Viaje de Humboldt por Colombia y el Orinoco
El zapote

Este es un listado de las ciudades visitadas por Humboldt en el orden como fueron recorridas por el viajero:

:: Orinoco
:: El zapote
:: Cartagena
:: Turbaco
:: Mompox
:: Magdalena
:: Honda
:: Mariquita
:: Guaduas
:: Santafe
:: Zipaquira
:: Guatavita
:: Tequendama
:: Fusagasuga
:: Pandi
:: Ibagué
:: Cartago
:: Buga
:: Popayan
:: Purace
:: Almaguer
:: Pasto
Más información

Paso en el Canal del Dique
Dibujo de A. de Neuville

Plantas observadas en la zona
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FIN DEL VIAJE DE CUBA HACÍA LA COLOMBIA DE HOY

26-28 de marzo de 1801. Dado que la brisa nos impidió materialmente proseguir el camino hacia Cartagena, definitivamente se consideró aconsejable obtener información sobre este puerto: los piratas .... acampamos en el río Sinú, propiamente en el Zapote, unas pocas casas en el gran golfo del mar, en el cual desembocaba el río. (véanse principalmente los manuscritos (???). Aquí todas las observaciones de longitud eran imposibles debido a un tiempo tormentoso y lluvioso. En realidad llama la atención que columnas de aire tan próximas no comuniquen sus movimientos entre sí. Hasta los 10 de latitud habíamos luchado continuamente con la calma y débil corriente de aire, y desde hace 10 días en la costa bramaba y rabiaba una brisa tan frenética que en Zapote, de 6 a 8 canoas (aproximadamente de 60 pies de largo, de una sola pieza, en forma de piragua totalmente planas en la parte inferior, por lo cual no se hunden ni se voltean) cargaban pesadamente con pollos, plátano, maíz. Cada una de ellas transportaba más o menos 2.000 piastras de víveres; pertenecen a los hacendados de Lorica, o más arriba, en el río Sinú. Cartagena no podría existir sin el río Sinú, y una fragata inglesa, a principios de la guerra con Inglaterra, se estacionó sabiamente en el golfo, entre Tigua y el Estero, para interceptar todos los víveres. Pero se olvidaron que las lanchas cañoneras podían venir por el canal poco profundo de Pasacaballos. Esas lanchas molestaron tanto a la fragata, que esta se retiró. En Zapote estábamos muy poco seguros porque desconocíamos el lugar y estábamos demasiado en la corriente, demasiado cerca de la entrada del canal. 

Era muy peligroso remar nuestro miserable y pequeño bote hacia la embarcación del piloto, especialmente porque una vez, a medio camino, se nos quebró un remo. De noche el movimiento era monstruoso y una segunda ancla estaba lista para ser lanzada en caso de que se rompiera la primera. El 27 en la mañana amainó el viento y por eso nos pusimos bajo vela. Hasta Tigua, desde el río Sinú, se arrastra una cadena montañosa distante 5 leguas de la orilla del río; esta cadena frecuentemente tiene cumbres y hasta conos, así las de San Antero, Tolú hasta San Martín. Es una cadena montañosa cuyas cúspides se elevan y en su forma gemela, una junto a otra, recuerdan los senos (tetas) de Managua en la Isla de Cuba. En El Rincón, Puerto Boquerón y Tigua, la cadena montañosa se acerca totalmente al mar. Las tetas del Tolú aparecieron a 21 millas de distancia 0° 37’ de altura no corregidas. Corrijo 1) mediante refracción, 2) curva terrestre, 3) la altura fue medida con sextante sobre el hori­zonte del mar, el que estaba a una distancia de solamente 9 millas, indicando un ángulo demasiado grande, lo que hay que calcular. La distancia según el plano de Fidalgo es muy exacta. Las tetas del Tolú no son más altas de 200 toesas. Entre Tolú y esas tetas hay los excelentes y enormemente gruesos troncos de Toluiferra, los cuales se yerguen individualmente sobre la hierba. Los habitantes del Tolú, Corozal, Caimito y Villa Tacuasán negocian con el bálsamo. En las sabanas altas de Tolú hay reses y mulas, no en grandes cantidades; cada una vale 30 piastras. Bordeamos el interior de las islas de San Bernardo, entre Salamanquilla y Puerto Boquerón; cuando nuevamente llegamos al mar abierto se levanto una brisa tan impetuosa que las olas en todas partes inundaban nuestra pequeña embarcación (de 20 toneladas). Al capitán le dio miedo, viró y quiso anclar en las inmediaciones del cerro Tigua, al Norte del pueblito Rincón. Encontramos 5 brazas de barro. Quiso acercarse a la costa y echar el ancla, encontrándose asustadísimo con que ya se había lanzado el ancla y que estábamos encallados sobre un escollo. Qué griterío, qué zozobra, qué falta de decisión, qué diferente el cuidadoso carácter alemán y el perezoso español, el de los ingleses que se portan con serenidad. Elevaron el ancla. Entre tanto se acercó a la costa la embarcacioncita sin vela. Había una clara luz de luna, mas embate de las olas, de la corriente salpicante que fluía en contra del viento, corriendo hacia el Este. La agitación de las aguas era mas fuerte que el viento. Al parecer el peligro no era inminente, pero el capitán estaba descontrolado. Con mucho griterío nos pusimos al fin bajo velas y pasamos la noche en un lugar donde el mar estaba apaciguado, y el capitán no perdía la oportunidad de alabarse personalmente sobre sus conocimientos de la costa, y maldecir el plano de Fidalgo que, según él, le había desorientado.

