había dicho. Me gusta la capacidad que tienen algunos artistas para referirse a lo cotidiano y concentrarlo, como dice Hanif Kureishi, pero también para  desenmascararlo con gracia.

Mientras escribo tengo en mi mente dos dibujos con puntos de hojas de coca de Miguel Ángel Rojas que son iconos para mí:!Bratata!, unos cañones, signos de la guerra, dibujados con hojas de coca. Y Nowdays, un letrero que se pregunta sobre la apariencia sexy y atractiva de los hogares contemporáneos y en secreto piensa en el exceso, el consumo, la apariencia deseada que rodea lo cotidiano: me refiero a “Just what is it that makes today’s homes so different so appealing?”, escrito con hojas de coca. [...] 


Bibliografía

Barrios, Álvaro, Orígenes del Arte Conceptual en Colombia. Alcaldía Mayor de Bogotá, Premio Convocatoria Imaginación en el Umbral, 1999.

Garzón, Diego. Otras voces otro arte, diez conversaciones con artistas colombianos. Editorial Planteta, Bogotá, 2005. pp. 18-43.

Gutiérrez, Natalia. “Miguel Ángel Rojas: rastrear el origen de una mirada indeleble”, Art Nexus, número 49. Bogotá, junio de 2003. pp. 62-65.

Herzog, Hans-Michael (ed.). Cantos cuentos colombianos: arte colombiano contemporáneo. Daros-Latinoamérica, Zurich, 2004.

Rueda, Santiago. Hiper/Ultra/Neo/Post: Miguel Ángel Rojas, 30 años de arte en Colombia. Instituto Distrital de Cultura y Turismo, Bogotá, 2003.

Rueda, Santiago. “Olor de santidad”, Ensayos sobre arte contemporáneo en Colombia. Premio Nacional de Crítica, segunda versión. Facultad de Artes y Humanidades, Universidad de los Andes; Ministerio de Cultura, Bogotá, 2006.

Varios. Catálogo de la exposición Miguel Ángel Rojas. Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República, 1991. Curador: Raúl Cristancho.

[1], [2], [3] Varios. Catálogo de la exposición Miguel Ángel Rojas, objetivo subjetivo. Banco de la República, Bogotá, noviembre 2007 – febrero 2008. Curador: José Ignacio Roca.