Habeas Corpus:
que tengas [un] cuerpo [para exponer]

Sacrificio —Variación Nº 2—

Kafka84 propone una variante al sacrificio de Isaac: Abraham no acude a la cita con Dios. No porque haya dejado de creer, no porque no crea en la necesidad del sacrificio sino porque no se considera digno por su aspecto repugnante y por la suciedad de su hijo. No están “presentables” para un rito que será visible, tele-visable, del que todo el mundo hablará. “Presentable”: traído al Presente de la transmisión en “vivo y en directo”, traído al mundo de la Presentación.

Decapitaciones, ojos afuera, lenguas cortadas, senos cercenados, amputaciones, vísceras afuera… son algunas figuras que comparten el santoral católico y las formas de la violencia en Colombia desde los años cincuenta. No hay relaciones causales entre lo uno y lo otro, ni soluciones de continuidad, ni equivalencias o simetrías exactas… Lo que hay es lo que Warburg llamó “fórmulas de pathos”, que pertenecen a unas figuras de la historia de la larga duración y a técnicas universales de la razón violenta sobre el cuerpo. Lo interesante aquí es que los cuerpos violentados y sus representaciones, en este régimen trans-histórico, se interpretan y se interpelan unos a otros. Refiriéndome a la Violencia de los años cincuenta y al retorno de sus figuras con la violencia paramilitar, decía:

“La violencia se ensaña con los cuerpos. Cuerpos heridos, abiertos, desmembrados, expuestos en una disolución violenta de las formas, provocan la caída en el abismo del horror. Horror que también fascina. Horror que ejerce su poder político rompiendo violentamente el sentido, sembrando la incredulidad y el miedo, diseminando salvajemente su mensaje didáctico. Teatro del Horror para que el público no olvide. Ritual cuyo proceso o resultado final (aún después de la muerte) tiene que saltar a la vista: Texto, Teatro y Exposición. La destrucción de los cuerpos durante las diferentes violencias que ha vivido el país, pasa siempre por una meditada puesta en escena para potenciar sus signos en escritura. El cuerpo es el espacio gramatical de lo visible y lo legible. El cuerpo es el lugar de inscripción desde tiempos inmemoriales, pero también de “excripción”, expulsión y excreción de sentido, sentido excrito (en el sentido de Nancy)”85.

El conocido texto de Bataille sobre el dedo gordo del pie, comienza con una frase contundente (tanto como las fotografías de J. A. Boiffard): “El dedo gordo es la parte más humana del cuerpo humano…”86. Al principio, el texto especifica la importancia filogenética de dicho dedo para que el hombre pueda erguirse y luego entra en una serie de caracterizaciones que lo confirman como un objeto extraño: deformidad, raquitismo, callos, durezas, juanetes, parte baja, innoble, hilarante, desordenada… Hay una oscilación entre el desagrado que invita a ocultarlo (en China es inmoral mirarlos) hasta diferentes modalidades fetichistas que lo desean y gozan con deleite.

En su Teatro anatómico de 1592, el médico y botánico suizo Gaspard Bauhin refiere la existencia de un hueso que se resiste a toda corrupción, que sobrevive al agua y al fuego, que ninguna fuerza externa puede romper. El día del Juicio Final, Dios mojará este hueso con rocío celestial y entonces, milagrosamente, todo el cuerpo se regenerará alrededor. No hay acuerdo entre los anatomistas sobre la ubicación del hueso, eje de la resurrección. Vesalio dice que tiene forma de guisante y que se encuentra en la primera falange del dedo gordo del pie87.

