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El mar y la
reserva biosfera Seaflowertortuga

Yo soy el coral cerebro (Diploria labyrinthiformis). Parezco una piedra pero no lo soy, y recibo este nombre porque mi superficie parece un laberinto que asemeja un cerebro. Soy un animal muy antiguo, de los primeros que aparecieron sobre la Tierra, mucho antes que los peces y que las personas. Parezco una piedra porque produzco un esqueleto de calcio sobre el cual se pegan los pólipos, que son como pequeñas medusas, las cuales se juntan y me conforman a mí. Como soy un animal tan antiguo, soy bastante simple, esto es, no tengo todas las cosas que tiene el cuerpo de los humanos, pero aun así soy muy complejo e importante para la vida en el mar.
Soy uno de los habitantes más importantes de la reserva de biosfera Seaflower, en la cual se encuentran ustedes en estos momentos. Así que aprovecharé esta oportunidad para contarles un poco sobre los ecosistemas marinos que se encuentran en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, así como sobre la reserva de biosfera y el sistema de áreas marinas protegidas.    

Tengo colores muy vivos y si me tocan (lo cual me hace daño y por lo tanto no debe hacerse) me pongo como baboso. Esto es precisamente por los pólipos que me conforman, los cuales están vivos, aunque su base sea de calcio, como un hueso. Antes de asentarse en una colonia, estos pólipos nadan por el mar y son transparentes. Pero una vez que se asientan, hacen amistad con unas pequeñas algas, las cuales vienen a vivir encima de ellos y son las que me dan el color. Yo soy entre verde y café, pero algunos de mis hermanos de otras especies pueden ser rojos, morados o amarillos, y esos colores provienen de las algas que viven en ellos. Además de darnos color, esas algas también cumplen otras funciones, pues al hacer la fotosíntesis, que es el proceso a través del cual las plantas se alimentan, producen nutrientes que nos ayudan a vivir. Así, las algas buscan protección en nosotros, los corales, y a cambio producen comida para alimentarnos; es lo que los biólogos llaman una relación simbiótica, en la que ambas partes salimos beneficiadas.

¿Y por qué somos tan importantes los corales? Resulta que somos la base de los arrecifes de coral, uno de los ecosistemas más diversos y bellos del mundo, los cuales están presentes en el mar de las islas. Nosotros, con nuestros esqueletos, unos encima de otros, acumulados durante miles de años, formamos barreras de coral y otras formaciones similares, en las cuales pueden desarrollarse una variedad de animales y plantas marinas. Entre los más conocidos y famosos están los peces, de todos los colores y tamaños, los caracoles y las langostas, que además sirven de alimento para los isleños.

Ellos son sólo algunos de los habitantes de esta ciudad de coral. Aquí también viven una diversidad de cangrejos y camarones, pulpos, calamares, estrellas de mar, erizos y otros animales que, como nosotros los corales, parecen piedras o plantas. Entre éstos están los corales blandos, primos hermanos míos, que parecen arbolitos que crecen en el fondo marino, aunque ellos no tienen un esqueleto como nosotros. También están las esponjas, que parecen tubos de diferentes colores y que pueden llegar a tener un gran tamaño. Las esponjas barril, por ejemplo, podrían contener una persona adentro. Los tunicados, otros animales parecidos a las esponjas, también viven en el fondo marino y tampoco pueden moverse, ya que están pegados al suelo. Y además están numerosos animales pequeños y hasta diminutos, muchos difíciles de ver, como los nudibranquios o los poliquetos, que viven escondidos entre los corales o encima de éstos.

Todos estos animales, hasta los más pequeños, y otros más que no mencioné aquí, cumplen funciones diferentes que ayudan a que todos podamos vivir en el arrecife, comiéndose entre sí, limpiando los corales y el agua, controlando el crecimiento de las algas y manteniendo todo en orden, por lo que todos somos fundamentales para el ecosistema. Y aún más si pensamos en lo importantes que son los arrecifes para las islas y su gente, ya que cumplen funciones que, si no existieran, harían todo muy diferente.

