Viaje de Humboldt por Colombia y el Orinoco
Tequendama

Este es un listado de las ciudades visitadas por Humboldt en el orden como fueron recorridas por el viajero:

:: Orinoco
:: El zapote
:: Cartagena
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:: Mompox
:: Magdalena
:: Honda
:: Mariquita
:: Guaduas
:: Zipaquira
:: Guatavita
:: Tequendama
:: Fusagasuga
:: Pandi
:: Ibagué
:: Cartago
:: Buga
:: Popayan
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Más información
 

Salto del Tequendama
Dibujo de Riou
 

Salto del Tequendama
 

Plantas observadas en la zona
 
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VIAJE AL SALTO DEL TEQUENDAMA

26 - 27 de Agosto de 1501 

Sobre el antiguo mito del río Funza y el desagüe del lago, ver arriba, pág. 75. El Obispo Piedrahíta, Historia General del Nuevo Reino de Granada, pág. 18, dice (había vivido ya largo tiempo en Santa Fé), que el Salto está a 8 leguas de distancia de Santa Fé, que esta a una media legua de altura, y que se oyen ruidos a 7 leguas de distancia. ¡La distancia es de 4 millas marinas. La altura de 90 toesas, y no se oye ruido a una distancia de un octavo de milla! 

Salimos a caballo el 26 de agosto por la noche con el oficial mayor de la Secretaría del Virrey, parlanchín y parecido a un tallo de rosa, Don Ignacio Tejada, con Don Pedro Lastra, Don José Ayala... hacia Soacha; dormimos donde el Padre Franciscano del lugar, el Padre Palanca, quien como cura tiene un ingreso anual de más de 3.000 piastras, (un hombre gordo y bonachón). El 27 por la mañana cabalgamos por Canoas, sitio donde de vez en cuando paran los Virreyes en una región triste, sin árboles, hacia el Salto, unas 4 millas marinas al suroeste de Santa Fé. Hasta Canoas, el camino va a través de un llano uniforme, a lo largo de la cadena montañosa que limita por el sur la planicie. En Tunjuelo hay yeso a flor de tierra, toda la demás arenisca., la forma de las colinas, especialmente de las que se elevan en la planicie en forma de islas cerca de Canoas, demuestra la verdad de la tradición de Bochica. Todo lleva las huellas de una gran inundación. Enormes masas de piedra se han deslizado de los cerros en todas partes, y se observa que los cantos de las montañas han estado sometidos a la fuerza demoledora del agua. En las grietas de estas rocas que se han deslizado, crecen nudosos árboles de nopal, Cactus Opuntia, sobre los que algunos campesinos pobres crían cochinillas. Por eso las hojas del nopal se ven como nevadas o como cubiertas de telarañas. La cochinilla es excelente pero la cantidad muy pequeña. Yo exhorté a la sociedad patriótica que se está constituyendo ahora a que fomentara esta cría por medio de premios. 

Alrededor de Canoas el río produce enormes inundaciones y forma unos recodos impresionantes. Las inundaciones son muy útiles por la sequedad del suelo (arenisca en escombros, arena, por lo tanto a pesar de la niebla perpetua, páramos, eterna falta de agua en la planicie, sequía. El suelo es muy arenoso y la evaporación enormemente grande por la poca presión barométrica!). ¿Por qué no se ponen presas para inundar artificialmente? ¿Por qué, para ganar tierra que es aquí tan cara, no se le da un curso mas recto al río? Solo se necesitaría hacer trincheras de apenas 80 pies, así de cerca esta un recodo del otro. ¿Pero se temen procesos? Y este miedo paraliza aquí todo! Esta parte del valle (pues es más bajo y aprovecha la niebla que sube del Salto) es en su totalidad más fructífera. La hacienda de Canoas tiene fama de que su trigo es el que so conserva por más tiempo sin alterarse. Lo que se le reprocha al grano del Nuevo Reino, en comparación con el cereal norteamericano y europeo, es su falta de conservación. Aún no se sabe si la causa reside en el suelo, en la sequedad o en la molienda (1)También es exagerado el defecto (ya que Cartagena obtiene un gran provecho de la importación por mar y el beneficio del contrabando). La importación permitida en Cartagena de cereal extranjero, hace que los campesinos del interior no cultiven más los campos, pues no pueden venderlo. La producción de trigo de la hacienda de Canoas es de 5.000 fanegas anuales. 

