La caricatura en Colombia a partir de la independencia

Curaduría
Beatríz González Aranda

Casa Republicana

diciembre 2
2009

junio 15
2010

El verbo y la gráfica crítica

Por Beatriz González Aranda

Era común en el Nuevo Reino de Granada quemar impresos satíricos en la esquina de la plaza y la catedral. El lenguaje de los pasquines fue un ejercicio que entretuvo los odios y las divisiones y que preparó el ánimo para la aparición de la caricatura. Cuando tuvo lugar la revuelta en El Socorro, en 1781, donde se reunió el grueso de los Comuneros con el ánimo de marchar sobre la capital, esta se mantenía al margen. No obstante, se manifestó un movimiento clandestino que se tradujo en anónimos y pasquines como el siguiente que fue fijado en un lugar público:

“Santa Fees: ¿tanto aguantar?/ No en balde os llaman patojos,/ Pues pulgas, niguas y piojos/ No os dejan levantar”14.

La aparición de pasquines alusivos a la libertad y a la opresión española, en algunos lugares del Nuevo Reino de Granada, en 1794, coincidió con la difusión y la traducción de Los derechos del hombre y del ciudadano:

L o que en la margen se advierte
A voces se pedirá:
L a ocasión dará la suerte
Y podremos respirar
B ien claro se nos ofrece
E ste partido apurar
R ayos exale el infierno [sic]
T rastorne la facultad
A cábese este gobierno
D e tanta incomodidad.

“Principio quieren las cosas/ Para conseguir las empresas/ Que se quiten tres cabezas/ Para acabar estas mofas”.

El 19 de agosto de 1794 apareció fijado en Santafé de Bogotá un pasquín subversivo en prosa, que decía:

“Si no quitan los estancos/ Si no cesa la opresión/ Se perderá lo ganado/ Tendrá fin la usurpación”.

El estado se ánimo de los neogranadinos se discierne de las publicaciones críticas y satíricas. Las viñetas dieron un giro de lo decorativo a lo conceptual. Manuel del Socorro Rodríguez, en su periódico El redactor americano del Nuevo Reino de Granada, publicó en 1808 una viñeta muy diciente: “Disfraz y pluma” ¿Qué quiere decir con esta imagen? ¿El escritor debe ocultarse tras la máscara para poder expresar sus ideas?

La pelea entre los grupos nariñistas y antinariñistas se tradujo en nombres como los “carracos” y “pateadores” quienes se enfrentaron en el escenario burlesco de Santafé de Bogotá. El estilo literario de La Bagatela (1811-1812), el periódico de Antonio Nariño, está lleno de alegorías, de parodias y presencia de animales que prepararon la llegada de la risa.

Un poeta realista gaditano, Francisco Javier Caro, se burló de los patriotas con sus “siluetas”, una técnica literaria de la época. Una muestra de ello es la que le dedicó al jefe patriota Antonio Baraya: “Baraya es un botarate/ Y un cobarde mequetrefe, /Que quiso meterse a Jefe/ Siendo un pobre zaragate/ Este militar-petate/ Con su cara de chorote/ Y su nariz de virote/ Queriendo enderezar tuertos,/ Hace entre vivos y muertos/ El papel de don Quijote”.

De igual manera, el sacerdote de Tabio, José Antonio Torres y Peña, también realista, manifestó en Santafé cautiva su odio contra los patriotas y contra Bolívar por la toma de Santafé de Bogotá en 1814, durante la guerra de centralistas y federalistas: “Mozo/ con aspecto feroz y amulatado,/ De pelo negro, y muy castaño el bozo;/ Inquieto siempre y muy afeminado,/ Delgado el cuerpo y de aire fastidioso/ Torpe de lengua, el tono muy grosero,/ Y de mirar turbado y altanero”.

Verso:
Por pintar al Doctor Quijote
retratan al Doctor Guerra
que necio, que paparote, que ignorancia (sic)
la que encierra.
Por pintar al Doctor Guerra
Pintaron al doctor Quijote
Ole! El hijo de la perra.
Vestido de monigote

14 Pilar Moreno de Ángel, Santander, Bogotá, Planeta, 1989, p. 25.