Vida de Humboldt
Extractos de sus diarios

Índice

- Fin del viaje de Cuba hacía la Colombia de hoy
- Puerto de Cartagena
- Estadía en Cartagena y Turbaco
- Viaje a Turbaco
- Volcanes de aire de Turbaco
- Viaje por el río de la Magdalena (hasta Mompox)
- Sobre los Bogas y Remeros
- Llegada a Mompox
- De Mompox a Honda
- Experiencias sobre la respiración del Cocodrilo
- Comercio en el Río Magdalena
- Mapa del río de la Magdalena
- Arribo a Honda
- De Honda a Santa Fe
- Arribo a Santa Fe
- Descubrimiento de la Quina cerca de Santa Fe
- Cerveza de Quina
- Educación en Santa Fe
- Ciudad de Santa Fe
- Viaje al Cerro de Guadalupe cerca de Santa Fe
- Viaje a Monserrate cerca de Santa Fe
- Materiales para conformar el plano topográfico de la Sabana de Bogotá
- Viaje por el Meta desde Carichana hasta Santa Fe
- Viaje a Zipaquirá y a la Laguna de Guatavita
- Viaje al Salto del Tequendama
- Viaje de Santa Fe a Popayán
- Estadía en Pandi y camino a Ibagué
- Ibagué
- Medición del Tolima
- Volcán de Puracé
- Materiales para hacer el plano de Popayán
- Viaje al Volcán de Puracé y la tetilla de Julumito
- Viaje de Popayán a Almaguer
- Chocó
- Entrada a Santa Fe
- Viaje por la cordillera de los Andes
- Santa Ana
- Sobre el barniz de Pasto
- Volcán de Pasto
- Vegetación Ideas
- Viaje de Pasto a Quito

 

