Viaje de Humboldt por Colombia y el Orinoco
Almaguer

Este es un listado de las ciudades visitadas por Humboldt en el orden como fueron recorridas por el viajero:

:: Orinoco
:: El zapote
:: Cartagena
:: Turbaco
:: Mompox
:: Magdalena
:: Honda
:: Mariquita
:: Guaduas
:: Zipaquira
:: Guatavita
:: Tequendama
:: Fusagasuga
:: Pandi
:: Ibagué
:: Cartago
:: Buga
:: Popayan
:: Purace
:: Almaguer
:: Pasto
Más información

Plantas observadas en la zona
 

VIAJE DE POPAYÁN A ALMAGUER




De la misma manera como me hubiese gustado permanecer un tiempo más largo en Popayán para examinar más detenidamente la formación trapp (trapecio) de Puracé y Sotará, asimismo deseábamos abandonar la casa de Don Francisco Diago (el administrador del tabaco), en la que vivíamos. Le fuimos recomendados por su hermano, un hombre fino y plácido, don Pedro Diago (oficial real de Honda). Ambos hermanos llegaron de Europa con el fiscal Moreno, un hombre activo que donó la biblioteca pública a Santa Fé. Ambos se enriquecieron con el comercio (contrabando...). Amb os, tienen mujeres amables: Pedro es casado en Honda con doña Bárbara Ortiz, muy bonita y burlona (un atributo desconocido entre los españoles). Don Francisco está casado con doña Manuela Angulo (cuyo padre un europeo, adelantó el dinero sin intereses para la construcción del puente del Cauca en Popayán); su hermano trabaja en las Guardias Españolas. Francisco, de casi 60 años de edad, es una mezcla de gruñonería y humor, con mucha inteligencia sana y talento natural, pero infinitamente torpe y descarado, grosero con todos los criollos. Nosotros también tuvimos que sufrir mucho debido a su falta de delicadeza; lleno de consejos no solicitados, se metía en todo, apenas se sacaba un instrumento de la maleta, le ponía aparte para que estuviera mas seguro... Al mediodía siempre se peleaba con su mujer; el hijo bizco y sedo nos robaba pantalones nuevos, en tanto que su madre nos hablaba de los robos de los quiteños y pastusos. (Pastuso significa en Popayán un habitante de Pasto y una bacinilla porque está lacada con barniz de Pasto. De los bugueños se dice que tienen un brazo más largo porque todo el día cosechan guayabas (Bugueño es en Popayán un in­sulto; de la misma manera en Buga se odia a los caleños y en un país así se temen revoluciones). El hombre más agradable en Popayán es el arzobispo: sencillo, jovial y el más mundano en la vida social; un excelente arzobispo... Como verdadero peligro de su vida, y por caminos nunca antes transitados, visitó los más pequeños rincones de su arzobispado en la Costa de Iscuandé, Chocó, Antioquia, Timaná, y durante 3 años sufrió los más grandes sacrificios. El no conoce la moneda; vive muy sencillamente; ninguno de sus parientes le puede quitar algo. Lo que da la mitra pertenece a los pobres y él no termina el año sin que haya repartido todo. Pero es inflexible en los negocios y demasiado ávido con relación a sus privilegios arzobispales. Por eso no visitó al gobernador de Antioquia y consiguió una cédula real, por lo cual no se realizaron en Popayán las proyectadas casas para pobres, debido a que no se entiende con el gobernador Nieto. Ambos quieren el bien, ambos son inmensamente desinteresados, pero ambos se estorban mutuamente. Así pasa en todas partes con los gobiernos americanos. Los arzobispos no quieren reconocer el vicepatronato, son contrarios a los gobernadores y virreyes; contrarios a los canónigos y curas porque, los últimos son criollos, contra los misioneros europeos porque dependen del General de Roma y no del arzobispo, en las misiones forman un reino independiente y no quieren dar a los curas ninguna cosa. Intendentes contra gobernadores, oficiales reales contra administradores de tabaco y aguardiente... res publica in medio sita dilacerata. En compañía del Virrey Zerda, con Mutis y Escallón, llegó el Gobernador don Diego Nieto, un hombre moral, activo, enseña, pero es muy pedante, quejumbroso y aburrido; además llegaron los dos arzobispos. El gobernador, a pesar de las recomendaciones para el Virrey, que yo traje, y a pesar de las muchas visitas que ambos me hicieron, impasable. En la casa de la moneda, don Manuel Alvarez, contador mayor, casado con una hermana de José María Lozano, nos dio una comida mal cocinada. Fuimos desde Mariquita a Santa Ana con don Joaquín Valencia, superintendente, hermano del conde de Casa Valencia, en Madrid, y de don Tomás en la Vega de Supía. 