28 de marzo. Desafortunadamente, casi siempre hubo viento en calma. Anclamos a las 3 de la tarde, cuando la brisa nos impidió llegar a Bocachica, en la Isla Arenas. Nosotros vimos la Isla y el pueblecito de Barú cerca. En el meridiano de la isla Arenas (al Oriente de la Isla Rosario), latitud 10° 12’, observé dos veces la longitud por la altura del Sol.

6h  
11’ 58’’ - - - 59 32 20
-
12’ 35” - - - 23 10 av. 4h 8’ 23”
-
13’ 20” - - - 14 50
-
51” - - - 5 5
7h
26’ 32” - - - 41° 22’ av. 4h 8’ 24”
-
27’ 13” - - - 10 10
-
44 - - - 3 15 lg.78 15’ 0’’


Ya que Fidalgo indica esa isla Arenas 11’ al Oeste del cerro de la Popa (en el meridiano de Cartagena), encuentro, según eso la longitud de Cartagena a 78° 4’ 0’’ (las observaciones astronómicas francesas e inglesas dieron 77° 41’), si tomo en cuenta un retardo mayor de 26” del cronómetro, me resulta más hacia el Occidente. A no ser que mi cronómetro se haya retrasado 25”, en el mar más que en la tranquilidad de la Habana, ya que el bote del piloto casi no se movía en el eterno viento en calma. En Cartagena examinaré la marcha del reloj y decidiré eso. Encontré previamente la diferencia de longitud entre la Habana y la Isla Mucará de 6° 18’ 45” y con mas seguridad entre la Habana e Isla Arenas 6° 28’ 48” y los satélites me han dado la Habana 84° 43’ 45” de París, ó a 76° 11’ 15” del nuevo observatorio de Cádiz (que está 4’ 57” al Oriente del antiguo ó a 6° 12’ 15” al Occidente de Greenwich). 

Para los desconocedores, la Recalada de Cartagena puede ser peligrosa; las piedras de Salmedina, las profundidades enormes de las islas del Rosario y de San Bernardo, y un sólo placer entre los dos mencionados grupos de islas, latitud 10° 5’ y 19’ de arco al Occidente de Cartagena, como a Barlovento del bajo del promontorio la Galera. 

El 29 de marzo. Hablamos frecuentemente en el año pasado y especialmente en esta navegación del Domingo de Ramos y del cercano peligro de muerte del que habíamos esca­pado con don Nicolás Soto en el año de 1800, precisamente ese domingo, en el Orinoco, en la playa de Uruana, cuando en la mitad del cauce del río estuvimos rodeados de cocodrilos y se volcó la piragua !Dijimos bromeando que este domingo no quisiéramos estar en el agua! ¿Y quien lo hubiese creído cuando el 8 de marzo salimos desde Batabanó con todas las velas en alto? A las 7 levamos anclas en la Isla Arenas, donde pasamos una noche muy intranquila y borrascosa, tratamos de navegar entre la isla y el continente. En vano, la tenaz brisa lo impedía. Se empezó bordeando hacia fuera, en dirección al occidente desde las islas. Cada hora el mar estaba más impetuoso. Las olas se encrespaban altísimas: El velero de nuestro practico (del que escuchamos, además ahora para consolación nuestra que sus mástiles y velas estaban en malas condiciones y que todos los marineros dudaban de la resistencia de estas al embate de las olas) parecía una cáscara de nuez en el Océano. A las 2 de la tarde, el capitán y don Mariano, quienes decían conocer la costa como su propia mano, nos afirmaban que habíamos remontado felizmente la isla del Tesoro y que dormiríamos sin duda en Bocachica. Señalaban el cerro la Popa, la Boca Grande.. y aseguraban que llegaríamos inclu­sive al Noroeste de la Bocagrande, ya que es típico que uno se equivoque al arribar a la costa, exprese mis dudas. Se observó más detenidamente la costa y se encontró que realmente se había confundido el cerro la Troaca con la Popa y que no encontrábamos Bocachica! Nos acercábamos cada vez hacia tierra. El mar estaba terriblemente alto. La brisa bramaba y el cielo estaba amablemente azul. Se quiso virar de borda y nos aconsejaron que durante la maniobra bajásemos a nuestro pozo (que se denomina camarote de pozo) por cuanto todo se desarrollaba tumultuosamente y en reducido espacio. Lo hicimos y con Bonpland hablé bromeando del peligro, el cual es inferior a la inutilidad de nuestros marineros —cuando en efecto se repitió el terrible espectáculo de los años pasados.

