Vida de Humboldt
Extractos de sus diarios

Índice

- Fin del viaje de Cuba hacía la Colombia de hoy
- Puerto de Cartagena
- Estadía en Cartagena y Turbaco
- Viaje a Turbaco
- Volcanes de aire de Turbaco
- Viaje por el río de la Magdalena (hasta Mompox)
- Sobre los Bogas y Remeros
- Llegada a Mompox
- De Mompox a Honda
- Experiencias sobre la respiración del Cocodrilo
- Comercio en el Río Magdalena
- Mapa del río de la Magdalena
- Arribo a Honda
- De Honda a Santa Fe
- Arribo a Santa Fe
- Descubrimiento de la Quina cerca de Santa Fe
- Cerveza de Quina
- Educación en Santa Fe
- Ciudad de Santa Fe
- Viaje al Cerro de Guadalupe cerca de Santa Fe
- Viaje a Monserrate cerca de Santa Fe
- Materiales para conformar el plano topográfico de la Sabana de Bogotá
- Viaje por el Meta desde Carichana hasta Santa Fe
- Viaje a Zipaquirá y a la Laguna de Guatavita
- Viaje al Salto del Tequendama
- Viaje de Santa Fe a Popayán
- Estadía en Pandi y camino a Ibagué
- Ibagué
- Medición del Tolima
- Volcán de Puracé
- Materiales para hacer el plano de Popayán
- Viaje al Volcán de Puracé y la tetilla de Julumito
- Viaje de Popayán a Almaguer
- Chocó
- Entrada a Santa Fe
- Viaje por la cordillera de los Andes
- Santa Ana
- Sobre el barniz de Pasto
- Volcán de Pasto
- Vegetación Ideas
- Viaje de Pasto a Quito

 

Sobre los Bogas y Remeros

Puesto que los bogas apoyan la palanca contra el pecho arriba de las tetillas, todos tienen allí una terrible callosidad, y no utilizan plastrones de cuero hasta cuando (lo que es muy raro), les aparecen heridas. Por suerte los hombres tienen poca predisposición al cáncer del pecho. Los remeros son zambos, pocas veces indios y van desnudos a excepción de guayuco; de fuerza hercúlea. Es muy pintoresco cuando estas figuras bronceadas de fuerza atlética, avanzan poderosamente apoyados en la palanca. La forma como se les hincha cada vez la vena yugular, como chorrean sudor diariamente durante 18 horas en un clima cálido, ardiente, en la cuenca de un río en el que casi nunca sopla un airecillo bienhechor que mueva los hojas. A pesar de lo admirable de esta demostración de fuerza humana, yo hubiera deseado admirarla por menos tiempo. No es que estos hombres despertaran compasión, pues aunque mal pagados (la comida y un sueldo de 1 ½ real de plata diarios) son hombres libres, y al tiempo muy insolentes, indómitos y alegres. Su eterna alegría, su buena nutrición ... todo esto disminuye el sentimiento de compasión. Pero lo más enojoso es la bárbara, lujuriosa, ululante y rabiosa gritería, a veces lastimera, a veces jubilosa, otras veces con expresiones blasfemantes, por medio de las cuales estos hombres buscan desahogar el esfuerzo muscular. Sobre este punto pueden realizarse aquí observaciones psicológicas no poco interesantes. Como todo esfuerzo muscular grande descompone más aire en el pulmón, que durante el reposo. El movimiento muscular es un proceso de oxidación en el que se produce agua, ácidos... (Ver mi libro sobre los nervios, Parte 2). Para aspirar más aire en los pulmones, es también necesario expeler más aire viciado. Por eso en el trabajo pesado son muy naturales los quejidos y la emisión de sonidos. Si el trabajo (esfuerzo) tiene cierta cadencia regular, (tala, perforación en minería, halar de las velas los marinos), se añade un factor psicológico. El placer por la cadencia hace que los tonos sean expresados en una forma más determinada, Hau, Hau... Ham, Ham... Halle, Halle... Si se agrega todo lo imaginable, el inarticulado tono se convierte en canto y aún diálogo. Así, mientras más pesado sea el trabajo, más rabiosa será la gritería que harán los bogas, en la que la cadencia se verá a veces afectada por el capricho.