Viaje por la cordillera de los Andes

Más adverso que el mismo viaje son los preparativos. La apacibilidad de los españoles, la tendencia de todos los criollos de convertir los aspectos más comunes en algo prodigioso y monstruoso, y el interés de los sectores más populares de describir el camino como excesivamente largo y peligroso - eso ocasionó interminables y no solicitados consejos, contradictorios...- Ora aconsejan dejarse cargar, ora tomar mulas, ora un toldo de lino, ora hojas para el rancho porque aquél, mojado, pesa mucho... Los muleros son, y eso no con injusticia, tan delicados que dejan reempacar las petacas (así se llaman las maletas americanas de viaje, una especie de caja de cuero) cien veces y pesarlas para que ninguna de las 2 compañeras tenga una libra más que [la otra...] Se aprende más fácilmente a bailar bolero, hablar cáusticamente.., que pasar el Quindio; así parece en Ibagué. La realidad es completamente diferente. Para gentes como nosotros que caminamos 6-9 leguas a pie, vadeamos ríos y permanecimos meses entre indios en las selvas, el viaje no tiene nada de extraordinario. El camino es una zanja con agua, rara vez empinado, y aún más raramente rodeado de precipicios. Está cavado en un granito meteorizado que tiene poderosos depósitos de arcillas producto de la descomposición de feldespato, y por eso es monstruosamente fangoso. Los aguaceros se juntan en los caminos y los derrumban con lodo y ardilla gredosa (letten). Ellos son casi siempre de 8 pulgadas de ancho, de tal manera que se pueden alternar los pies con dificultad; por consiguiente, se parecen a la trocha de Honda, pero mucho más angosta por allí las rocas están erosionadas y se desmoronan en menor grado. El camino se amplía hacia arriba en forma cónica y el equipaje roza con las paredes. Muchas veces no se entiende cómo se abren paso las mulas y torpes bueyes. La profundidad de esas angosturas es de 20-30 pies, en las que con frecuencia se vadean serpenteadas vueltas. Las paredes están cubiertas de musgo y sirven para agarrarse cuando se camina por los pequeños tabiques, los cuales han quedado entre los camellones formados por el paso de los animales; así, siempre se tambalea a derecha e izquierda y se requiere de apoyo. Esos camellones tienen un pie de ancho y siempre 12-14 pies de profundidad, cunetas llenas de lodo negro, separadas por diques de 2 pulgadas de espesor; cuando el pie no da con el dique y cuando hay fuertes lluvias (como ocurrió en los últimos días en el Quindio), el dique se inunda y se confunde un hueco con el otro, y si falla el pie no sólo se llena la bota con agua, sino que uno corre el peligro de quebrarse el pie. Esta preocupación obliga a poner ininterrumpida atención en el camino, una elección, un íntimo aconsejarse a si mismo acerca de qué hueco es el más profundo. Es lo peor del camino y cansa el espíritu. Además, nunca faltan las heridas que uno se causa mediante las muchas inevitables caídas. Montaña abajo y cuando el camino es demasiado ancho para poder agarrarse de las paredes, esa búsqueda de diques es muy peligrosa. Es lo mismo que si uno se paseara por una escalera, que esté inclinada a 30° y en la que no se debe pisar entre los peldaños. Seguramente estas angosturas tienen influencia muy dañina para la salud. En ellas se soporta un verdadero aire de sótano, el que debido al sin fin de vueltas está completamente estancado; un aire húmedo y frío, desoxigenado por el contacto con arcilla húmeda. Muchas veces la angostura durante largos trechos está cubierta de matorrales colgados de tal manera que se piensa estar viajando por un túnel. En esas angosturas he visto plantas etiolirte, y la obscuridad en pleno día es indescriptible. ¿Cómo puede ser saludable un camino, una travesía que sale de una llanura, pasando en parte por campos de hierba, en los que uno está expuesto a los más fuertes rayos solares (26 – 27° R.), cómo puede ser saludable entrar en esos estrechos subterráneos y respirar aire viciado? Pero en un país donde no se razona, diariamente se repite que el camino del Quindio es sumamente saludable, que allí se sanan los enfermos... Se habla de las fuerzas maravillosas del agua, de las aguas delgadas, de la mayor pureza del aire... Lo que uno dice, durante cien años lo repi­ten todos, ¡especialmente si el primero fue un monje! Aparte de la circunstancial que el camino sobre los Andes está abierto por lugares que mantienen una altura media entre Guaduas y Santa Fé de 800 - 900 toesas sobre el nivel del mar, de tal manera que se goza de agradable temperatura media, no se ve en que se basa la idea de la salubridad. Una selva espesa y húmeda en la que se pudre gran cantidad de materiales vegetales, depósitos de pirita que descomponen el aire y estratos de ardilla gredosa (letten), eterno cambio de los rayos solares al oscuro aire de sótano en las angosturas, la inevitable mojada de los pies con agua estancada en la que se pudren las raíces de guadua... Eso por lo menos no son causas de salubridad. Tampoco faltan personas que se han enfermado en Quindío; no cuento los innumerables cargueros porque en ellos la causa es el cansancio, sino los mismos viajeros... Considero que la fama de la salubridad proviene del bienestar que experimentan la mayoría de los viajeros cuando cambian una vida sedentaria por la de la selva. Los españoles en las Indias llenan su cuerpo con carne hebrosa cocinada en agua y azúcar; no se mueven a ninguna parte, huyen del aire fresco como si fuese veneno. En Quindio están obligados a realizar esfuerzos corporales; viven al aire libre. La falta de provisiones obliga a la sobriedad... Personas que solo conocen la sombra de los campanarios, consideran que cada bosque es un paraíso, por eso la gran fama de la salubridad y de la maravillosa naturaleza del Quindío. De ninguna manera creo que la montaña sea muy malsana, pero tampoco hay ninguna causa física para creerlo mas curativo que cualquier otro camino en un bosque (como por ejemplo entre Guaduas y Honda).

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(Anotaciones al margen:) Sobre la altura de los pasos y la diferencia entre el espinazo de los Andes y los picos, véase mi nota adjunta al manuscrito de Ramond sobre la altura de los Pirineos.