El río que forma la terrible caída, tiene aún ahora, diferentes nombres, según la antigua costumbre indígena en el Llano de Bogotá. Su origen más distante está en la Parroquia de Hatoviejo, unas 7 leguas al norte de Guasca. El riachuelo corre hacia el sur rumbo a Chocontá, bajando desde el occidente del Alto de San Vicente, entra por el extremo norte del Llano de Bogotá, entre Suesca y Sesquilé, a la planicie, fluye por entre Calzón, Gachancipá y Tocancipá, forma la cañada entre la colina de forma de isla de Tibitó y la cresta montañosa sobresaliente de la montaña de sal gema de Nemocón, y se reúne bajo el nombre de Rio Tocancipá, con el río Barandillas que fluye desde el Cerro de los Tunjos. A partir de esta unión el nuevo río se denomina río de Bogotá; éste recibe el caudaloso río de Sopó, persigue su curso hacia el sur y penetra cerca a la cadena occidental de montañas; puesto que la parte del Llano de Bogotá, entre Facatativá y Fontibón es la más baja,

el río forma aquí considerables pantanos, restos del antiguo lago Funza, de allí la cantidad de aves acuáticas, Platalea, Ardea, Phoenicopterus..., y los mejores pastos (2). Más hacia el sur el río Bogotá se une al río Techo que pasa por Fontibón (y que recibe á los dos ríos de Santa Fé, el rió de San Agustín y el de San Francisco), por último más hacia el sur aún, se une al río Serezuela y el río Bosa o Tunjuelo (de los cuales el primero brota de la Sierra entre Facatativá y Bojacá, y el último en el valle de Usme rico en yeso). Según esto, el río Bogotá recibe todas las aguas del gran Llano de Santa Fé. En Canoas, no obstante, éste tiene solamente 137 pies de ancho y máximo 5 ½ pies de profundidad - una prueba de la desmesurada evaporación en la reducida presión barométrica del aire, y de la mucha agua que se estanca en los pantanos. Seguramente que los árabes y los peruanos colocarían presas (diques) en el río para causar inundaciones artificiales en una llanura tan aquejada por las sequías. Pero aquí viven españoles... Al sur de Canoas está la hacienda de Tequendama (que fuera un pueblo indígena) y por ésta tiene la cascada el nombre Salto de Tequendama, pues el río mismo nunca se llamo así, sino Funza. Al suroeste de Tequendama el río se curva por entre un estrecho valle rocoso abierto por él mismo, en el que queda el Salto, para llegar allá se cabalga en diagonal sobre la montaña, saliendo de Canoas. Desde la altura junto a Chipa (barómetro corregido a las 8 de la mañana, 248,2 líneas. En Soacha, a las 6 de la mañana, 249,4 líneas) se tiene una excelente vista. Debajo se observa un precipicio del que, semejante a un holocausto, ascienden espesas nubes (el salto) y en la azul lejanía se divisa la tierra caliente la cálida llanura de la mesa de Juan Díaz, del Tigre... Aquí se tropiezan los más diferentes climas. Uno mira, rodeado de encinas, en una atmósfera en lo que el termómetro desciende hasta 0° y que por lo general señala de 8° a 9° Reaumur, a una llanura de palmas en la que crece caña de azúcar, plátano... Y desde Chipa hasta Tigre so puede calcular una distancia de apenas 2.500 toesas en línea recta (por elevación). Yo he visto cascadas más ricas en agua y sin embargo, nunca observé sobre ninguna un nubarrón tan permanente y espeso como sobre el Tequendama. Acerca de la influencia del Salto sobre la humedad de medida del Salto carta de Rivero de Santa Fé, véase página 75. Esto grueso nubarrón, que uno ve desde Santa Fé flotar permanentemente sobre Canoas y que de cerca representa un espectáculo extraño, proviene seguramente de la delgadez del aire. El salto del Rhin, el Pissevache, los Saltos del Orinoco y otras cascadas ricas en agua que yo he visto están en regiones en las que la densidad del aire es igual a 27 y 28 pulgadas, allí donde el aire puede recibir bastante agua y el calor que (en el trópico en todo tiempo, en el Rhin durante la época caliente) reina, aumenta en parte la afinidad del menstruum con el agua, y en parte también el proceso desconocido por el cual los vapores acuosos se descomponen en el aire. Aquí en el Tequendama todo es diferente. El termómetro asciende a solo 21 pulgadas. El aire es permanentemente frío, aún más frío que lejos del Salto por el desmesurado enrarecimiento, por lo general de 8° a 10° y con frecuencia 0° Reaumur. El menstruum delgado y frío puede disolver poca agua. Este deja caer enseguida nuevamente gran parte de lo disuelto. También la descomposición del agua sólo puede ser reducida, pues la electricidad que provoca la caída de agua, aunque es seguramente muy grande, lo mismo que en todas las regiones de aire enrarecido, en cambio falta el calor tan necesario para todos los procesos químicos.