Los arrecifes son primordiales para la alimentación, pues en ellos viven y se reproducen una gran parte de los alimentos marinos que comen los isleños y los turistas. Sin arrecifes no habría pescado, ni caracol, ni langosta, y no se podría hacer rondón, ni stew concs, ni minced fish. Pero este no es el único servicio que prestan. Otro muy importante, y que muchas veces no vemos, es la protección de la costa. Las barreras de coral que rodean a San Andrés, Providencia y Santa Catalina, y que se ven tan lindas con su cresta de espuma, protegen a las islas de la fuerza de las olas que vienen de altamar. Si no estuvieran, las olas llegarían con toda su potencia sobre la costa, erosionando poco a poco el borde, y haciendo muy difícil la vida. Las barreras forman la laguna arrecifal, que además de permitir la vida de muchos animales marinos, crean un entorno tranquilo para los isleños, que pueden bañarse en el mar y salir a pescar sin mucho problema.

Ah, pero todavía me falta hablar de otros ecosistemas marinos que son claves para los arrecifes, y para las islas. Uno de ellos son los manglares, que encuentras en Bahía Hooker en San Andrés, en McBean Lagoon y Southwest Bay en Providencia, y en el borde de Santa Catalina. Los ecosistemas de manglar están formados por los árboles de mangle, que tienen la capacidad de crecer en el agua salada, aprovechando los nutrientes que allí se encuentran. Y si bien hay quien se queja de los mosquitos y el olor de sus suelos fangosos, su importancia es enorme, ya que son las guarderías de muchos de los animales que, cuando grandes, vivirán en los arrecifes. En estas guarderías de aguas tranquilas y alimento abundante, peces, crustáceos y otros animales vienen a dejar sus huevos o sus crías, para que puedan nacer y crecer hasta ser lo bastante fuertes como para ir a vivir en sitios más abiertos y peligrosos como los arrecifes. Los manglares también ofrecen protección costera cuando, en las épocas en que el mar se pone bravo, éste sigue llegando con fuerza hasta la costa.

Otro ecosistema esencial son las praderas de pastos marinos, también llamadas praderas de fanerógamas, las cuales son familiares del pasto que conocemos en tierra, y que se encuentran en fondos de arena, cerca de la costa y los arrecifes. Son fundamentales porque sirven como recolectores de una parte importante de los sedimentos que vienen de la tierra (a través de los arroyos, por ejemplo) y que si llegaran en grandes cantidades a los arrecifes podrían matarlos. Además, son alimento para diversos animales marinos, incluyendo a algunas de las tortugas, algunos peces, y mamíferos como el manatí, que no frecuentan las islas. En parte porque estos animales han ido desapareciendo, los pastos marinos se encuentran afectados y han dejado de cumplir sus funciones a cabalidad, pues como no tienen quién se los coma, crecen sin control y se vuelven viejos, por lo cual ya no pueden retener los sedimentos y nutrientes como antes, lo cual también afecta a los arrecifes.

Todos estos ecosistemas marinos y costeros están interconectados y se necesitan unos a otros para funcionar bien, así como también son influenciados y tienen relaciones con otros ecosistemas que no mencionamos aquí, que son los terrestres, como los bosques y arroyos de aguadulce que desembocan en el mar. Igualmente, todos estos ecosistemas influencian a la gente y son influenciados por las personas, quienes pueden afectarlos gravemente o, por el contrario, hacer que su funcionamiento se mantenga por mucho tiempo. Precisamente, fue la necesidad de proteger estos ecosistemas para todos los que vivimos en las islas, quienes las visitamos y las futuras generaciones, la que llevó a que hace algunos años las islas fueran declaradas reserva de biosfera por la Unesco, un organismo de las Naciones Unidas que trabaja por la educación y la ciencia.

