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El mar y los
juegos tradicionales

tortuga

Mi nombre es catboat y soy un velero tradicional de las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Existen muchas historias sobre el origen de mi nombre, pues a muchos les llama la atención ese cat (gato) que se encuentra al comienzo, pero no soy familiar de los gatos, aunque sí soy muy ágil, como ellos. En realidad mi nombre es originario del inglés y hace alusión a un modelo de barco, como las goletas o los catamaranes, que tiene como característica que sus dos puntas, la popa y la proa, son muy parecidas, y que el mástil, además de ser removible, está en la punta de la proa y no en el medio del barco, como en muchos otros modelos. Mi historia es muy bonita y quisiera aprovechar esta invitación para contársela, pero además para que nos divirtamos un poco, mientras conocemos algo de los juegos tradicionales de los isleños del archipiélago y su relación con el mar.

Mi historia se remonta al inicio de la colonización del Caribe por los europeos cuando, como nos cuentan la foca monje y las hermanas tortugas, ellos descubrieron que los indígenas americanos eran grandes navegantes. Al mismo tiempo, descubrieron también lo importantes que podían ser las tortugas para la alimentación, pues además de su buen sabor eran animales que podían conservarse vivos durante días, lo cual era de gran ayuda, porque en ese tiempo no había neveras ni refrigeradores y la comida se dañaba muy rápido, lo cual era malo para la salud. Así que los europeos empezaron a aprender de los conocimientos de los indígenas sobre navegación y alimentación, llevando incluso pescadores indígenas en sus barcos, encargados de cazar tortugas y pescar para alimentar a las tripulaciones.

A medida que la caza de tortugas se volvió más importante, ya que en esa época había tantas que parecía que nunca se iban a terminar, en las islas se desarrollaron culturas marineras que se dedicaban a estas actividades para proveer comida para las colonias. Fue así como se colonizaron las Islas Caimán, donde sus primeros habitantes se dedicaron a la caza de tortugas para proveer a sitios como Jamaica,donde había grandes plantaciones de azúcar y una población numerosa de esclavizados africanos. En esa época yo todavía no existía, pero los europeos habían traído canoas indígenas de Centroamérica y de Suramérica y estaban empezando a experimentar con sus propios modelos traídos de Europa, en la búsqueda de embarcaciones que fueran útiles para sus intereses. Así, de a poquitos, aparecí yo, una embarcación en la que se combinaron los conocimientos indígenas, europeos y africanos, puestos al servicio de la caza de tortugas, pues en mis orígenes yo fui eso: una embarcación para cazar tortugas. Y también para prestar otros servicios, como transportar pasajeros y carga, en islas donde todavía no había carreteras ni carros.

¿Y por qué soy especial para cazar tortugas? Bueno, hay varias características que me hacen un bote tortuguero. En primer lugar, está mi barriga ancha, en cuyo fondo se podían acomodar las tortugas sobre el caparazón, unas sobre otras, de manera que su movimiento no hiciera que el barco se volteara. Después están mi doble punta y mi mástil removible, que me hacían una embarcación muy ágil, fácil de maniobrar, lo cual era necesario para perseguir a las tortugas, que son animales rápidos e inteligentes. Cuando los pescadores llegaban a los sitios de pesca desmontaban el mástil, de modo que el bote se pudiera maniobrar sólo con los remos y el canalete, y una vez que avistaban una tortuga, empezaban la persecución, para lo cual la doble punta les resultaba muy útil, ya que podían cambiar de dirección con rapidez.

Finalmente, está mi color azul; ¿has notado que todos los catboats llevamos este color? Aunque ya no nos usan para cazar tortugas, el color es un recuerdo de lo que éramos, pues ser azules no era sólo una cuestión de lo bonitos que nos vemos, sino una estrategia para engañar a las tortugas, porque estos animalitos son muy inteligentes y saben cuándo deben salir nadando para sobrevivir. Así que el azul, que se confundía con el mar, era una forma de evitar que las tortugas nos vieran llegar antes de que los pescadores las hubieran visto a ellas, y una manera de poder acercarnos lentamente, sin que lo notaran, para que los pescadores pudieran cazarlas con el trap ring, un anillo metálico especial para atraparlas.