El camino desde el alto de Chipa hasta el Salto (el queda en horizontal 5 hacia occidente, visto desde Canoas. Ver mi plan topográfico del Llano de Bogotá), es muy cómodo, y tanto más cómodo cuando uno ha vivido largo tiempo en Santa Fé y esta desacostumbrado a ver una hermosa vegetación tropical. El bosque está constituido por encinas musgosas. Aralias fol. trilobis, Coffea occidentalis, Lloas camaronas, Alstonias theeiformes, algunas Cinchonas (de la amarilla), Cupheas de flor grande, Begonia de flor púrpura grande... Habían tenido la gentileza de mejorar el camino, como apenas lo hacen para los virreyes. Habían excavado escalones en los cerros escarpados para colocar alrededor del Salto un parapeto de madera en los puntos más peligrosos. La última parte del camino cuesta abajo es bastante peligrosa, especialmente cuando el suelo está húmedo, humedad que produce la niebla que sube del Salto, sin que llueva. El aspecto del Salto es infinitamente bello. Yo lo vi primero de lado, cuando me coloqué estirado sobre el banco de arenisca que el río deja en parte seco. Posteriormente lo observé por delante a alguna distancia. El Pissovache en Wallis y la caída de agua que vi entre la Bonneville y Chamonix, son más altos pero tienen menos agua; la cascada del Rhin y las cataratas del Orinoco son mucho mas ricas en agua pero de menor altura. El hecho que se ha afirmado durante largo tiempo de que el Tequendama sea la más alta caída de agua del mundo (Ver Bouguer), es completamente infundado, pero yo creo que no existe ninguna caída de agua de esta altura por la que se precipite tanta agua y en la que se evapore tanta. El aspecto es en realidad más bello que aterrador. Como tan poca agua alcanza a caer hasta abajo, por la altura tan grande, como el abismo que forma el lecho del río de abajo (en este punto ya no es llamado río Bogotá sino río Sagasugá), es tan estrecho y evita con sus recodos la propagación del eco, por eso, el ruido no es muy considerable. Uno oye la caída apenas a 1/8 de legua de distancia, y cuando se está cerca so necesita hablar poco alto para entenderse, de ninguna manera gritar. 