El dedo gordo del pie de san Francisco Javier es adorado en un relicario en la Basílica del Buen Jesús en Goa, sur de la India. Ya sea que haya caído espontáneamente o que haya sido arrancado como sucedía durante la rapiña por reliquias de santos recién fallecidos, el dedo encerrado en su relicario tiene los mismos poderes mágicos que cualquier otra parte más “digna” del cuerpo y seguramente más costosa en el mercado de las reliquias. Es seguro que el dedo del santo comparte el aspecto “tarado y humillante” (Bataille) del dedo de cualquier pedestre y esta extrañeza es su primer elemento aurático; pero tiene un aura doble que le confiere el relicario como el estuche que salvaguarda y vehiculiza su poder mágico. Aquí la fuerza de la experiencia nos sume en profunda paradoja, “la extrañeza de las imágenes nos libra a un exceso del conocimiento que puede ser alternativamente revelación (videncia) y ofuscación (delirio)”88. Experiencia parecida se vive al visitar el osario de la Capilla de los Capuchinos (siglo XVIII) en Roma. En siete bóvedas, miles de huesos de monjes están instalados en paredes y techos formando primorosas composiciones, ornamentaciones geométricas y flores de todo tipo. Espectáculo entre dantesco y coqueto, que llevó a decir a un espíritu tan sensible como el marqués de Sade al visitarla en 1776: “No he visto nada tan impactante”89.

El acto de comerse al otro permite una incorporación, una interiorización de las cualidades (pero también defectos) del otro: “Absorción del sacro enemigo, para transformarlo en tótem” (Oswald de Andrade). Por lo tanto, hay ingestiones que alimentan y otras que indigestan, ingestiones amorosas e indigestiones dañinas. Es el riesgo de no saber qué se está comiendo, ni dónde. Melville90 refiere el caso de un viejo nativo de la isla Maui del archipiélago de las Sandwich (sic). Este jefe se había hecho célebre porque se presentaba a sí mismo como “la tumba viva del dedo gordo del pie del capitán Cook”, afirmando que en un festín caníbal, después de la muerte del explorador, le había tocado en suerte el dichoso dedo.

En su teoría sobre la pintura, Alberti asegura que en las historias representadas siempre hay guías para el público. Una de ellas es la mano que llama a las miradas, los dedos señalando algo en el espacio pictórico. Hasta que san Juan agache el dedo. El dedo de san Juan Bautista que señaló a Cristo fue lo único que sobrevivió a la incineración del cuerpo91. Docenas de relicarios aseguran contener el dedo original. En la iconografía del santo, el dedo señala al cielo, índice extendido, figura del orador, dedo conductor, mensaje que escapa del mundo terrenal. ¿Adónde señala el dedo de Galileo? En el Museo de Historia de la Ciencia, en Florencia, conservan celosamente el dedo medio de la mano derecha del sabio, apuntando hacia el cielo, en un relicario que por pertenecer al mundo de la ciencia no deja de ser menos religioso.

“Mano muerta” era una figura jurídica medieval que le permitía al amo quedarse con todos los bienes de su siervo muerto. Mano muerta y cortada es la mano que yace sobre el asfalto en El perro andaluz, de Buñuel. En Tito Andrónico, de Shakespeare, asistimos a un delirante corte de manos (también de lenguas). “Si quieren sangre y boato, lo tendrán!”, dijo Shakespeare a propósito de esta pieza 92. A Lavinia, hija del general romano Tito Andrónico, le cortan la lengua y las manos. A Tito le dicen que si se corta una mano y la envía al emperador, este les concederá la gracia a sus hijos; pero a Tito le devuelven las cabezas de sus hijos junto con su mano cortada. Mano cortada, mano siniestra. El concepto freudiano de lo siniestro, viene de una familiaridad con la mano (a la mano) que se torna espantosa: mano desprendida, mano autónoma que sigue actuando (a trasmano).

