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El mar y el
futuro del archipiélagotortuga

Somos Iara y Demian, dos niños isleños raizales que vivimos en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Estamos aquí para terminar este paseo por las diferentes facetas del mar del archipiélago, asomándonos por una ventana hacia el futuro, para pensar en lo que será de nuestras islas y de nuestro mar. Aunque somos pequeños y apenas estamos aprendiendo a conocer nuestra isla y nuestra cultura, somos también su futuro y de nosotros depende que este porvenir sea brillante, donde aprendamos a vivir en armonía con nuestro entorno, valorando nuestra cultura y nuestra naturaleza, cuidando de ellas al tiempo que las usamos para construir un mundo mejor.

Hemos asistido encantados a este viaje porque como niños hay muchas cosas que no sabíamos sobre nuestras propias islas, pues no siempre los adultos nos dan la oportunidad de aprender sobre ellas y nuestra herencia cultural. Si bien nuestros abuelos nos han contado algunas historias, nos ha gustado mucho conocer a la foca monje y la goleta, habitantes del pasado de las islas a quienes no llegamos a conocer. También nos han fascinado las historias de las hermanas tortugas y del catboat, pues aunque los conocemos, no siempre nos han contado todos los detalles. También disfrutamos los relatos del mero, el coral cerebro y Quenna, ya que nos ha acercado más a nuestro entorno, a nuestro territorio, a los pescadores artesanales, de los cuales somos familiares, y a las bellezas que hay bajo nuestro mar y que debemos cuidar. Aunque el relato de cotton boat fue nuestro favorito pues jugar es lo que más nos gusta. Es maravilloso saber que además de los juegos modernos que tenemos, como computadores, tabletas y celulares, también tenemos juegos propios, que nos acercan a la naturaleza y al mar.

Todo esto nos hace sentir orgullosos de nuestro territorio y de nuestra cultura, al tiempo que nos vuelve conscientes de lo importante de valorarlo y cuidarlo, para que nosotros y los niños del futuro puedan disfrutarlo también. Nos gustaría poder vivir en unas islas donde todo lo que hemos hablado sea importante, donde podamos vivir bien y felices, con las ventajas que nos da el mundo moderno, pero sin olvidar las formas como durante siglos los isleños raizales han vivido en este territorio. En esto tiene un papel clave la gente grande, que no siempre recuerda que nosotros, como niños, somos libros abiertos dispuestos a aprender. A medida que los tiempos cambian y las generaciones se separan, nos quitan oportunidades de aprender sobre lo que somos y sobre lo que podríamos ser, ya que muchas veces nos acusan de que ya no nos importa conocer nuestro pasado y las tradiciones de nuestra gente.

Nosotros los niños pensamos que el mar tiene que ser un elemento primordial del futuro, como lo ha sido en el pasado y como lo es en el presente. Después de este recorrido, a nosotros nos parece muy difícil imaginarnos estas islas sin su mar. ¡Piensen en ello! El mar es nuestra fuente de alimento, de donde vienen algunos de los productos que más nos gusta comer; es el lugar donde muchos de nuestros familiares y amigos desarrollan sus actividades diarias, como pescadores, navegantes, buzos o lancheros, por lo cual es una importante fuente de empleo. En el mar también se guardan muchas de las historias de nuestros antepasados, que no podemos olvidar, porque la memoria es un vínculo entre el presente y el pasado que es vital para construir un futuro donde pueda caber toda nuestra diversidad como cultura.

Al mar vienen los turistas que visitan nuestras islas y que son una parte fundamental de nuestra economía; y pensamos que, precisamente por ese motivo, los que viven del turismo deberían cuidarlo mucho más. El mar sigue siendo una de las autopistas que une a las islas con el resto del mundo, pues aunque haya aviones, los barcos siguen cumpliendo una función importante para traer alimentos y mercancías. Y, claro, cómo olvidarlo, el mar es el patio de juegos favorito de los niños isleños, un sitio donde podemos ser felices y disfrutar de un privilegio que no todos los niños del mundo tienen.
Todas esas cosas claves que el mar representa deberían seguir siendo así en el futuro. Por eso, urge que lo cuidemos, para que las próximas generaciones puedan vivir en una isla mejor de la que tenemos hoy. Eso es lo que se llama desarrollo sostenible: vivir bien hoy, en equilibrio con la naturaleza y la cultura, dejando un mundo en el que los que vengan después de nosotros puedan vivir igual o incluso mejor.

Cuidar el mar del archipiélago significa muchas cosas, empezando por algunas muy sencillas, como no botar basura ni en la tierra ni en el agua y no extraer animalitos del fondo del mar para llevarlos a la casa, por más bonitos que se vean. Otra más compleja, pero no por eso menos significativa, es cuidar a nuestros pescadores y navegantes, y comprender la importancia que tienen para la vida en las islas, como productores de comida, como guardianes del conocimiento de nuestra cultura del mar, y como representantes de formas de vida que han sido básicas para el pueblo raizal.

Incluso otra es contribuir a que nuestros ecosistemas marinos sean protegidos, de manera que puedan garantizar que los pescadores puedan seguir pescando y nosotros comiendo pescado, así como seguir cumpliendo con sus otras funciones, como proteger la costa de los huracanes y mares fuertes. Incluso podemos inventar nuevas formas en las que el mar puede ser promovido como parte integral y fundamental de nuestro territorio, a través del rescate, protección y dinamización de muchas de nuestras tradiciones culturales. Aunque estén en peligro, estas tradiciones pueden convertirse en herramientas para pensar el futuro a partir de lo que somos y lo que hemos sido, que es el mejor mundo posible que podemos imaginar.

Si logramos hacer esto, no sólo podremos seguir viviendo en estas islas tan bonitas, sino que podremos vivir bien, continuar siendo lo que somos como isleños, incluso con los muchos cambios que hemos experimentado como comunidad a lo largo del tiempo. Además, no sólo nosotros, sino también mucha gente que hoy vive en las islas, también tendrá esta oportunidad. Tenemos que unirnos y aprender sobre la importancia de las islas y del mar para nuestro futuro, valorar la cultura local del pueblo raizal que durante siglos supo cómo vivir bien en el archipiélago sin destruirlo, y sentirnos agradecidos con todo lo que nos ofrece la naturaleza que nos rodea: el agua, el mar, las playas, los peces, los caracoles, la brisa, entre tantas otras cosas que como isleños, raizales y no raizales, tenemos la oportunidad de experimentar diariamente.
Así que nosotros, Iara y Demian, nos despedimos de ustedes, haciendo una invitación para que nos imaginemos un futuro sostenible donde el mar sea un eje fundamental, donde el pasado, el presente y el futuro puedan conversar entre sí y contribuir a unas mejores islas, y donde los niños como nosotros podamos ser felices y vivir en paz.