La gente que vive cerca del Salto de Tequendama no son ni tan sordos ni tan catadupas, como dice el autor que se hace pasar por ilustrado en el Papel Periódico de Santa Fé 1790 [1793], pág. 279. El río está tan restringido en la parte de arriba por altas rocas, que tiene a duras penas 54 pies de ancho. La cantidad de agua que cae en el nivel medio parece tener un perfil de 758 pies de acuerdo a la medición que hice en Canoas. La caída de agua tiene unas 90 toesas de altura, pero la aguas sólo rebotan una vez cuando el nivel es alto, alejadas de la pared. Cuando el río está poco profundo (y así lo ví yo), el espectáculo es más bello. La pared de la roca por la que se precipita el río tiene dos salientes, un escalón a 5 toesas de profundidad y el segundo a 30. Cuando el nivel del agua está más bajo, las aguas se precipitan verticalmente cerca a la pared, y la caída de escalón se asemeja entonces a una verdadera cascada. En la parte superior de la caída se ve el agua dividida en hilos plateados en forma de perlas, pero a 50 toesas de profundidad la evaporación de la espuma presenta un espectáculo de tal belleza como no he visto en ningún lugar, ni en el Rhin ni en Wallis. Uno ve el agua desaparecer en el aire. Copos de espuma que corren hacia abajo demasiado cónicamente por el peso, se alargan paulatinamente. Los españoles comparan, no sin razón, la caída de estos copos con voladores. Uno persigue un copo con la vista, lo ve volverse más y más delgado hasta que desaparece en el aire. Solo algunas estrías gruesas de agua alcanzan a caer como agua en el abismo. La evaporación es tan monstruosamente grande que vista por delante, la caída de agua parece un tapete de plata cuyas borlas apenas tocan la tierra aquí y allá. El río de abajo que tiene apenas 1/3 de la cantidad de agua del de arriba (seguramente más a consecuencia de la descomposición química del agua y del soplo del viento, que de la disolución en el aire) se forma en gran parte con el agua que se precipita del aire. Cuando dije primero que el Salto de Tequendama era un espectáculo más bien gracioso, bello y amistoso, que un fenómeno que produjera tenor, entonces, exceptúo la parto inferior de la caída. Al mirar hacia abajo en el estrecho abismo (apenas 30 pies de ancho), la niebla que se asemeja a nubes desgarradas, este abismo llena y oscurece el panorama de masas salvajes de roca, que como testigos de revoluciones de temblores de tierra forman el lecho del río inferior, todo esto tiene algo de atroz Aqueronte. Al lado del Salto se eleva una pared rocosa que es muy nombrada porque parece en realidad haber sido labrada en forma vertical por manos de artista. Como los estratos de arenisca caen allí extendidos, por eso parece tener aún más forma de muralla. El gran perfil desnudo de esta pared rocosa contrasta bellamente con la espesa vegetación boscosa del abismo rocoso inferior. Aquí y allá descuellan palmas entre las matorrales, verdaderas palmas, no Polypodium arboreum, una señal (no como dice comúnmente de la desmesurada altura de la caída, ¿Qué cambio de clima pueden producir 90 toesas?) de lo mucho más caliente que es la atmósfera en un abismo encerrado inaccesible para el aire frío. Después de que observé el Salto desde arriba, me decidí a visitar la cercana mina de hulla (un estrato de carbón esquistoso de ¾ de toesa de extensión, en arenisca; la cubierta es arcilla endurecida y sobre ésta, arenisca quarzosa, es decir, hulla en arenisca como en Turingia) y después, con gran cansancio, bajar el largo camino de la Culebra hacia la quebrada de la Povasa y desde allí, aferrándose a las ramas de los árboles como arañas, bajar hasta el lecho mismo del río inferior. La última parte del camino es bastante peligrosa y yo estuve a ratos temeroso de romper el barómetro y regresar sin tener noticia de la cuestión. Pero todo resultó a pedir de boca y caminamos a pie (me acompañó únicamente D. Josef Ayala) desde las 7 hasta las 2, 7 horas completas sin descansar.

La humedad que reina en el abismo, me causó un fuerte dolor en el cuerpo, por ello encontré muy fatigosa la expedición. 

Abajo el río se llama Río de la Mesa, del Colegio, o de Tocaima, página 160. 

No contribuirá mucho a la hermosa vegetación, además de la humedad, la electricidad del aire provocada por todo Salto (acertadas pruebas hechas en Suiza sobre los Tralles) que se observa alrededor de todas las caídas de agua. ¿Disfrutan aquí las plantas de una lluvia eléctrica continua? Y en el Tequendama (como en todo aire montañoso) la electricidad debe ser muy fuerte. Yo lamento no poder analizar este fenómeno, que analicé frecuentemente en Europa, porque olvidé impensadamente traer al salto mi electrómetro voltaico. En Santa Fé se tiene la opinión, de la que disienten los habitantes de Canoas, que el Salto solo puede verse hasta las 9 de la mañana, porque so oculta otra vez en espesa niebla. Sobre el Salto nunca faltan las nubes formadas por los vapores que suben. Estas se ven diariamente desde Santa Fé. Abajo en el abismo se encuentra asimismo siempre niebla, semejante a nubes desgarradas (aquí las paredes del abismo contribuyen seguramente también mucho a la descomposición de los vapores). Pero en los días serenos la parte superior del Salto es clara y sin niebla, desde la salida hasta la puesta del sol. El hermoso arco iris cambiante con la posición del sol, falta tan pocas veces en el Salto de Tequendama como en el Rhin y en Staubbach. Uno no debe comparar los objetos de la naturaleza y así robarse así mismo la alegría. Pero yo no puedo menos que decidirme a añadir que: la caída de agua del Tequendama es un espectáculo grandioso, hermoso, y en la parte inferior un atroz Aqueronte. Pero a pesar de la vegetación indígena, del abismo y la gran altura, nuestra caída del Rhin alemana permanecerá siempre en mi ánimo alemán como una impresión perdurable. La caída del Rhin es un fenómeno más ruidoso. El terrible estruendo que se capta desde la Galería, el mar de espuma que pasa corriendo con toda la fuerza junto a uno, conmueve el espíritu e invoca pensamientos grandiosos y solemnes. Pero aun más grande, más maravilloso y más terrible; lo más terrible y los más deliciosos que yo he visto unido en la naturaleza con Cataratas del Orinoco cerca de Maipures. Qué panorama desde las rocas de Manimi hacia abajo; un río de 2.000 toesas de ancho que se lanza espumante de arrecife en arrecife a lo largo de 3.000 toesas, y en medio de esta creciente tronante y espumante, islas y peñas adornadas con palmas y con todo el esplendor y la vegetación indígena... 