Alpes y Pirineos
Espinazo 1200 toesas
Andes 1800
diferencia de los picos 900 toesas

De Buga a 3 leguas a 500 varas en el meridiano de Buga. Llano Grande esta al oriente de Cali y 7 leguas... el Buga. Llano Grande a Cali 3 leguas.

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Cuando se quiere evitar el lodo de las angosturas, se camina por el borde que da al precipicio, por un estrecho atajo que tiene la angostura a ratos a la derecha, a ratos a la izquierda. Este cambio hace que se pase la angostura arrastrándose rápidamente hacia arriba o hacia abajo por la pared perpendicular de 20 pies de alto, sobre raíces que debían ser numeradas para saber dónde colocar los pies. Se piensa que se está saliendo de una mina.
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(Anotaciones al margen derecho:) Cuando el camino de la montaña se vuelve más malo con los aguaceros, en vez de mulas se utilizan bueyes, a los que se entrena desde su juventud para que carguen; en el lodo aguantan más que las mulas. Si no pueden pasar ni siquiera los bueyes, se utilizan sólo cargueros. Los hombres son más hábiles y resistentes que todo.
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Esa es la fiel descripción del camino en la elevada cordillera entre La Palmilla y Buenavista. De ahí en adelante se vadean pantanos, lagunetas, exactamente como si se paseara en un corral, en un charco de estiercol. El lodo negro y líquido en el bosque de guadua casi siempre es de 2 pies de profundidad y peligroso por las púas del Arundo Bambos y de la espinosa Vaginae Deciduae, los que lastiman los pies. Los cargueros pasan esos pantanos de guadua muy habilidosamente, sobre delgados juncos de los que cualquiera sin experiencia se resbala.

Dado los afeminado de los americanos, el que no quiere caminar a pie se deja cargar, lo cual constituye una vergüenza para hombres blancos (porque pasar los Andes sobre mulas ahora es casi imposible). Se dice montar sobre gente, como sobre caballos; andar en carguero, como andar en bestia. Entre los indios, ya antes de la conquista, era usual que personas distinguidas se dejaran cargar sobre los hombros de varios, en una especie de litera o silla portátil. El sistema actual es descubrimiento español y fruto de la comodidad, así como también de la necesidad en un país donde es imposible montar a caballo. En la provincia de Antioquia, en los dos caminos (por Mompós y Puerto del Espíritu Santo, así como por la Boca del Nare y Medellín), montar hacia la capital es casi imposible; totalmente imposible en el Chocó, por los caminos de Cartago a Guayabal, desde [Cajamarca] hasta San Agustín, debido al estado actual de los caminos montañosos. Por eso el cargar, montar sobre gentes, es común en los caminos de Puerto del Espíritu Santo a Santa Fé de Antioquia; de Boca de Nare, o más bien de las Juntas, en el río Samaná, hasta el mismo término; de Cartago a Guayabal y Nóvita; de Cajamarca (*) a San Agustín; de Ibagué a Cartago, por el Quindío; de Tuluá, en la provincia de Popayán, por el páramo de Barragán, a Chaparral, al sur de Ibagué; desde Cali al Tambo de Calima, en el Chocó. En Ibagué, Cali, Cartago, Nóvita, todas las personas jóvenes y fuertes se dedican a ese menes­ter, no sólo porque es lucrativo sino por el general apego a la vagabundería, al andar por ahí, ¡la vida libre! Desde Cartago hasta Ibagué se paga a un carguero 12 - 14 pesos. El hombre se alimenta por si mismo y gasta mínimo 12 - 14 días, ¡y muchas veces de 15 a 20! en los viajes. En el pasado (Hace 20 - 30 años) era desacostumbrado y vergonzoso que hombres blancos trabajaran de silleros, es decir de cargadores de silla. Ahora se ha perdido ese prejuicio. Aquí se establece una diferencia, lo mismo que en los caballos, entre silleros que tienen un paso firme, seguro y cómodo. Algunos caminan tan incómodamente que uno se golpea terriblemente en la silla. Las sillas son muy bien ideadas, de cañas de bambú con espaldar contra el que está inclinado el asiento a 60° a fin de que el transportado pueda arrimarse contra la espalda del sillero. Sin esa posición, la cargada se vuelve muy pesada. Para las piernas hay un estribo de piolas suspendido en la silla. Las personas pesadas llevan consigo sus propias sillas de madera, las que muchas veces tienen una especie de techo contra el sol. Si, en el camino de Honda a Santa Fé he encontrado enfermos a los que se les cargaba a espaldas en una especie de cajón o jaula de mico, totalmente cubierta. La silla está sujeta a la espalda del sillero mediante correa de corteza cruzada, la que pasan por el hombro. Una segunda correa cruzada, descansa sobre la frente y sirve para mantener el equilibrio. El sillero camina infinitamente recto y erguido, mientras que el cargado, atrás, recostado, presenta una miserable y desamparada figura. Para subir y bajar se utilizan piedras, pedazos de roca. Si el carguero quiere liberarse totalmente de la silla, se recuesta muy extendido, con la espalda en el suelo y se desliza de ese modo de la correa de corteza cruzada. Yo sabía de antemano que en el Quindío no utilizaría ni mulas ni silleros. Cuando los silleros cerraron su contrato (y así lo hacen siempre), buscaron sus sillas y probaron nuestro peso. Son increíblemente hábiles para de antemano y al ojo determinar el peso. Esa prueba en el cuarto fue la única vez en la que me hice cargar. Cuando me bajé le rogué al sillero que me dé la silla y se deje cargar él. El hombre abrió los ojos y seguramente pensó que yo estaba loco. Atendió a mi pedido. El tipo no era pesado. Le llevé fácilmente en mis brazos, pero con él en la silla no pude caminar 3 pasos. Uno se siente extrañamente halado de uno a otro lado. Cambié al gran sillero por un muchacho de 15 años y en ese momento tuve clara idea de la comodidad en la cual se piensa al ajustar las correas en cruz. En realidad no se puede idear nada más práctico para distribuir el peso muy uniformemente. Es muy muy raro que los cargueros se caigan y por adelantado aconsejan, en el caso de que resbalen, no saltar porque el salto es peligroso; muchas veces no se logra y se le da al sillero un impulso que vuelve doblemente peligrosa la caída.