De Popayán a Pasto hay dos caminos, el uno hacia el occidente, cerca del mar meridional, por el Valle del Patía, pasando por Mercaderes; el otro es mas nuevo e infinitamente peor, lleno de voladores (así se llaman los caminos que conducen a escarpados despeñaderos), sobre Almaguer, más cerca a la elevada cordillera de los Andes, más distante del mar. Bouguer tomó el primer camino y determinó la latitud en Mercaderes mediante un gnomón (quelques réseaux); en aquellos tiempos el camino por Almaguer era casi desconocido. Nosotros escogimos Almaguer en parte porque Bouguer no lo vio y en parte porque así estábamos más cerca de la elevada cordillera, lo cual es muy importante para las observaciones minerales y botánicas. Así evitamos también el peligro de las fiebres de Patía y de los ríos crecidos, los que cruzamos más cerca de los manantiales, con reducidos caudales. En toda América casi no hay ningún valle tan famoso por sus miasmas de fiebre como el valle del Patía. El valle es muy bajo y caliente; lo visitan principalmente habitantes de zonas frías (quiteños, popayanejos y pastusos) acostumbrados tan sólo al frío. La incomodidad del viaje produce debilidad y en ese estado asténico se es fácil presa de los miasmas con mayor intensidad. Cualquier mojada en ese valle caliente, por el que se viaje 1 ½ días a través del camino de Mercaderes a Popayán, irremediablemente produce calenturas. Si se queda en el valle, son tercianas y nada más. Si se prosigue el viaje a Popayán y se llega al frío Alto de Quilcacé..., la calentura del Patía, en Popayán se convierte en fiebre maligna muy difícil de curar y casi siempre mortal. La acentuación de la fiebre en el valle del Patía depende mucho más de circunstancias secundarias, de disposiciones y condiciones (1) especiales del Valle, el que si es caliente pero seco, y de ninguna manera tiene ni la vegetación ni las materias putrefactas que los valles de Aroa, Santa Fé (Cumaná y Barcelona) y de la Orilla del Orinoco en El Maipures y Atures. Puesto que pasamos el valle del Patía sin peligro y debido a los rápidos viajes y eterno cambio de temperaturas, resultamos poco susceptibles a esas afecciones (tenemos que permanecer por lo menos 3 - 4 semanas en un lugar para perder nuestra propia temperatura y sentir la de ese sitio); así no nos asustó la fiebre del Patía. Pero de todos modos, fue un motivo adicional, y también se tuvo que acceder a los tempestuosos ruegos de los otros. Especialmente el gobernador Nieto es un entusiasta del camino de Almaguer, motivo sufi­ciente para que el arzobispo recomiende el camino del Patía. Viajamos desde Popayán el 29 de noviembre de 1801 por la tarde, y con aguacero, acompañados de don Francisco Diago, el provisor Arboleda y Cristóbal Vergara. Las interminables formaciones de arcilla gredosa (letten) que acompañan a todos los basaltos, diabasas y diabasas de pórfido, hacían el camino muy peligroso y resbaladizo. Las mulas caían y resbalaban hacia abajo; uno se convence claramente de que caminar es una sucesión de caídas. También estamos en un país donde se habla más del juicio de las mulas que de los hombres; se dice con entusiasmo una gran mula, de la misma manera que se dice gran fraile, como también gran piloto de los descalzos patrones de barcos del Magdalena. Nos encontramos con muchos viajeros que estaban armados con una lanza, arma aún utilizada con mucha frecuencia en América, fundamentalmente entre los indios, desde la Costa de Paría hasta Santa Fé. En las misiones un poco apartadas, Caripé, Río Apure..., el indio, además de la lanza contra el hombre y el tigre, lleva flecha y arco. Cerca de Popayán las cordilleras de los Andes con las de la Costa y el Chocó forman valles de 3 - 4 leguas de ancho, con un suelo de elevadas colinas; dividido en muchos pequeños valles, que termina a 2 leguas al sur de Popayán, en el Alto de los Robles, donde hay muchos robles. Aquí queda la línea divisoria de las aguas; toda el agua que nace en los Andes a partir de aquí, no llega al largo Valle del Cauca ni al mar del norte, sino que desemboca en el mar del sur. Quién creyera que en el 2°. de latitud y apenas en las inmediaciones del mar del Sur haya divorcio de aguas. Pero las más pequeñas circunstancias determinan que el agua fluya de una u otra manera. Ver la dirección del Casiquiare, Marañon... Alto del Roble es una garganta montañosa, de micacita que sobresale al occidente de la elevada cordillera. Por eso dijo el antiguo hacendado del Alto del Roble (Texada), medio bromeando, que si se riega un vaso de agua, ésta corre al océano sur o norte. En la vertiente oriental de los Andes el divorcio de las aguas está casi en la misma latitud; gargantas montañosas hasta el Páramo de las Papas, de donde baja el Magdalena, Caquetá, Putumayo... Las tormentas en Popayán tienen una dirección muy regular; se producen en el Alto del Roble y Quilcacé; son arrastradas hacia el noreste a lo largo del Puracé; luego son expulsadas del páramo por el viento que sopla entre el Puracé y el Pusna, sobre el Valle del Cauca contra Tetilla; allí se desatan y se dirigen hacia el mar. Nunca se las ve venir en sentido contrario, desde el mar del Sur; más bien van hacia allá. Desde el Roble y el Alto del Quilcacé hay un extraño panorama de las formas de las montañas alrededor de Popayán, todo “tetas”, panes de azúcar, picos; no obstante, sólo la Tetilla de Julumito es de basalto; todos los demás riscos montañosos son conos truncados de sienita pórfida, micasita; inclusive pórfido común que se convierte en granito, en columnas al igual que en Pisojé. Ver p. 37. Las tetas gemelas están sobre basalto, muy altas, encima el cerro de Chisquio, de donde se divisa el mar del sur. En el Alto de los Robles, sobre Timbío y Las Piedras, hasta Quilcacé, hay afloramiento de micacita, en la cual se encuentran las formaciones trapp de los volcanes Puracé y Sotará, por lo que aquí hay cantos rodados de cuarzo. El camino es accidentado, pura garganta montañosa que divide a los valles. Se gastan días enteros para bajar a un valle y para llegar a la garganta montañosa del frente. Se trepa peligrosamente por las lomas como un cangrejo durante 8-9 horas, y uno se encuentra en una tarde a 800 t. de distancia del punto desde el cual se partió en la mañana (2) (3).