Medida

Hay grandes discusiones en Santa Fé sobre la altura del Salto. En los tiempos antiguos se confundía el gran salto del que aquí se habla con las pequeñas caídas y cascadas que le siguen hasta el oeste de la Mesa de Juan Díaz. Por esta razón Piedrahíta y otros hablan de una caída de ½ legua de altura. Bouguer lo supone así sin haberlo observado. En tiempos del Virrey Espeleta, hombre rígido pero muy activo y útil para el país, se encargó al Brigadier don Domingo Esquiaqui (comandante de la Artillería) de medir el salto para enviar el plano a la Corte. Hizo una medida geométrica desde lo alto, supongo, pero uno de los ángulos del triángulo era inferior y 1° y los instrumentos con los que operaba tenían errores superiores a los 30’. Hizo son­deos (Sondaleza) y encontró 5 toesas desde arriba hasta el primer escalón, 39 toesas del primer escalón al segundo escalón. Del segundo al tercer escalón y al fondo 89 toesas. Profundidad del pozo (abismo, pozo), que la caída ha labrado, 20 toesas. Entonces la caída, sin el pozo, mide 113 toesas. Se debe confiar muy poco en este sondeo. 

Se hicieron sondeos en la propia caída, en donde el agua que cae produce un viento tan fuerte que la sonda no cae de ningún modo perpendicularmente. 

El señor Mutis ha hecho experimentos sobre esto y ha observado desviarse la plomada de una manera que lo hace pensar que este método es completamente infructuoso. He pensado si no se podría tender una cuerda al nivel de la parte superior del río, pero alejada de la caída, entre los dos peñascos. Sobre la cuerda se fijaría una polea mediante un nudo corredizo. Se haría pasar la polea a la mitad del abismo y por su ranura se podría hacer descender la plomada. Se sondearía hasta la superficie del agua, hasta donde se puede ver descender la plomada. Cualquier sonda en el agua es infructuosa. El lecho del río está tan lleno de piedras y es tan desigual que es imposible darse cuenta cuando la sonda toca el fondo. 

La profundidad de 20 toesas, que el señor Esquiaqui da al pozo, es poco probable a causa de la dureza de la arenisca y de la muy pequeña cantidad de agua cuyo choque no hubiera podido labrar tan formidable concavidad. Si este pozo existe, se debe a qué, en tiempos remotos, el lago Funza, venciendo los peñascos que le rodeaban, se abrió paso (rompió el dique, ayudado quizá por temblores de tierra a los cuales está muy expuesta esta llanura) y arrojó entonces una inmensa cantidad de agua por el estrecho paso del Tequendama. En mi proyecto de sonda, la cuerda se curvaría y habría que medir ab. Pero la localización del Salto se opone a la ejecución de todo el proyecto. Seria casi imposible fijar la cuerda al nivel de la parte superior del río, alejada del aire agitado y de la propia caída. El frontón del oeste impide que se camine por allí; es un acantilado. El papel periódico de Santa Fé, 1793, p. 278, da una medida barométrica del señor Esquiaqui en la cual los datos y el cálculo son tan erróneos que se creería todo suposición sino fuera por el respetable nombre del autor. Barómetro en lo alto del Salto, 23 pulgadas 8 líneas, medida con respecto al Rhin. Abajo: 22 pulgadas 3 líneas. Supongamos que las estaciones superiores e inferiores fueron tomadas una por la otra (aunque el autor agrega que por esas observaciones sabe que la atmósfera abajo es mas enrarecida que arriba), la diferencia entre ellas da 289 toesas. Ahora bien el señor Esquiaqui dice que el río tiene 50 ½ toesas de desnivel desde la caída (punto donde las aguas caen) hasta el sitio donde tomó la medida; el Salto tendría en consecuencia 239 toesas de altura o sea 3 veces más (Véanse los experimentos sobre la caída de los cuerpos). Pero el autor calcula estas observaciones de otra manera; contando, según dice, 10 toesas por línea encuentra 164 toesas. 

