Habeas Corpus:
que tengas [un] cuerpo [para exponer]

Sacrificio —Variación Nº 1—

Ningún documento escrito da cuenta de la conversación que tuvo Dios con Abraham antes de que procediera al sacrificio de su hijo. Según Derrida, Dios pudo haberle dicho: “¡Pero ante todo, sin periodistas!”42. Solicitud iconoclasta que apela a la confidencialidad y al pacto secreto. Cualquier traición a la reserva hubiera hecho del sacrificio un evento creíble porque los medios lo certificaron, lo hicieron televisable (visto a la distancia). Y si hablamos del sacrificio de Isaac es porque, en efecto, alguien filtró la información.

Gasto y gusto. La sangre no para de correr. Para Jean Luc Nancy, la pornografía es la llaga que no cierra. Pero es que no es necesario que cierre, por lo menos antes de que vacíe el contenido purulento. Lo abyecto seduce y luego aparta, oscila entre la atracción y el rechazo permanentes. Lo abyecto no solo tiene una capacidad transgresora y perturbadora; también ejerce una función reguladora dentro de la sociedad. Purga, limpieza, catarsis. Acercarse a lo abyecto, “sondar la herida del trauma, tocar la obscena mirada-objeto de lo real”43 es un intento de ver para Ver. El regreso de la cultura a la naturaleza o, en términos de Levi-Strauss, de lo cocido a lo crudo, lo abyecto es una forma sintomática de la necesidad apremiante de salir de-sí. Frente a lo abyecto dice Julia Kristeva44, el cuerpo se da vuelta como un guante, quedan las tripas al aire. El cuerpo se auto expulsa en un reflejo auto inmunitario. Es el paso de la violencia representada a la violencia de la exposición y de la presentación.

Sucede que, a veces, curar la herida es inútil y “sanar las heridas” no deja de ser una piadosa práctica Nueva-Era. La herida puede quedar abierta para siempre, sobre todo si es hecha por la mismísima mano de Dios:

“Dios había metido su dedo en la red de mis nervios, y, discretamente, al pasar, había embrollado un poco los hilos. Dios había retirado su dedo y en él habían quedado fibras y finas raicillas arrancadas a los hilos de mis nervios. Y en el sitio tocado por su dedo, que era el dedo de Dios, había un agujero abierto; y en mi cerebro, una herida hecha por el paso de su dedo. Pero después que Dios me tocó con el dedo de su mano me dejó tranquilo y no volvió a tocarme, ni permitió que me sucediera ningún mal. Me dejó ir en paz; pero me dejó con el agujero abierto”45.

Dios tiene mano de cirujano: su gesto es el de abrir, separar, disecar. Es la misma táctica de la búsqueda del sentido. Abrir la imagen o abrir el cuerpo no puede ser resultado de una violencia irracional. Entrar sin destruir es asunto de método y de tiempo; su ingreso es operativo, “se adentra hondo en la textura de los datos”. Benjamin aclara así que estamos ante una tarea de sensibilidad y entendimiento, de delicadeza y audacia, cualidades aunadas y no rivalizando entre sí. Asimismo opera el cirujano: entrar sin romper, deslizarse en los intersticios, interpolarse en los pequeños espacios…

La “imagen abierta” no se refiere a la “Obra Abierta” en el sentido de Umberto Eco. No es la obra polisémica que juega y permite una multiplicidad de interpretaciones. Sería más bien una imagen (un cuerpo) en el sentido de Warburg, donde se reúnen símbolos y síntomas, saberes y no-saberes, metáforas y metamorfosis, conceptos y fantasmas, razón y monstruos. Imágenes que se revelan y se rebelan a la vez. “Las imágenes se abren y se cierran como nuestros cuerpos que las miran”, dice Didi-Huberman46. Pues es el gesto propio de la imagen abrirse, disponerse y presentarse abierta para establecer un flujo entre adentro y afuera. Imágenes que funcionan como relicarios donde se exponen partes del cuerpo u ostensorios donde se expone la hostia, tecnologías de la mirada y tecnologías del dispositivo de exhibición. Las heridas y los estigmas de Cristo se representan como bocas húmedas o sexos femeninos abiertos. Heridas boquiabiertas que balbucean invitando a entrar en ellas: “Inmola a Cristo para ver lo que contiene un Dios; haz una incisión crucial al misterio”47.

Si las imágenes (los cuerpos) nos invitan, nos acogen, nos alojan ¿tenemos ojos para entender o entendimiento para ver? Rilke cree que lamentablemente en el hombre los ojos están dispuestos hacia adentro, imposibilitados para ver y funcionan más como trampas que como aperturas, en vez de liberar cercan, impiden acceder a lo Abierto48.

42. Jacques Derrida, Surtout pas de journalistes!, París, Éditions de L`Herne, 2004, p. 35.

43. Hal Foster, op. cit., p. 161.

44. Julia Kristeva, Poderes de la perversión, México, Siglo XXI, 1988.

45. Knut Hamsun, Hambre, Madrid, Aguilar, 1957, p. 51.

46. Georges Didi-Huberman, op. cit., p. 25.

47. Victor Hugo, Dios (fragmentos), citado por Georges Didi-Huberman, op. cit., p. 49.

48. “Con todos los ojos ve la creatura, lo abierto. Pero nuestros ojos están como al revés, y completamente en torno suyo, la cercan como trampas, alrededor de su libre salida”. Rilke, Octava elegía a Duino, Caracas, Monte Ávila Editores, 1986, p. 79. Heidegger se basó en este poema para desarrollar su concepto de “lo abierto” como relación entre el ser y el mundo, como lo humano que se abre ante lo velado y lo develado del mundo.