Iguana en Gonzalo Fernández de Oviedo.

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Iguana en Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de lasIndias, Manuscrito, Real Academia de Historia, Madrid.

 

Dragón, Francisco Hernández

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Dragón, Francisco Hernández, Rerum medicarum Novae Hispanae thesaurus, edición de 1651.

 

Iguana, dibujada por Charles Darwin

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Iguana, dibujada por Charles Darwin, tomada de: Janet Browne, Charles Darwin: Voyaging, London, Pimlico, 2003, p. 416.

 

Ave del paraiso, Códice Pomar.

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Ave del paraiso, Códice Pomar: manuscrito del siglo XVI donde se relacionan especies botánicas y animales, tanto de Europa, Africa y Asia como del Nuevo Mundo. Bibliteca Luis Ángel Arango, Libros Raros y Manuscritos.

 

Serpiente de dos cabezas.

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Serpiente de dos cabezas, Historia Natural de Cayo Plinio Segundo, trasladada y anotada por Francisco Hernández y por Jerónimo de Huerta, Madrid, Visor Libros.

 

Detalle de la obra Jardín de las Delicias, por Jerónimo Bosco.

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Detalle de la obra Jardín de las Delicias, por Jerónimo Bosco.

 

 

 

Historia Natural y política: conocimientos y representaciones de la naturaleza americana

— MAURICIO NIETO

MONSTRUOS EN EL PARAÍSO:
LA RARA Y HERMOSA FORMA DE LAS CRIATURAS AMERICANAS

“Yu-ana es una manera de sierpe de cuatro pies, muy espantosa de ver y muy buena de comer…”

—Gonzalo Fernández de Oviedo
“Casi nadie hay que al mirar por primera vez este animal no se amedrente, o que una vez que lo ha comido no lo procure con suma avidez”

—Francisco Hernández
Las descripciones de los naturalistas europeos del siglo XVI nos enseñan no solamente sobre las criaturas del Nuevo Mundo sino sobre los sueños y temores del mundo cristiano y sobre la cultura del Renacimiento. La fascinación europea por el Nuevo Mundo es alimentada por los relatos maravillosos de criaturas fantásticas y seres aterradores.

El anhelo de un paraíso en la tierra contrasta con el temor de un mundo desconocido. Este Nuevo Mundo es también parte de la obra de Dios. Lo desconocido y monstruoso debe ser transformado en productos útiles para el imperio, en criaturas útiles para el hombre, muestras del infinito poder, sabiduría y bondad del creador.

Para quien nunca ha visto un animal como la iguana, su descripción puede parecer no solamente increíble sino aterradora:
“… alcanzan una longitud de cinco palmos incluida la cola, que es tres veces mayor que el resto del cuerpo y más gruesa que un brazo humano; los dedos son delgados y larguísmos en relación con el cuerpo; los brazos y piernas son tan gruesos como los de un niño recién nacido o poco menos; el vientre es verde con blanco, y el resto del cuerpo escamoso y de un color entre plateado y verde; las uñas son medianas; la cola es larga y adelgaza gradualmente desde las patas traseras hasta su extremo; se levantan sobre su dorso unas aletas (Pinnae) angostas, de una pulgada de largo, que se extienden en hilera densa hasta la punta de la cola, aunque cada vez más pequeñas; la cabeza es por encima deforme y horrible, muy dura y como claveteada, así como la parte superior del cuello; los ojos son negros; la mandibula inferior es azul, y cuelga de ella una membrana de cuatro dedos de ancho, circular, delgada, escamosa y a manera de papada, claveteada o pinnada en un trecho cerca de su nacimiento, y de color verde tirando al amarillo; la misma mandíbula está cubierta de láminas azules, redondas y grandes, y principalmente tiene una a cada lado que es del tamaño del llamado medio real y semejante en color y brillo a escama de pez, y otra además algo menor y más brillante cerca de los oídos; la abertura de la boca es grande, y los dientes pequeños” 1.
Sin embargo, el conocimiento del naturalista convierte el monstruo en una criatura dócil y ventajosa para el hombre:
“Es animal inofensivo que habita en las aguas; pone gran cantidad de huevos de buen sabor y excelente alimento, como lo es también su carne (la queremos llamar así porque más parece carne que pescado), que no es inferior a la de pollo ni en gusto ni en calidad alimenticia. Casi nadie hay que al mirar por primera vez este animal no se amedrente, o que una vez que lo ha comido no lo procure con suma avidez”2.
El ave del paraíso es un ejemplo de la extraordinaria belleza de las criaturas del Nuevo Mundo. La tensión entre el temor a lo desconocido y la ilusión del paraíso terrenal la percibimos en la descripción de esta extraña ave, monstruosa y bella al mismo tiempo:
“Adornan los indios su cabeza con esta ave disecada usándola a modo de penacho, por la belleza de sus plumas, la variedad de sus colores y la rara y hermosa forma del ave misma”.
Sin embargo no deja de tener elementos de monstruosidad y extrañeza. Refiriéndose a la misma ave, Hernández escribe:
“Encontró al fin la humanidad verdaderos apodos… esto es, aves que no sólo carecen del uso de los pies, como las había conocido desde hacía mucho tiempo el mundo, sino desprovistas absolutamente de los pies mismos…”3.
Monstruosidades presentes en la mitología y en la Historia Natural antigua hacen también parte de la fauna americana.
“Hay una culebra en esta tierra que tiene dos cabezas: una en lugar de cabeza, otra en lugar de cola, y llámase maquizcóatl; tiene dos cabezas (y) en cada una de ellas tiene ojos, boca y dientes y lengua; no tiene cola ninguna. Anda hacia ambas partes, a las veces guía la una cabeza, y a las veces la otra; y esta culebra se llama culebra espantosa, raramente parece; tienen ciertos agüeros acerca de esta culebra, como están en la letra. A los chismeros llámanlos por el nombre de esta culebra, que dicen que tienen dos lenguas y dos cabezas”4.

Éstas y muchas otras descripciones de una naturaleza maravillosa parecen recrear la imaginación del renacimiento europeo que se ve en la pintura de Jerónimo Bosco.

 

 

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1. Francisco Hernández, Historia Natural..., vol. II, Tratado tercero.

2. Francisco Hernández, Historia Natural..., vol. II, Tratado tercero.

3. Francisco Hernández, Historia Natural..., vol. II, Tratado primero.

4. Bernardino de Sahagún, Fauna..., pp. 67-68.