Ahora, para acomodar esta medida a la de la sonda cuenta 50,5 toesas de y a x (ver el dibujo), valor puramente arbitrario, pues no veo ninguna posibi­lidad de evaluar este desnivel desde y hasta x, obtiene la altura de la caída y = 113,5 toesas; acuerdo aparente basado en la falsedad del cálculo barométrico y en suposiciones arbitrarias. Pero me pregunto además, como pudo dar el barómetro en el Salto 23P 8li con respecto al Rhin, cuando su verdadera altura y es de 254,8 líneas con respecto a París, (como lo prueban mis observaciones y las del señor Mutis, así como lo demuestra la altura promedio del barómetro en Santa Fé y el escaso desnivel que hay hasta el Salto). Además el barómetro marca menos abajo que arriba, menos en x que en z. El señor Esquiaqui da para el termómetro 5° en z y 78° en x, la primera medida en Reaumur y la segunda en Fahrenheit, números que cuadran muy bien con lo que dice en la Memoria citada, sobre la enorme diferencia de clima entre z y x. Estuve por la mañana, a las 8, en z y el termómetro marcó 11°,9 R, descendí al abismo a las 12 ½, con cielo sereno y sol radiante, y el mismo termómetro no marcó, en la sombra, sino 12°R. Se vé pues que el clima es el mismo. La gran evaporación en la cual el calórico se vuelve latente impide que los rayos del Sol produzcan calor abajo. 

Herboricé en la parte inferior del río, o Sagasugá, y en la quebrada de la Povasa y encontré exactamente las mismas plantas que en Chipo, 160 toesas más arriba. Repito entonces que la pequeña altura del Salto no produce diferencias en el clima. La existencia de palmas abajo es lo único que parece probar un clima más templado. Creo que se debe atribuir tal existencia al abrigo de los vientos fríos que soplan en la sabana de Bogotá, provenientes de los páramos de Chingaza y Cruz Verde, de que gozan allí estos vegetales; también al hecho de que cuando estos vegetales crecen en abundancia en un sitio trepan fácilmente aclimatándose en sitios vecinos aunque sean mas fríos. Hemos visto en la Silla de Caracas Heliconia con Beforia. Las palmas son naturales en el Tigre y en la Mesa de Juan Díaz trepan insensiblemente a lo largo del río Sugasugá hasta el Salto, pero no pasan de allí. No pasan más allá de la gran muralla de arenisca (de esta escarpada muralla) que forma el Salto. La quina amarilla, que el señor Esquiaqui cita como testimonio de clima caliente, crece con mayor abundancia arriba, cerca de Chipo, que en la parte inferior del río. ¿Si el clima inferior era tan caliente por qué en un día sereno el termómetro no marcó sino 0°, 5 R más que lo que marcó a las 8h en el salto? Pero olvidemos medidas tan inexactas. Hay que creer en honor del señor Esquiaqui, hombre de genio y de vastos conocimientos, que su Memoria fue falsificada al copiarla o que el redactor era tan cegato como el autor del mísero soneto con que concluye la memoria. 

La dificultad de medir con exactitud el Salto de Tequendama es muy grande. Allí confluyen circunstancias muy particulares y creo que se gana mucho, para cualquier tipo de medida, si se analizan los obstáculos y se evalúa el grado de confiabilidad que ameritan los números que se obtienen. Veré si puedo fijar los límites del error que cometa. 

Senda: Ver arriba, la localización poco se presta y es necesario habitar en el país para poder emprender tal trabajo, que al final no es muy exacto. 

Medida trigonométrica
El señor Escallón propone públicamente la tesis de medir desde arriba el Salto. No se necesita ser muy instruido en los elementos de la geometría para entrever esta posibilidad. Podemos imaginar arriba, en z, una base horizontal o perpendicular, medir los ángulos de depresión... Arrojar al abismo una vara de longitud conocida y medirla desde arriba... Todo esto sería exacto si tuviéramos instrumentos que dieran 1” de exactitud, bases con precisión de 2 líneas. Pero esta ejecución en un terreno, en z (en lo alto de la cascada) que no permite sino una base de 20 pies de longitud, es como medir la distancia de la Tierra a la luna tomando los ángulos desde los dos extremos de una casa.