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(Anotaciones al margen izquierdo:] El tránsito por el Quindío es tan intenso que uno se encuentra, en la cordillera, a cada momento con mulas, bueyes y silleros —gentes—. Los comerciantes de Popayán, Buga e incluso Pasto, viajan a Honda, Mompós y Santa Fé para comprar ropa (así llaman a toda clase de telas para vestidos). Regresan con la ropa y un comerciante muchas veces necesita sesenta cargueros, puesto que éstos últimos con frecuencia dejan abandonado el tercio y se escapan por desgana; se necesita de cierta habilidad propia para atraerse sus cargueros. Por el Quindio también se envía tabaco y sal a la provincia de Popayán.
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Se tiene que estar muy convencido de la habilidad con la que caminan los silleros para no acobardarse en la silla. Hay que tomar en cuenta la descripción del camino arriba efectuada. Muchas veces el carguero hace vueltas durante las cuales la silla está suspendida por varios minutos sobre un profundo precipicio. Para evitar el lodo, se sube al borde superior de la angostura, salta por encima de ella, se pasa las lagunetas sobre delgados palos... Aquí hay personas tan gordas, comp Falstaff, que sólo encuentran ciertos silleros que los cargan. Ellos pagan doble y triple a causa de su peso; así el gordo y rico Rubias, de Antioquía, al que habíamos visto en Boca dei Nare. Si se mueren sus cargueros mientras él se encuentra en Honda, no puede regresar a su tierra. Para otros más gordos se alquilan tipos muy fuertes que ayudan al carguero y se cambian con él. Un carguero carga de 6 a 7 y a veces 9 arrobas durante varios días. Hay gentes que cometen la barbaridad de espolear con tacones a los cargueros, como si fueran animales; pero ellos saben muy bien cómo vengarse por cuanto muchas veces abandonan sillas y personas en la cordillera, y huyen: un accidente que siempre he escuchado con una especie de cáustica satisfacción. Para demostrar que al carguero se lo trata exactamente como a un animal, menciono que en el Quindio y en la montaña de Nóvita es muy común que cuando el carguero enferma por el peso de la carga, el cargado abandona a aquél, desamparado, y prosigue el viaje a pie, con el resto del equipaje. En El Moral encontramos una caravana de caballeros andrajosos y con las piernas desnudas que (como todo pueblo afeminado) se quejaba del camino paramuno casi con lágrimas. Se les había enfermado un carguero que estaba reponiéndose de las viruelas; ellos lo habían dejado en el bosque y se jactaban de su caridad cristiana (como ellos decían) porque le habían dejado suficiente comida. Ellos opinaban que entre tanto seguramente moriría, y en caso de que recuperase sus faenas, poco a poco se arrastraría a su casa. Los cargueros contaban histo­rias vergonzosas de la inhumanidad de los viajeros. ¿El Estado no debería imponer terribles penas contra esos crímenes? A mi, de conformidad con mis sentimientos, me fue imposible cabalgar sobre gente, y me he preguntado si en una república la cargada no debería limitarse, por medio de leyes, a enfermos y desamparados o mujeres... Se me obje­tará que los cargueros son personas libres (**) (sí, y tan distinguidos que uno de los nuestros, Villanero, se hizo llamar su merced y don); que en las ciuda­des se tienen cargadores de sillas; que el comercio es frenado si personas, cuya educación afeminada hace imposible que caminen a pie, no puede atravesar el Quindío en silla... El mejor remedio seria mejorar el camino. Pero no. Cuando se sugirió hacer viable el camino para mulas, desde Boca del Nare por San Carlos y Medellín, a Antioquia, los cargueros se quejaron y la Audiencia, muy lejos de favorecer el proyecto, prohibió la apertura y decidió en contra de una juventud robusta, que en un país inocuo puede utilizar sus fuerzas en algo más útil que rebajarse arbitrariamente al papel de animales de carga.