Muy molesta es la garganta montañosa que separa los dos ríos Quilcacé y Smita desde la cordillera andina hacia el mar; pasa por la Horqueta, en el punto más bajo, y termina por todos los lados en un despeñadero ondulado y en forma de trinchera, finalizando en la cima en un altiplano y formando el cerro de Broncaso. Este cerro es muy famoso por la meseta que forma, casi como la meseta de Chingaza en Santa Fé (4). Entre los ríos Quilcacé y Smita hay extraños pórfidos cubiertos de micacita (5). Esos pórfidos del cerro de Broncazo y alrededores tienen una masa básica de magnesia dando una raya gris semidura, en parte color verdemontaña y verdepuerro y en parte verdeoliva, en la que hay muchísimos cristales blancos de feldespato de 6 lin, de largo, bastantes cristales negro-verdoso de anfibolita, y muy poco cuarzo cristalizado, color gris-humo. La masa básica es un elemento intermedio entre jade y fonolita (así llama Werner a la masa básica de pizarra de pórfido). Ese pórfido es estratificado e irregular; casi siempre cae rumbo al sur de 2 - 3 pies. Pulido se lo podría considerar como bello verde antiguo debido a su color. En los cambios con masa básica de verdespárrago y verde­olivo, el feldespato en pequeños cristales apenas tiene 1 - 2 lin, pero más anfibolita que feldespato y más pedazos regados que masa básica. Muchas veces la anfibolita tiene 2 cristales unidos en cruz, con frecuencia con 3 - 4 radios con un solo eje. Este caso es tan frecuente que es característica para esas formaciones de pórfido del Brancazo, Quicacé y Smita (6). En el volcán de Puracé hemos visto precisamente cruces así, de anfibolita, en la misma formación de pórfidos. Además, en el pórfido del Broncazo también hay columnas de 4 lados, fósiles cristalizados color verdepuerro, totalmente incrustados en jade cristalizado, ¿y es por eso que es difícil de reconocer? De vez en cuando también un fósil de 6 - 8 lin. verdespárrago y amarillovino, fuertemente incrustado en olivin y topacio... En pórfidos del río Smita depósitos completos de jade color verdemontaña, duro, pero de fracturas esquirladas, lleno de fragmentos de cuarzo, una clase singular y no mezclada de montaña. En el pórfido, en las elevadas cimas, en el Valle de la Sequía (como en Quilichao), cantos rodados de bolas de diabasa, claras, verdeolivo, aplastadas, de 4-8 pulgadas esferoidales (muy pesadas) y extendidas; nos acompañaba una gran cantidad de feldespato y anfibolita, en parte de feldespato y jade, sin pedazos incrustados —la misma formación pórfida a través de los valles de San Pedro, Guachicón y Putes—. Entre los dos últimos hay micacita muy rica en cuarzo, en la superficie; lo mismo en Los Robles, pero no cubierta sólo en un corto trecho. El pórfido de Guachicón tiene masa elemental color verdemontaña, siicosa, con mucha anfibolita, poco feldespato y mucho olivina cascarosa, el mismo fósil que habíamos mencionado arriba, entre topacio y olivina, hoy más frecuentemente visto y mejor examinado. Es claro, verdecanario, entre amarilloverdoso y amarillovino.

Esos pórfidos de magnesio toman un color más oscuro soplándolos rápidamente.

Augita conchosa, por eso Rhone muy claro. Hofm. 1, 462.

El Valle del río Guachicón es muy encantador; rocas perpendiculares derrumbadas de las que en todas partes bajan arroyos en cascadas; siempre se ven 4 - 5 al mismo tiempo, menos graciosas, mas estrechas, pero más majestuosas que el Haslithal.