Llevé al Tequendama un grafómetro y un sextante pero no intenté tomar medida alguna. Imaginémonos situados sobre el borde de un muro de 90 a 100 toesas de altura, distante 7 a 8 toesas de un muro paralelo, tratando de medir la profundidad del intersticio, teniendo en cuenta que, desde arriba, el muro no permite una base de más de 4 toesas de largo y que no se aprecian desde allí sino 30 a 40 toesas de longitud en el intersticio. Es lo mismo que colocarse al borde de un pozo dentro del cual se ha introducido una lucecita e imaginar que se puede medir trigonométricamente la profundidad de esta luz. La medida desde abajo es aún menos factible. No se puede uno acercar al punto y, ni se puede ver, siquiera de lejos, el pie de la cascada. Confiaba yo mucho en esta última posibilidad. Viendo y desde lejos subiría y bajaría por la pendiente de la montaña de la Povasa hasta que el nivel me indicara que estaba a la misma altura de y. Así, la estación barométrica del punto hallado a la misma altura de y, comparada con la altura barométrica de z, daría la altura de la cascada, zy, corrigiendola por la curvatura de la Tierra. Era asociar un método barométrico con un nivel buscado geodésicamente. Los habitantes niegan la posibilidad de tal perspectiva. Es cierto que el Sagasugá es tan sinuoso que no se puede ver el pie del Salto, punto y. Sinembargo, creo que caminando largo rato por la pendiente del peñasco, exponiendose al peligro y tumbando los árboles, se podría encontrar tal vez la perspectiva buscada.

[Adición:]
Gehler dice (Worterbuch, IV, p. 655) que la catarata más alta del mundo es la de Bogotá cerca de S. Magdalena, que según Bouguer tiene 2 - 300 toesas.

Caída de los cuerpos He aquí el método en que más confío. Hice lanzar más de 15 veces piedras en el precipicio, diciendo tac cuando la piedra caía perpendicularmente sobre el abismo y tac cuando llegaba al fondo, a la superficie del agua. Tenía el cronómetro a la mano y numerosos espectadores. suficientemente instruidos, juzgaban si el experimento estaba bien o mal hecho. Se distingue fácilmente 1/5 de segundo. En todas las caídas no hubo sino 0,4 segundos de incertidumbre, prueba de que los experimentos estaban bien hechos. El tiempo promedio de la caída fue de 6,4 segundos lo que da, por el cuadrado de tiempo, 108 toesas de profundidad, pero creo que la piedra descendía demasiado lentamente. No se la puede hacer caer perpendicularmente, sin impulso. La forma del peñasco lo impide. Para que caiga al fondo del abismo hay que lanzarla con fuerza. En consecuencia, la piedra cae según una parábola por la fuerza horizontal que se le ha dado. Esta fuerza disminuye la de gravedad. Nos encontramos frente a un máximo. Hay razones, tal vez, para que la piedra descienda lentamente pero no hay ninguna (la tendría en cuenta) para que caiga demasiado rápido. La cascada no puede tener mas de 108 toesas pero su altura es probablemente menor. La fuerza de proyección horizontal, ¿seria de 1/6 del tiempo? ¿Cómo medirla? Como la piedra se arroja bastante lejos sin gran impulso (se ha tratado de darle el impulso que parece suficiente para que llegue al punto deseado), hay que creer que la fuerza (el impulso horizontal) está casi anulada cuando la piedra empieza a caer. Yo creo que se pueden contar 6’’ de caída lo cual da zy = 93 toesas. El señor Cabrer, Oficial Ingeniero muy instruido, hizo antes que yo los mismos experimentos y dedujo (por lo que me dijo) 115 toesas sin descontar nada por el impulso horizontal. 