No vimos nada pero sentimos que la embarcación se inclinó sin volverse a levantar. Al mismo tiempo oíamos salvajes y persistentes gritos de miedo en la cubierta. Sacamos la cabeza de la escotilla cuando precisamente había pasado ya el peligro. Pero todas las caras estaban pálidas y 5 horas después seguían conversando sobre el peligro. Por inadvertencia del piloto so dejó (íbamos fuertemente a la bolina) golpear por una enorme ola en el costado del barco en vez de cortarla; en ese momento llegó un ráfaga de viento. El barco escoró y sin enderezarse quedo sumergido a medias. El timonel quiso maniobrar pero dijo a gritos que era inútil. En ese instante se trató de zafar la vela, un remedio que seguramente era demasiado lento, cuando don Mariano, quien era el más resuelto, vio que el piloto estaba totalmente confuso, el le arrebató el timón de las manos para enderezar el barco, lo que felizmente logró. 

Según todas las declaraciones, el peligro fue muy grande, es decir nuevamente un Domingo de Ramos... Se me puede llamar superticioso. Pero mi fantasía se ha llenado con ese suceso como con historias de fantasmas. El peligro de esos días no había terminado todavía. Se entró (con viento en popa) en la ensenada que forma la costa de la isla de Barú, al Sur de la punta Gigante; Ahí anclamos.

Hoy hay eclipse lunar, mañana (lo que es sumamente importante para la determinación de la longitud, tan útil para la geografía, como el eclipse de Aldebarán observado en Puerto Rico, Ferrol, París, Cádiz. . .), 30 de marzo hay una ocultación de Virgo. Hay que temer que Fidalgo no tenga un alma­naque marítimo; tal vez no sospecha del eclipse. Seguramente llegaré muy tarde a Cartagena. Se discutió si yo debería hacer o no el camino por tierra desde Punta Gigante hasta Bocachica o al Canal Pasacaballos. Por la espesura del bosque, lo deshabitado de la región, se prescindió de ese proyecto. Entre tanto el capitán sugirió remar hasta tierra para buscar plantas. Vimos salir a un negro del matorral. Observando más de cerca distinguimos en él a un negro joven, gordo, totalmente desnudo, cargado de cadenas en los hombros, cintura y pies; un carcaj de flechas en la espalda y un machete en la mano. A nuestras preguntas contestó ladinamente y sonriendo con descaro. Nos dijo que estaba paseándose. Nos invitaba hacia la orilla y quería ir con nosotros si le dábamos ropa, preguntándonos si realmente no éramos españoles... Durante esa conversación, usando palabras incomprensibles para nosotros, hablaba con sus compañeros en el matorral; a ellos no los veíamos. Hubiese sido una imprudencia llegar a tierra sin armas. Era una banda de esclavos negros fugitivos, cimarrones, cuyo amor a la libertad y justo odio contra el blanco les vuelve capaces de todo. Seguramente nos quisieron atraer para adueñarse del bote, y en que peligro hubiésemos estado si nos permiten llegar a tierra sin descubrirse, atacándonos después (nosotros éramos cuatro). Las cadenas, por lo demás, juzgando según la forma como las tenían colgadas, de acuerdo a su cantidad y la facilidad que tienen todos los negros para limarlas, seguramente eran una mascarada. Se las colocaría para atraemos guiados por la compasión?. 

Retornamos sin bajar a tierra. Que deseo canibalesco tenían todos los marineros, inclusive el cocinero, un negro francés, de atrapar a los infelices o meterles por lo menos una docena de balas en el cuerpo. Se tasaba cuánto valdría un negro de esa clase para la venta... Fuge fuge littus. ¡Que inhospitalario hace al mundo la crueldad europea! Quise observar el eclipse lunar con el sextante oscurecido, midiendo limbos. Obtuve un tiempo seguro por 1’’. Altura del Sol: 

lat. 10° 17’ 8h 
32 17 - - - 24° 57’ 30”
-
33 24 - - - 41 20
-
55 - - - 33 10
-
34 27 - - - 25 25
-
35 0 - - - 17 10

Avancé el cronómetro sobre el tiempo medio de Punta Gigante 4h 7’ 20”, longitud 78° 6’ 20”, lo que da Cartagena a 78° 2’, mi cronómetro de 0° 8’ 40” de diferencia de longitud entre Punta Gigante e Isla Arenas, el mapa de Fidalgo da 0° 7’ 0’’

Diferencia de longitud entre Punta Gigantes y la Habana: 6° 37’ 25”.


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