— MAURICIO NIETO
“Mayor dificultad hace averiguar qué principio tuvieron diversos animales que se hallan en Indias, y no se hallan en el mundo de acá. Porque si allá los produjo el Creador, no hay para qué recurrir al Arca de Noé, ni aún hubiera para qué salvar entonces todas las especies de aves y animales, si habían de criarse después de nuevo; ni tampoco parece que con la creación de los seis días, dejara Dios el mundo acabado y perfecto, si restaban nuevas especies de animales por formar, mayormente animales perfectos, y no de menor excelencia que esos otros conocidos. Pues si decimos que todas estas especies de animales se conservaron en el Arca de Noé, síguese que como esos otros animales, fueron a Indias de este mundo de acá; así también éstos, que no se hallan en otras partes del mundo.Y siendo esto así, pregunto ¿cómo no quedó su especie de ellos por acá? ¿cómo sólo se halla donde es peregrina y extranjera? Cierto es cuestión que me ha tenido perplejo mucho tiempo”1.
“Veamos entonces por qué se encuentran grandes insectos y reptiles y pequeños cuadrúpedos, y hombres frígidos en este Nuevo Mundo. La razón está en la calidad de la tierra, en las condiciones del cielo, en los grados de calor, en la humedad, en la ubicación, en la elevación de las montañas, en la cantidad de aguas que corren o están estancadas, en la extensión de los bosques, y sobre todo en el estado bruto en el cual se encuentra la naturaleza”2.América es un mundo “nuevo”, no sólo en el sentido de su reciente descubrimiento por parte de los europeos, sino en cuanto a su tardía aparición sobre la Tierra. América, para Buffon, permaneció más tiempo bajo las aguas del mar y, por ello, aún conserva esa humedad primigenia que mantiene al nuevo continente en estado de inmadurez e inestabilidad. El apelativo de inmadurez o decadencia para referirse a la naturaleza americana equivale a proclamar la madurez y perfección del Viejo Mundo, y éste se presenta como canon y punto de referencia para observar el planeta entero.
“El salvaje es dócil y sus órganos reproductivos son pequeños, no tiene bello ni barba, no tiene deseos por su hembra: aunque más ligero que el Europeo por su costumbre de correr, es sin embargo menos fuerte; es también menos sensible y sin embargo más miedoso y más perezoso. No presenta vivacidad alguna, ninguna actividad del alma; la actividad corporal no es un movimiento voluntario, una mera respuesta a la necesidad; si le quitamos el hambre y la sed, se destruirá el motivo de sus movimiento, y se mantendría en reposo durante días enteros”3.Una de las explicaciones filosóficas e históricas más contundentes sobre la superioridad europea la encontramos en la obra de Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831). En el acápite sobre el Nuevo Mundo de las Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Hegel es enfático en su concepción de América como un continente inferior, débil e inmaduro:
“América se ha revelado siempre y sigue revelándose impotente en lo físico como en lo espiritual. Los indígenas, desde el desembarco de los europeos, han ido pereciendo al soplo de la actividad europea. En los animales mismos se advierte igual inferioridad que en los hombres. La fauna tiene leones, tigres, cocodrilos, etc.; pero estas fieras, aunque poseen parecido notable con las formas del viejo mundo, son sin embargo, en todos los sentidos más pequeñas, más débiles, más impotentes. Aseguran que los animales comestibles no son en el Nuevo Mundo tan nutritivos como los del viejo. Hay en América grandes rebaños de vacunos; pero la carne de vaca europea es allá considerada un bocado exquisito”4
Para este autor los americanos “viven como niños, que se limitan a existir, lejos de todo lo que signifique pensamientos y fines elevados”; carecen de cultura y viven bajo el dominio de la naturaleza, son pueblos “que perecen cuando entran en contacto con pueblos de cultura superior”5.
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1. Joseph de Acosta, Historia Natural y moral de las Indias, México, Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 226.
2. Buffon, citado por Antonello Gerbi, La disputa del Nuevo Mundo: Historia de una polémica. 1750 – 1900, México, Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 11, traducción nuestra.
3. Buffon, citado por Antonello Gerbi, La disputa..., p. 10, traducción nuestra.
4. G. W. F. Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Madrid, Alianza Editorial, 2004, p. 171.
5. G. W. F. Hegel, Lecciones sobre..., p. 172.