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(Anotaciones al margen derecho:) Debido a que en el Quindio se utilizan más bueyes que mulas de carga, y aquellos regresan vacíos desde Cartago, se han presentado graves accidentes cuando en las angosturas los bueyes se encuentran con el carguero y se espantan. No es posible eludirlos.
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Nosotros teníamos 5 cargueros para instrumentos de precisión: barómetro, termómetro, higrómetro, y 12 bueyes y mulas. Para cada partida de carga los peones tienen una carpa de lienzo, de tal manera que formábamos en el bosque una especie de campamento. En la selva se encuentra casi cada 2 - 3 horas lugares desprovistos de árboles, abiertos a hachazos, los que se llaman rancherías o contaderos, en los cuales se pernocta, y esos son los albergues, y en eso está la diferencia (aquí como en el Orinoco), al igual que en los restaurantes. Se oyen alabanzas de algunos desde mucho antes, pero toda la ventaja de un claro en el bosque radica en el mejor pasto para los animales. En los Andes usualmente se sale de viaje a las 8 o 9, en parte debido a la niebla que cubre el camino, en parte porque cada mañana hay que deshacer la carpa. Una porción del desayuno se guarda para preparar el almuerzo a las 11 de la mañana, en una vertiente o en una quebrada. Los cargueros sólo comen azúcar (panela carmelita) y pan; el casabe, excepto en Cartagena, casi no se conoce en todo el Reino de Nueva Granada. A lo largo y ancho del Quindio se oyen alabanzas acerca de las aguas muy delgadas. Para personas de Francia, Italia o España, acostumbradas a oír alabar el vino de un lugar, resultan fastidiosas las eternas loas que en América hacen al agua. Mucho más porque el fallo lo determina el prejuicio adquirido. Junto con el elogio al agua hay que tragarse una disertación totalmente absurda y patológica sobre uso y abuso de aguas delgadas, crudas, espesas, salitrosas... Si, las personas son tan locas que atribuyen al agua, que ni siquiera beben (porque los españoles son como aves de rapiña: beben solamente 2 veces al día, cuando han comido confituras, pero en este caso aparatosamente, con pedantería); ellos están, digo yo, tan encaprichados en dar al agua, repartida de manera uniforme en cierta clase de montañas, las mismas condiciones que se atribuyen al aire, a los víveres... Apenas ha llegado un curioso (como nosotros), ya le traen agua de diferentes pozos para que la examine. Lo que sea ese examen no lo saben ni ellos mismos. En Honda, la ciudadanía está dividida en dos partidos, los que se deciden por las aguas del Gualí y los que están por la del Magdalena. Es tan seguro que ambos tienen cotos de igual tamaño. En Quindio los elogios al agua son sin fundamento. En muchas otras partes de los Andes o de la cordillera de Parima, entre el Amazonas y el Orinoco, he encontrado más agua y más limpia. Sí, es verdad que en el Azufral y en la quebrada de Aguas Calientes, del Quindio, se pasan algunos días de viaje con agua muy impotable.