Alias Rojas, guerrillero de las FARC, mató a su comandante Iván Ríos y en prueba de ello entregó la mano cercenada del occiso. Como en la tragedia de Shakespeare, la mano de Ríos sigue un dantesco periplo y no encuentra descanso: “Aparentemente el cuerpo tendrá que ser enterrado en un lugar diferente al de la mano, pues hacen parte de dos procesos distintos, cada uno con un fiscal respectivo. Sólo si la justicia determina que los dos procesos se deben unir en uno y pasar a un tercer fiscal, se juntarían cuerpo y mano. Pero eso podría tardar semanas e incluso meses”93. Una solución práctica y original a un problema parecido encontró el general mexicano Antonio López de Santa Anna. Después de perder su pierna izquierda en una refriega contra los franceses en 1838, organizó con pompa y ceremonia el entierro de su propio miembro amputado94. Una larga saga de partes del cuerpo cercenadas al santoral político latinoamericano (el dedo índice de Evita Perón, las manos del Che, entre otras) apuntan siempre a la pregunta y al problema esencial después de todo crimen: ¿qué hacer con el cuerpo? Parafraseando a Freud se podría decir que el cadáver no solo es poderoso soberano sino también poderoso enemigo. Problema al que los nazis dieron “solución final”: no dejar rastro ni memoria, solo cenizas. Los paramilitares colombianos aprenden lecciones de la historia y construyen hornos crematorios en el departamento de Norte de Santander. Pero, al igual que después de la Alemania Nazi, aún las cenizas se empecinan en hablar.

Cuentan de san Dionisio que inmediatamente después de ser decapitado, se puso milagrosamente de pie, se inclinó, recogió del suelo su cabeza y llevándola en sus propias manos, caminó dos millas guiado por un ángel que le precedía envuelto en celestiales claridades; al llegar a un paraje llamado Monte de los Mártires, se detuvo porque allí, por su propia elección y por decisión divina, había de ser enterrado95. Sabemos de los miembros fantasmas, pero ¿que podría significar una cabeza fantasma?

¿Por qué Dios odia a los amputados? Así se denomina un sitio (“dominio”) en Internet (www.whydoesgodhateamputees. com). Aquí se cuestiona por qué Dios en su omnipotencia no puede (o no quiere) regenerar las extremidades perdidas así como supuestamente cura enfermedades diversas. ¿Por qué Dios, en su infinita sabiduría y misericordia, no dotó al hombre con la capacidad con que sí dotó a ciertos reptiles de autogenerar partes del cuerpo perdidas? El debate no se hizo esperar. La facción católica creó su sitio (“dominio”), ¿Por qué Dios ama a los amputados? (www.whygodlovesamputees.com96), donde contraargumentaban que los misterios de Dios son insondables y que la Biblia no debe interpretarse literalmente. Se trata de una lucha de dominios, no solo en el ciberespacio sino en el campo teológico-político. Pero aún cuando suceda en el mundo virtual, hay toda una lucha cuerpo a cuerpo, lucha por ampararse del cuerpo político, del cuerpo filosófico y del cuerpo teológico. El cuerpo como eterno botín de guerra.

¿Si la restitución de las partes no se hace en vida, puede esperarse después? Los Padres de la Iglesia se planteaban complejas discusiones sobre si Cristo resucitaría con las uñas y el cabello perdidos en vida, con los intestinos llenos o vacíos, circuncidado o no. Santiago de la Vorágine nos explica una de las razones que hicieron necesario que al niño Jesús le practicaran la circuncisión al octavo día: “…Andando el tiempo algunos sostendrían que su naturaleza humana no era real sino aparente y fantástica, y para evitar que ese error prosperara, se sometió a esta práctica ritual a fin de que quedara constancia de que de la herida que le produjeron brotó sangre auténtica, y por tanto, que auténtico era su cuerpo y no fantasmagórico, ya que los cuerpos fantasmagóricos carecen de sangre”97. Muchos herejes atribuyeron a Cristo un cuerpo fantasmagórico (Maniqueo), cuerpo divino (Apolinario), cuerpo celestial (Valentino). Es la circuncisión y la sangre derramada por el niño que certifica la carne humana.98 En carne viva para ver, oír, sentir, sin lugar a dudas. Nada de fantasmagorías. Operación de tajar, abrir, separar, circunscribir el tejido-texto. Es la circuncisión el rito de tránsito de lo impuro a lo puro. Es “herida cifrada” en términos de Derrida, “…un paso más allá de, por encima de lo que se lee hasta la sangre, hasta la herida, alcanzando ese lugar en que la cifra se inscribe dolorosamente, incluso en el cuerpo (…) La herida, entonces, o su cicatriz se hace significante, pende de un hilo de la lectura”99.

