Viaje de Humboldt por Colombia y el Orinoco
Pasto
Este es un listado de las ciudades visitadas por Humboldt en el orden como fueron recorridas por el viajero:

:: Orinoco
:: El zapote
:: Cartagena
:: Turbaco
:: Mompox
:: Magdalena
:: Honda
:: Mariquita
:: Guaduas
:: Zipaquira
:: Guatavita
:: Tequendama
:: Fusagasuga
:: Pandi
:: Ibagué
:: Cartago
:: Buga
:: Popayan
:: Purace
:: Almaguer
:: Pasto
Más información

Objetos hechos con el barniz de Pasto
Dibujo de Sirouy

Plantas observadas en la zona
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SOBRE EL BARNIZ DE PASTO

Se dice en Pasto que, desde el comienzo de la conquista hasta el comienzo del siglo XVII, doña Catalina Petronila de Mora, que tenía encomiendas en Timaná, inventó la manera de barnizar tal como se hace hoy. Es probable que los Indios ya conocieran este arte, que masticaran este barniz con colores; los indios Páez y otros en Timaná barnizan aún hoy algunas feas calabazas, los indios de Marañon y del Guainía hacen lo mismo. Hemos visto totumas en San Carlos del Río Negro que se parecían completamente el barniz de Pasto. ¿Quizá esta señora solo perfeccionó este arte, tal vez inventó únicamente la manera de barnizar en oro y plata. Existen hoy (diciembre de 1801) cerca de 40 obreros barnizadores, algunos de los cuales son maestros que trabajan con 4 o 5 personas. Todo aquel que tiene suficiente dinero para comprar el barniz, los colores y la plata que se extiende en hojas, en Quito, se llama a sí mismo maestro... Un obrero gana por día solo ½ reales de América. No se le da la comida. Termina diariamente 1 ½ platos a 12 reales cada uno, de modo que los pocos maestros sacan bastante provecho. El barniz no es abundante porque los indios de Sibundoy no lo buscan activamente. Estos indios, que han conservado las formas de gobierno interno y la lengua de los Incas (aunque tienen su propia lengua), son los únicos que buscan el barniz y no cultivan casi la tierra. Los indios del Pueblo de la Laguna se dedican por el contrario al ganado y no hacen caso del barniz a pesar de que también les queda cerca. Parece que en Pasto se consumen anualmente de 600 a 800 libras de barniz, que los indios venden a 1 peso la libra. Se venden en Pasto anualmente cerca de 10.000 a 15.000 pesos de vasijas barnizadas. El precio ha bajado, a causa de la porcelana que los ingleses introducen y porque la moda ha cambiado. En Lima se tiene el mayor flujo. El barniz puede aplicarse tanto sobre madera como sobre hierro y plata. No se trabaja sino la primera y son también los indios de Sibundoy quienes hacen los platos de madera, con malos cuchillos. Venden un plato de 18 pulgadas de diámetro a ½ real, pero hay que hacerlo igualar, unir, en Pasto. Los platos pequeños se fabrican al torno en el propio Pasto. No se conoce el árbol que da el barniz y se ha examinado tan poco el asunto que aquí se cree torpemente que las lágrimas o gotas cristalinas son la flor y la semilla del árbol. Nunca se han hecho traer pies jóvenes para transplantarlos. Por las ramas que el Gobernador de Popayán, don Diego Nieto, nos regaló, hemos visto que el barniz es una gota que rezuma Oxillis foliorum allí donde nace la yema de hojas futuras. Vemos la analogía de este fenómeno en los botones de todos los árboles que la Naturaleza preserva envolviéndolos en una materia resinosa. Un ramo adornado con estas gotas amarillentas y transparentes, colocadas simétrica y regularmente, ofrece un muy agradable espectáculo. Folia coriacea (1) integerrima lanceolata glabra opposita venosa breve petiolata subsessilia. Rami teretis oppositi. Los árboles son muy altos, se dan en regiones templadas (regiones de Quina), a una altura de 600 toesas (a juzgar por los productos vegetales), a un día al este de Sibundoy, hacia Mocoa. A juzgar por las hojas bien secas que enviamos con una gran colección de semillas al Museo de París, desde Popayán, creemos haber observado el mismo árbol y la goma en los riachuelos de Atabapo y Tuamini, mezclado a las Mimosas de hojas coriáceas que adornan estas comarcas. Los indios dicen que los arbolitos jóvenes dan más barniz, cosa muy natural puesto que todo vegetal joven produce mayor cantidad de materia mucilaginosa, y que la cosecha no es igual de abundante todos los años. Recogen con los dientes las gotas de 1 a 5/4 de línea de diámetro que rezuman sobre la yema joven. La mastican ligeramente y hacen pelotas pardas, aparentemente por la acción del aire atmosférico, de 3 pulgadas de diámetro. He observado con mucha atención el modo de barnizar. El obrero arroja una parte de la pelota en agua a 50° R. Mientras más fresco es el barniz mejor se trabaja; cuando tiene más de seis meses hay que mezclarlo con barniz fresco porque no es dúctil y se funde en forma demasiado fácil. Entonces se aumenta el calor hasta 70°. Los obreros se sientan alrededor de una vasija de piedra con carbón ardiente. Si se quiere obtener un barniz sin mezcla de color, lo que ocurre raramente, se masca durante 12 a 14 minutos, la bolita de 1 pulgada de diámetro que ha estado expuesta a la acción del agua caliente. Si se quiere extender la membrana sin masticarla, se vuelve desigual; me mostraron que quedan granos, la saliva actuará también químicamente. La masticación aumenta la uniformidad de la membrana (tela). La pelota masticada y arrojada entre agua caliente se estira con las dos manos en forma de cinta:

después 2 obreros la toman por las cuatro puntas abcd con las manos y la vuelven un cuadrado y para que este cuadrado no adopte la forma

la toman con los labios en e y f para evitar los segmentos acb y cfd. Así se forman telas de 0,01 líneas de espesor, semitransparente y continuas. El señor don Juan Lorca debe haber imaginado maneras de hacer telas sin saliva estrujando la pelota... Estas membranas, plegables durante 8 horas, se endurecen después y se rompen. El color natural del barniz ablandado en el agua es de un amarillo verdoso, casi el color de la madera incolora, poco agradable a la vista. Para darle colores, por ejemplo, el rojo se toma del Urucu (Bixa orellana, mezclado con leche de caucho) en polvo, se extiende el barniz ablandado en el agua, sin masticarlo, hasta formar una pequeña membrana, se aplica el polvo replegando la tela en forma de embudo. Se le coloca de nuevo en agua caliente y enseguida se comienza a masticarlo hasta que la saliva toma el color deseado. La masa masticada y coloreada se vuelve a colocar en agua caliente y se extiende luego para formar membranas coloreadas de la manera descrita. Con estas membranas, parecidas al papel mojado, se envuelven los platos, calentándose las manos para presionarlas y extenderlas... lamiéndolas... Porque la saliva juega siempre un gran papel en este repugnante barniz. El azul se obtiene con índigo desleído en mucha agua y calentando poco el barniz; el negro se obtiene con grandes dosis de índigo, calentando mucho (tal vez para carbonizarlo); el rojo es el Bixa orellana, el verde se obtiene masticando 2 pelotas, una azul suave y otra amarilla; el amarillo es la raíz en polvo del Escobedia Flor. Per. o azafrán de la tierra. El dorado se hace también con la Escobedia que se pone sobre la hojilla de plata. Para hacer flores se cortan las membranas, con un hierro parecido al buril del grabador, sobre una tabla, siguiendo el contorno de un bosquejo en cartón. Las sombras se obtienen colocando una membrana sobre la otra. El blanco es muy difícil de lograr, se lo produce de manera imperfecta con oxido de plomo blanco. Para la venturina se mezcla la plata amarilleada con la pasta ablandada; para hacer manchas con contornos indefinidos se pasa al fuego la tela ya colocada sobre el vaso (2).

La desgracia de esta fabricación es la mala forma de las vasijas hechas con cuchillo y gusto indígenas; los feos dibujos. Con todo se reconoce alguna imitación de las formas inglesas, aunque muy poco.


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