En el paso de los Andes no es posible ser suficientemente cuidadoso con la provisión de alimentos. Se tienen muy, muy tristes ejemplos de viajeros semimuertos de hambre que enviaron por ayuda a Ibagué o Cartago. Un viaje qué parece ser de 8 - 10 días, muchas veces dura 20 - 25 días; así le ocurrió al último obispo de Popayán. Frecuentemente ni siquiera es posible pedir ayuda a Ibagué. Los riachuelos de la selva que parecen tan pequeños, el San Juan o Coello, y el Quindío, de los cuales el uno nace en el nevado del Tolima y el otro en el nevado del Quindío, por los deshielos crecen tan rápidamente que vuelven impasables todas las quebradas y valles. Es más peligroso cuando las sacudidas sísmicas muy fuertes de la cordillera del Quindío, así como la de toda la sección de los Andes, obstruyen el río (se dice un volcán lo tapa, ¡porque aquí se llama volcán a los derrumbos de rocas!). Luego el río crece hasta romper el dique. A veces el Quindío y el San Juan crecen al mismo tiempo y los viajeros se encuentran bloqueados entre ambos ríos de la selva de tal manera que no pueden ir ni para adelante ni para atrás. En ese caso una escopeta es de gran ayuda porque aquí hay muchas pavas (Phasianus y Crax), de las que uno se puede alimentar; también con frutos de palma, a pesar de que son escasos; cogollos de palma (las hojas no maduras y más gruesas); nueces...

Nuevamente me refiero a la forma de viajar. Casi siempre se llega muy temprano a la ranchería, en parte por el miedo de que a uno le sorprenda la noche, en parte porque desde las 3 hasta las 4, con frecuencia más temprano, brama una terrible tempestad. Por cuanto uno tiene que hacer su casa cada vez de nuevo, es necesario llegar a la ranchería muy temprano. El trabajo se divide apenas se sale del espeso bosque al contadero o desmonte; los jóvenes buscan bejucos en el bosque (plantas trepadoras, Aristolochias Bignonias); los cargueros mayores cortan palos. Cuando se han recogido los materiales, en pocos minutos se construye la casa, con habilidad y solidez admirables.

El dibujo muestra el armazón. Este es amarrado con bejucos o en su defecto con pita o fique Agave, para luego cubrirlo con hojas como si fuesen tejas; por tanto:

Las tejas son hojas de Novum Genus Monandriae, dibujadas y descritas en el río Magdalena, muy diferentes del Thalia Geniculata, y según la propia confesión de Mutis (aunque él conoce la flor sólo a través de mis dibujos) un nuevo género. Esa planta, bijao (así llaman los americanos a todas las heliconáceas, y casi a todas las Scitaminea), es n. 1533 en nuestro manuscrito botánico. Crece en todo el valle del Magdalena y en los ríos afluen­tes del Magdalena, muchas veces también en la caída occidental de los Andes, en el río Quindío, La Vieja y entre Cartago y Buga. Las hojas de largos tallos, de 18 - 20 pulgadas de largo, y de 12 - 14 pulgadas de ancho, son preparadas antes de salir de viaje haciendo una incisión o un doblez en el nervio de la hoja.