Medida Barométrica. El barómetro marcaba en Soacha 249,4 líneas; en Chipo al oeste de Canoas, en lo alto, antes de bajar al Salto, 248,2; en z, en el propio peñasco desde donde baja la cascada 254,8 líneas. No se puede alcanzar el punto y. La perpendicularidad de los peñascos no lo permite de ninguna manera. No se puede tampoco alcanzar un punto desde donde se divise desde abajo el pie de la cascada. Por consiguiente, ¿cómo descontar el declive del río Sagasugá desde y hasta x, en donde se coloca la segunda estación barométrica? Cuando el río tiene poca agua, ¿Se podría remontar este, descalzo, desde la quebrada de la Povasa hasta la cascada, hasta y? Creo que sí; los guías dicen que no, porque no se puede caminar sino por el propio lecho del río, y que aunque haya muy poca agua se forman pozos muy peligrosos. 

Con puentes (voladizos) escalas, planchas, se vencerían estos obstáculos pero habría que caminar a pie firme para no tropezar y ser derribado por el torrente sobre un suelo lleno de guijarros y rocas sueltas. Cuando vi el Salto no se podía pensar en semejante proyecto. El agua era tan profunda (siendo el lecho estrecho) que no pude avanzar ni una toesa. He aquí como me puse a medir lo invisible, por falta de algo mejor. Encontré en x, en el agua, el barómetro a 263,6 líneas, el termómetro a 12°. El punto z queda arriba de x, punto situado abajo de la quebrada de la Povasa, a 147,4 toesas. 

Ahora bien, no pude medir exactamente ni la distancia ni el desnivel del río. ¿Cuánto debe descontarse? Desde x vi unas 10 toesas del curso del río; forma 22 gradas o pequeñas cascadas, que evalué en por lo menos 8 toesas de caída. Llegado a lo alto de la montaña me pareció, comparando la longitud de las sinuosidades, (aunque no vimos sino la vecindad de y y no el pie de la propia cascada), que la distancia de y a x podría ser 7 veces 10 toesas = 70 toesas. Suponiendo entonces que el río tiene en todo punto la misma pendiente (suposición bastante arbitraria puesto que debería creerse que el río desciende más rápidamente justo después de la gran caída que más adelante) habría que descontar 56 toesas y zx mediría, por el barómetro, 91,4 toesas. 

El acuerdo entre el experimento de las piedras y el del barómetro se debe al azar. Pero es probable que la verdadera altura de la cascada está entre 85 y 93 toesas; no alcanza sin duda las 108 toesas. He aquí los máximos y mínimos. Teniendo en cuenta la desviación de la plomada en la medida con la sonda, creo que no se atreve uno a descontar más de 1/5 y de este modo todo nos lleva a las 90 toesas. 

Se dieron un día el cruel placer de aflojar dos bueyes amarrados desde lo alto de la cascada. Quedaron tan destrozados que no se vio caer ni un pedazo. Lo mismo pasó con gruesos árboles acontecimientos bastante curioso...

[Adición:] 78 toesas, Semanario, IV, 210. La temperatura del río en lo alto de la cascada era igual a la que encontré abajo, de 12°, 5. El agua no se calienta por el rozamiento, o la evaporación compensa todo esto. También, la temperatura del agua en la parte inferior no se pudo medir sino a 70 toesas de distancia del pie de la cascada.

[Adición:] Boussingault, ¿Cartas? Medición. Semanario, Cont. 1810, p. 12. 

Mutis

255 varas.

Esquiaqui

264

Humboldt

210 

Caldas

219

 

El Padre Antonio Julián (La Perla de la América: Provincia de S. Martha Madrid 1787, p. 9), toma al pie de la letra las mentiras de Piedrahíta. Dice que se debe reducir ½ legua a palmos de Roma y que se verá entonces cómo el Tequendama es la cascada más elevada del universo. Tal como se lo dijeron también a Bouguer, quien da al Tequendama 2-300 toesas de altura, juzgando por otras elevaciones que le presentaron como iguales. De allí que Bouguer (Figure de la Terre, p. 92) se imagina que el salto está a 15 leguas por debajo de Santa Fé, para la cual adivino admirablemente la elevación, situándola a 1.400 toesas. 

La medida de Esquiaqui es ¡ncreiblemente torpe. Ha observado desde lejos una cuerda de 25 varas. A partir de esta cuerda, que le sirve de base, deduce una distancia de 900 toesas. Después continúa con triángulos, uno de cuyos ángulos mide 1°... Nunca estuvo en el agua como yo; observó el Salto desde lo alto de la montaña de la Povasa. Todo lo que dice sobre la pendiente del río es ficción, prueba de ello es el manuscrito del plano que su pintor nos mostró.


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