Si no hay cuerpo-fantasma, ¿puede haber prepucio fantasma? Joyce se refería a Yavhé como el “coleccionista de prepucios” ¿Dónde están los ejemplares de esta vasta colección, pero uno, el del niño Jesús en particular? Santa Catalina de Siena soñó que Jesús la esposaba con el prepucio como anillo de compromiso. La reliquia se la disputan diferentes santuarios: abadía de Charroux, abadía de Coulombs, basílica de San Juan de Roma, catedral de Puy-en-Velay, Santiago de Compostela, Amberes, las iglesias de Besancon, Metz, Hildesheim y Calcata, entre otros.100 Ante la duda, podría tomarse en consideración la hipótesis del teólogo Leo Allatius (siglo XVII): el Santo Prepucio ascendió milagrosamente para conformar el anillo de Saturno. Orbita eterna. Exposición eterna.

84. Citado por Roberto Calasso, La ruina de Kasch, Barcelona, Anagrama, 1989, p. 216.

85. José Alejandro Restrepo, op. cit., p. 21.

86. Georges Bataille, Documentos, Caracas, Monte Ávila, 1969, p. 65.

87. En Jacques Gelis, op. cit., p. 82.

88. Georges Didi-Huberman, Cuando las imágenes toman posición, Madrid, A. Machado libros, 2008, p. 311.

89. Marqués de Sade, Voyage en Italie, París, Ed. Tchou, 1967, p. 246.

90. Herman Melville, Taipi. Un edén caníbal, Madrid, Valdemar, 1993, p. 254.

91. Santiago de la Vorágine, op. cit., p. 554.

92. Harold Bloom comenta que al público no le es posible saber si horrorizarse o reír, tal es el grado de parodia y surrealismo en las escenas de violencia de esta obra. Incluso la encuentra más cerca a una ópera de horror de Mel Brooks. En: Harold Bloom, Shakespeare. La invención de lo humano, Bogotá, Norma Editorial, 2001, p. 97 y ss.

93. Revista Semana, 17 de marzo de 2008.

94. Por aquella época circularon unos versos satíricos: “Es santa sin ser mujer,/ es rey sin el cetro real;/ es hombre mas no cabal/ y sultán al parecer./ Que vive debemos creer,/ parte en el sepulcro está.../ ¿Si será esto de la tierra/ o qué demonios será?”.

95. Santiago de la Vorágine, op. cit., p. 662. (A san Dionisio se le invoca contra el dolor de cabeza).

96. Este dominio expiró el 01/08/2008.

97. Santiago de la Vorágine, op. cit., p. 87. La circuncisión no solo atañe al prepucio. La Biblia se refiere en sentido figurado a la circuncisión de labios necesaria para poder hablar (“He aquí, los hijos de Israel no me escuchan: ¿Cómo pues me escucharán Faraón, mayormente siendo yo incircunciso de labios?” Éxodo 6, 12), circuncisión de orejas para poder escuchar (“Sus oídos están incircuncisos, no pueden prestar atención”. Jeremías 6, 12), circuncisión del corazón para sentir (“Yo también habré andado con ellos en contra, y los habré metido en la tierra de sus enemigos: y entonces se humillará su corazón incircunciso y reconocerán su pecado”. Levítico 26, 41).

98. Ver Leo Steinberg, La sexualidad de Cristo en el arte del Renacimiento y en el olvido moderno, Madrid, Hermann Blume, 1989, p. 80.

99. Jacques Derrida, Schibboleth. Para Paul Celan, Madrid, Arena Libros, 2002, p. 91.

100. El País, de Madrid, publica el 11/01/1984: “El robo de la reliquia del Santo Prepucio que se conservaba en la parroquia de Calcata, un minúsculo pueblo de la provincia italiana de Viterbo, ha vuelto a renovar la polémica en torno a una de las más delicadas y discutidas reliquias que existen en Italia …. Los habitantes del pueblo se han mostrado tristes e indignados. Los turistas no han podido ver este año la polémica reliquia. Algunos han culpado del robo a la mafia. Otros temen una oleada de reivindicaciones y que incluso se le ocurra a alguien pedir rescate”. (Consultado el 17/5/2009).