Valiéndose de este doblez el carguero cuelga las hojas a manera de tejas, en los hilos o bejucos con los que está amarrado el armazón. Todas estas son viejas artes de la experiencia indígena, aprendidas por los españoles. Es incomprensible cómo esos techos de hojas, mejor que cualquier carpa, resisten a los mas fuertes aguaceros. Esa admiración aumenta cuando se tiene una clara idea de la tremenda cantidad de agua que frecuentemente se precipita del cielo durante 96 horas ininterrumpidas, con truenos y rayos. En los últimos 4 días de nuestro viaje por el Quindio tuvimos tristes experiencias porque llovía a cántaros día y noche, con truenos retumbantes. El envés de las hojas (parte inferior Candicans) tiene una capa blanca jabonosa, de brillo plateado, que le impide la penetración del agua. En cuanto las hojas están secas, se pela ese barniz (así lo llaman los habitantes) y eso es señal de que hay que apresurarse a dejar la cordillera porque el techo ya no aguanta el agua.

La casa es tan espaciosa que caben 2 catres. Debajo y al lado de aquellos habitualmente duermen con nosotros 5 - 6 cargueros, cuyas transpiraciones y gases no son más agradables que los de los bogas en el río Magdalena.

Los extremos abiertos; el frontón de la casa de hojas lo cerramos con nuestros toldos. Es muy desagradable que en cuanto se levanta el sol sobre el horizonte, por las mañanas, se empieza a enrollar las hojas (por miedo de que se sequen demasiado). Por consiguiente, si se quiere acampar algunos días, como lo hicimos en la Quebrada de Boquia, se está expuesto al ardiente sol y se cambian rayos solares por aguaceros; se corre el riesgo de mojarse hasta los huesos en un instante por cuanto no es posible cubrir la casa rápidamente con las hojas. Para una casa espaciosa y una cocina abierta, que se construye al lado de la casa, las hojas pesan de 3 - 4 arrobas, y las carga un peón.