¿Sabes qué es una reserva de biosfera? Las reservas de biosfera surgen a partir de la idea de que las comunidades humanas y su diversidad cultural y social son también parte de lo que se debe proteger, ya que en muchos sitios del mundo ha sido precisamente esta diversidad cultural la que ha permitido que lugares naturales muy bellos se hayan conservado o incluso hayan llegado a ser lo que son. Entonces, con una reserva de biosfera se busca no sólo conservar los ecosistemas que se encuentran en un sitio determinado, sino también proteger a la gente que ha vivido en ellos durante siglos. Como en San Andrés, Providencia y Santa Catalina, además de la riqueza de los arrecifes coralinos, los manglares, las praderas de pastos marinos y el bosque seco, también habita el pueblo raizal, que ha desarrollado un estrecho vínculo con todos estos espacios, de los cuales obtiene una parte de sus medios de vida, los mismos habitantes de Providencia propusieron, hace ya más de un par de décadas, que las islas fueran declaradas reserva de biosfera, como una forma de proteger su territorio y su cultura, y de promover eso que se llama desarrollo sostenible.

Así que, tras muchas vueltas, finalmente en el año 2000 las islas fueron declaradas internacionalmente reserva de biosfera, lo cual quiere decir que, además de que se reconoce su riqueza biológica y cultural y la necesidad de protegerlas, se crea un compromiso por promover un desarrollo sostenible, esto es, un desarrollo que garantice las necesidades del presente sin comprometer las necesidades del futuro. Como consecuencia de esta declaración, muchos cambios vinieron para las islas, y para los isleños, ya que se requiere que algunas cosas cambien para cumplir con las metas propuestas.

Estos cambios buscan proteger a ecosistemas como los arrecifes de coral en donde yo vivo, pero también mejorar la vida de las personas y la forma como éstas se relacionan con su entorno. Aunque los isleños habían aprendido durante siglos a convivir de manera armónica con su entorno, en las últimas décadas esto ha cambiado. Los nuevos tiempos han cambiado la vida de las personas y se han transformado o destruído las relacones que antes existían con el entorno. A esto se suma el aumento de población y la llegada de gente de otros lugares, que muchas veces no sabía cómo vivir aquí.

Esos cambios se siguen promoviendo con la esperanza de que un día podamos vivir en islas verdaderamente sostenibles, donde los que estamos ahora podamos disfrutar y vivir bien con nuestro entorno, dejándolo igual para cuando vengan nuestros hijos y nietos.

El sistema de áreas marinas protegidas, creado por Coralina, busca contribuir a este cambio. Coralina es una institución encargada de velar por la reserva de biosfera, con el objetivo de proteger a los ecosistemas marinos, tan importantes para la vida de los isleños. Este sistema busca organizar el uso que se hace del mar que nos rodea, de manera que se puedan mantener actividades como la pesca, el buceo o los deportes náuticos, al tiempo que se conservan lugares para que los peces puedan crecer y los ecosistemas puedan cumplir sus funciones.

Aún falta mucho por hacer, pues hay problemas difíciles de solucionar, y no siempre todo funciona como quisiéramos. Algunos de los mayores problemas ambientales de nuestras islas son la basura, la sobrepesca, el deterioro de los corales, así como el mal uso del agua y de la energía. Si bien parece que esto no tienen nada que ver con nosotros, al final todos resultamos afectados: los corales, los peces y los animales marinos, así como las personas como tú, que habitan o visitan las islas.

Por eso, antes de despedirme, porque ya tengo que volver al mar, quisiera invitarte a que nos ayudes a cuidar San Andrés, Providencia y Santa Catalina, su mar, sus playas, sus manglares, su bosque, y también a las personas que viven aquí, su cultura, su forma de ser y de pensar, su idioma y sus tradiciones. Cada uno, con su granito de arena, puede ayudar a que estas islas sean cada día mejores. Y si un día quieren conocerme personalmente, sólo tienen que venir al arrecife a bucear o a hacer esnórquel; así podrán ver que si las islas son lindas por encima, por debajo lo son todavía más.