Ellos comienzan con un silbante has, has, has y terminan con prolijas blasfemias. Sobre todo, cada arbusto de la orilla que pueden alcanzar con la palanca es saludado en la forma más descortés, o el Has se convierte bien pronto en un mugiente alboroto, en un juramento... El estruendo que se oye ininterrumpidamente durante 35 días hasta llegar a Santa Fé es tan molesto como el pisoteo de los remeros sobre el toldo, que pisan tan fuertemente que a menudo amenazan traspasarlo. Nuestros perros necesitaron muchos días para acostumbrarse a este descomunal estruendo. Sus ladridos y sus aullidos aumentaban el escándalo. A todo esto, el movimiento es muy desigual. El Champán nunca escolla ni se balancea como nuestras piraguas en el Orinoco, pero brinca como un coche muy cargado pues se siente el irregular movimiento de la palanca y porque a causa de la cercanía de la ribera, choca siempre contra árboles y raíces. La “pagaya” que es el canalete indígena sólo es utilizada por la gente en caso de emergencia, cuando la profundidad del río no permite la utilización de la palanca, o cuando cruzan hacia la otra orilla, buscando corrientes menores. También reman con el canalete corriente abajo, aun cuando raras veces, pues los bogas prefieren abandonarse a la corriente del río en cuyo centro navegan entonces.

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Cerca de San Gil, Girón y el Socorro los hombres más industrializados cultivan y tejen en algodón, 30.000 Ct., (I C. son aquí de 22 a 30 piastras), son exportados de esta región a través de Mompós y Cartagena, esta cantidad y seguramente más es tejida en el país.

Durante la remada, los bogas se nos han caído desde el toldo en el agua, varias veces. Uno presta poca atención a estos accidentes, y el caído nada contra la corriente hacia el champán. El accidente no esté exento de peligros a causa de los cocodrilos que con frecuencia siguen al champán atraídos por el olor del tasajo (carne cecina).

Cacao. En el Magdalena más arriba de Mompós y el Banco, pero ahora menos, pues desde la expulsión de los Jesuitas esta rama de la industria ha disminuido mucho, y sus haciendas se han convertido en ruinas. Aquí se cultiva (como también en Valencia en España ahora) Arachis hypogea, (Mani) cuya almendra tostada es comida como chocolate.

Los bogas están muy expuestos a picaduras de culebra, ya que por lo regular no están a más de 3 palmos de distancia de la ribera. La culebra, que tiene sus cuevas en la orilla se ve molestada por la palanca y salta irritada sobre los remeros.

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Durante un periodo del año, desde junio hasta septiembre, cuando el Orinoco está crecido y no sopla brisa, el navegar corriente arriba desde Guayana hasta San Fernando de Apure y Barinas, es tan fatigoso, impius labor, como la subida del río de la Magdalena. Entonces se necesitan hasta Barinas de 3 a 4 meses, cuando corriente abajo, si se navega seguido, se necesitan de 20 a 25 días. Entonces buscan los sitios donde el río sale y la corriente es menos rauda fuera del propio lecho, para poder ayudarse con la palanca, pero esta es por lo regular demasiado débil y entonces un remero se lanza al agua desafiando a los cocodrilos, y nada, sosteniendo en la boca una cuerda, hasta un tronco delgado que la corriente ha arrastrado y que se ha enterrado en la arena... La cuerda es amarrada a este tronco y así son halados piragua o bote (en el bajo Orinoco hay unos grandes que son llamados bergantín) corriente arriba. La cuerda se rompe con frecuencia en esta peligrosa maniobra y sólo se adelantan 1.000 pasos en un día. Durante esta época del año es pues, el trabajo en el Orinoco aún más fatigante que en el Magdalena, pero el período sólo dura unos pocos meses. Desde noviembre hasta mayo soplan los vientos del Este, y la amplitud del río permite navegar corriente arriba a la vela. Por el contrario, en el río Magdalena cuya dirección es sur-norte, nunca sopla la brisa. Durante todo el año hay que impulsarse corriente arriba con la palanca.