¿Y cómo llegamos al archipiélago? ¡También gracias a las tortugas! Como nos cuentan las hermanas tortugas y la goleta, los isleños de las Islas Caimán empezaron a visitar y migrar a las islas desde mediados del siglo XIX. Hacia los inicios del siglo XX, comenzaron a traer a algunos de mis hermanos consigo, y así los isleños raizales se familiarizaron con nosotros: primero nos compraron y después aprendieron a hacernos, con lo cual nos convertimos en la principal embarcación de pesca de las islas, sustituyendo a las canoas, que también se utilizaban por aquí. Pero el tiempo pasó y poco a poco nuevas embarcaciones empezaron a remplazarnos, pues éramos costosos de mantener y de construir. Todo parecía indicar que desapareceríamos, así como lo hicieron nuestras hermanas las canoas, pero por fortuna el espíritu del juego todavía tenía preparado algo para nosotros. Como te podrás imaginar, los juegos de las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina están muy relacionados con la playa y al mar.



Desde las épocas de las canoas,
a los pescadores isleños les gustaba hacer carreras. Era una forma de probar su dominio del mar que además añadía diversión a las faenas de pesca. Como les divertía tanto, las carreras también se organizaban de vez en cuando, y personas de todos los barrios acudían a verlas. Incluso las mujeres participaban, y cuentan que había mujeres de Santa Catalina que eran excelentes competidoras. Cuando las canoas fueron remplazadas por los catboats en las labores de pesca, éstos también se empezaron a usar en las regatas, de modo que la tradición continuó. ¿Y qué pasó cuando los catboats dejaron de utilizarse para pescar? El gusto por las carreras era tan grande que continuaron utilizándonos para competir. Y entonces ocurrió algo muy especial: nos comenzaron a rediseñar, haciéndonos cada vez más largos y angostos, hasta que nos convertimos en un modelo diferente de nuestros ancestros caimaneros, un modelo que podemos llamar providenciano.



Hoy, las regatas de catboats son un deporte y juego tradicional de gran importancia para los isleños de Providencia y Santa Catalina. En San Andrés también hubo canoas y catboats, pero la tradición de las carreras desapareció. Cuando se organizan las regatas, participantes y observadores organizan todos los detalles de los barcos, hacen apuestas, y discuten sobre el viento, la corriente, las capacidades del barco y las habilidades de los marineros. Cuando se da la voz de salida, los veleros inician un recorrido que dura alrededor de una hora. Mientras tanto, en tierra, los observadores siguen a los barcos en carros y motos. Al final, todo termina con el primer velero que llega a la meta, y los asistentes se dispersan, salvo los más fanáticos, que se quedan todavía un rato más conversando sobre los resultados, que dan que hablar durante días, y que generalmente terminan en otra competencia.

También hay otros juegos y deportes tradicionales isleños que también tienen una relación con el mar. A mí me gustan especialmente las carreras de caballos en la playa, otra tradición antigua que todavía sobrevive en Providencia. De ella no sabemos su historia detallada, aunque la tradición de correr caballos en las playas existe en varios sitios de Europa y en algunas regiones colonizadas por los europeos. Lo cierto es que hasta hoy los isleños de Providencia y Santa Catalina organizan carreras de caballos en la playa de Southwest Bay, un evento social de gran importancia en la isla, al que acuden decenas de personas a divertirse. Desde que los caballos son pequeñitos, los niños y jóvenes isleños que suelen cuidarlos bajan todos los días en la madrugada para bañarlos en el mar, donde los ejercitan y les enseñan a familiarizarse con el agua y la playa, así como con ellos, para que más adelante puedan correr sin problemas.

En San Andrés también existen carreras de caballos, pero ya no son en las playas, pues estas han ido desapareciendo a medida que se han hecho obras como la carretera. Las carreras se realizan en caminos destapados en la zona sur de la isla, aunque cada vez más hay gente que quiere que se construyan lugares especiales para correr caballos. Si bien los caballos ya no corren en las playas, en San Andrés también persiste la costumbre de bañar y ejercitar a los caballos en el mar, lo cual puede observarse si nos levantamos temprano y bajamos a la costa en barrios como San Luis o Sound Bay.

Estos son los dos juegos y deportes tradicionales más llamativos, pero todavía quedan otros. Están los cotton boats, los husk boats, y las competencias que con frecuencia se desarrollan en la playa, sobre todo para conmemorar fechas especiales, como subir palmeras, jugar a los bolos (skit lally) o perseguir cerdos engrasados (greasy pig). Y cómo no, los paseos en lancha alrededor de las islas y los cayos, de los cuales participan grandes y niños.