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Es sorprendente que este trabajo del río en lugar de afectar la salud, robustece. Todos los remeros son de una fuerza hercúlea, comen enormemente, siempre están de buen humor y tiene el pecho arqueado, muy ancho y bien desarrollado. El eterno gritar, y el respirar profundo durante el apoyarse en los remos, en 20 años de trabajo ininterrumpido, hace que los pulmones de estos hombres se ensanchen admirablemente, las costillas se vuelven más ágiles y el esternón más suelto... Yo opinaría que un anatomista podría diferenciar el aparato respiratorio de un remero del río Magdalena de cualquier otro individuo. El boga va completamente desnudo, tiene los pies siempre húmedos (continuamente se lava y se humedece la parte de la cubierta donde pisan, para sacar la tierra y las ramas que caen de la orilla...) El boga trabaja desde las 5 de la mañana hasta las 6 de la tarde, de lo cual se descuentan 5/4 de hora para el desayuno y ½ para el almuerzo. La mayoría pasa la noche sin dormir, en lugares donde los mosquitos son abundantes y muy venenosos. (Pinto, Chilloa, Tamalameque...) Puesto que ellos se beben todo el sueldo ganado y pagado por anticipado antes del inicio del viaje, sólo los más ordenados y los más ahorrativos tienen un toldo, una especie de talego, o carpa. Se tiende una cuerda de árbol a árbol a 2 pies del suelo. A esta cuerda está amarrado un saco, que sólo está abierto a todo lo largo por un lado. Debajo de este saco se acuesta el boga sobre una estera de paja. El borde del saco se mete en todas partes debajo de la estera; la parte superior del saco se estira dentro con 1 estaca de madera. Una invención muy significativa: el toldo forma un tonel de lienzo. Pero la mayoría de los bogas yacen desnudos sobre el suelo, a merced de los zancudos ávidos de sangre.

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Cualquier trabajo que esté relacionado con una forma de vida errante y vagabunda encuentra hombres que lo prefieren más fácilmente y con menor resistencia. Por ejemplo, la vida de marinos, de soldados... Un remero gana en 40 días apenas 12 pesos. Hay qué pagarles por adelantado en Mompós y darles 3 días después de la paga, con el pretexto de que tienen que mandarse hacer una camisa y un pantalón para el viaje. Estos días los emplean en beberse el dinero, y antes de que se hayan gastado todo, recoge uno sus bogas (rara vez, después de 4 ó 7 días de espera). Mejor sería si se mezclara la policía en el trabajo del barco o se pagara la mitad del dinero en Honda. Uno es esclavo de sus remeros.

El panorama que se disfruta desde Barranca hasta Mompós es relativamente monótono. El lecho del río no es vadeable como en el Orinoco, donde se goza del amplio panorama de la selva y donde se ve a las fieras salvajes acercarse a beber detrás de los breñales de sauces. Aquí la ribera tiene unos 15 ó 18 pies de altura formando una pared de Letten o de arenisca, sobre la que hay altos sauces, bellas mimosas... Aquí y allá un pueblito como Santa Ana, con palmas pintorescas; por la mañana el fresco verdor de la ribera, especialmente en las islas, siempre sonriendo y alegrando a los hombres, pero en total monótono y de ninguna manera gran­dioso, como el Orinoco en las cataratas o a la vista de Duida. Por la noche y aún en el día, zancudos rabiosos, (Tempraneros), color castaño oscuro. Mosquitos con anillos blancos en las patas, llenos de venenos febríferos. La misma familia que hace inhóspites todos los ríos en el trópico. Los verdaderos mosquitos, las pequeñas moscas del Orinoco, no las vimos nunca. ¿Dónde es mayor la plaga? A mí me parece que uno pasa el día más tranquilo en el Magdalena, y la noche más tranquilo en el Orinoco. Aquí se puede escribir. Por mucho, lo pica a uno de vez en cuando un zancudo, pero en el Orinoco (Sanborja, Maipure, Esmeralda, Casiquiare) nos fue imposible, excepto al pie del horno de las chozas indígenas, disecar una flor o dibujarla. Los mosquitos, (pequeñas moscas), llenan allí el aire y dejan pequeñas ronchas con un punto negro en el centro. Pero de noche hay aquí muchos muchísimos más que en el Orinoco.

Las noches fueron hasta ahora muy desfavorables para observaciones astronómicas. Por lo general, nublado y tormentas hacia el sur, especialmente un 10’ antes de que entre la culminación del a de la Cruz austral. En vano esperé con frecuencia a y b del Centauro. Los zancudos me llenaron de picaduras los miembros, yo esperé inútilmente y no vi nada. Y con todo esto, uno debe permanecer de buen humor. El hecho de que continuamente haya tormenta en el Sur (aquí, en Cumaná, Esmeralda, Rionegro...) precisamente allí donde las más grandes y las más claras estrellas invitan a la observación, es fatal para el astrónomo.

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En Mompós, inclinación magnética cara al

Este 87°, 60’.

Oeste 37°, 40’

Oscilaciones por minuto 13,1.

Antes en Mompós altura barométrica 326,7 líneas, en el mar alrededor de las 2 de la tarde luego 338 líneas, es decir Mompós 140 toesas sobre el mar. En Mompós 14.000 habitantes.

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