Vista global Geonostica Véase mi cuadro mineralógico de la América Meridional. La Cordillera Real o de los Andes, que en el norte del Perú forma una cordillera angosta, en Quito se extiende en un gran macizo montañoso del que salen varias ramificaciones, divergiendo más todavía a 1° 30 de latitud en el Reino de Nueva Granada. El punto de esta división es el Páramo de las Papas, al sudoeste del Caloto. La Cordillera Oriental pasa al este del río Magdalena y Neiva, por el Páramo de Sumapaz, Chingaza, Guatavita, Simijaca, Páramo de Tuquillo, Pamplona, hacia los Nevados de Mérida y Santa Marta. La Cordillera Central pasa entre los ríos Magdalena y Cauca, por Guanacas, Barragán, Quindío, Herveo, Villanueva de Arma, hacia Guamocó y cerros de San Lúcar. La cadena occidental o del Chocó va al oeste del Cauca por las montañas o cordilleras de Barbacoas, Calima, cerro del Torrá (el más alto y famoso cerro del Chocó, entre San Agustín y Dagua), montaña de Nóvita hacia Citará y cordillera del Sinú. La cadena central es la principal; como lo demuestra su altura y sus primitivas masas montañosas, no cubiertas con arenisca. Tiene una altura de 2.000 - 2.500 toesas, a 2° - 5° de latitud, y esa cordillera gana altura hasta mas arriba de la nieve, como en el Nevado de Puracé, cerca de Popayán, Guanacas, Barragán, Quindio, San Juan, Tolima y Páramo de Ruiz. La masa montañosa más septentrional, Herveo, no tiene nieves eternas, de tal manera que el Ruiz es el último nevado hacia el norte. La cordillera decae rápidamente desde Herveo y se eleva una vez más en el valle de los Osos, con una altura de apenas 1.400 toesas. La cordillera más Oriental que divide el valle del Magdalena de la llanura del Napo y Orinoco, permanece baja desde los 2° - 8°, mientras que la cadena principal, en sentido paralelo, está coronada por casquetes de nieve. El Páramo de Sumapaz, Cruz Verde, Chingaza, cerro San Fernando, Tuquillo, son sus más altas cumbres, pero ninguna más de 2.100 toesas, ninguna con nieves perpetuas. Desde los 8° de latitud (donde la cadena Principal apenas tiene 500 toesas de altura) la Cordillera Oriental se eleva en el Nevado de Mérida y Santa Marta, bruscamente, como dos poderosas masas montañosas con una altura superior a 2.500 toesas. La cadena montañosa occidental, o de Barbacoas y Chocó, es la más baja; se extiende occidentalmente desde el Cauca, por el manantial del río Dagua y Atrato, hacia la ensenada de Cupica, Cruces y el manantial de Chagres; probablemente en ninguna parte sube a más de 800 toesas. Desde los 2° - 5° de latitud, desde los manantiales de los ríos La Plata y Páez, hasta el salto de San Antonio y Honda, las tres cordilleras mencionadas están totalmente separadas entre sí. Extensos valles del río Magdalena y Cauca (valles cuya forma y piso plano, demuestran claramente que alguna vez eran lagos con agua estancada proveniente del mar) separan en ese trecho las cordilleras. Precisamente en esa zona la Cordillera Central aparece como la cordillera más elevada. Al norte de Honda y del Salto de San Antonio, 5° de latitud, los valles desaparecen casi completamente. Todas las cordilleras aumentan en masa y estrechan el valle, en el que el Cauca y el Magdalena se abren camino con esfuerzo, y todas las tres cordilleras aquí pueden considerarse como una sola. Desde Pamplona y Muzo, pasando por Antioquia y Tadó, en el Chocó, y desde el páramo de Tuquillo hasta el mar meridional todo el país es un solo bloque montañoso. Así hasta los 8° de latitud. Desde el puerto de Espíritu Santo y Badillas, los valles del Magdalena y Cauca se abren nuevamente. La cordillera de Simití, Guamocó, la serranía de San Lúcas dividen los dos valles fluviales. El valle del Magdalena se une alrededor de Mompós con el valle del Cauca. A los 9° y 10° de latitud hacia la costa, en el Golfo de México, la orgullosa cadena de los Andes apenas es un terreno con altas colinas. Los cerros de San Bernardo, en el río Sinú, las Tetas de Tolú y la cordillera de Turbaco son las más elevadas cumbres de esa región y tienen una altura de apenas 150 - 800 toesas. Desde el río Nechí, pasando el Magdalena, y al oriente por el valle de Upar, hacia el río Catatumbo, la tierra forma una planicie casi horizontal, mientras que en el borde oriental de esa planicie se eleva aquella cordillera que viene desde Pamplona hacia Mérida y Santa Marta, con cumbres nevadas. En la disposición de la cordillera siempre se puede apreciar orden y continuidad, no así en la altura de las montañas. Parece que fue totalmente casual, es decir sin mayor relación con otros fenómenos el que aquí o allá se haya acumulado mayor masa. Las cordilleras de granito son nervaduras del núcleo de la tierra y las montañas son tan infinitamente pequeñas en relación con la esfera terrestre, que en el infinito casi desaparece lo alto y lo bajo. Qué aisladas vemos las elevadas montañas, y las más altas muchas veces, no donde se interpone el cuerpo basal más potente, sino al final de una sierra de menor altura.

En la Cordillera Central se encuentra el granito, y otras masas primitivas montañosas análogas a él; a nivel de tierra, desde Pasto hasta el Cimitarra rico en oro y cerro de San Lúcas. Cerca de Mariquita, en La Toma, en el camino a Santa Ana y cerca de Ibagué, apenas se lo ve a los 200 toesas de altura sobre el mar; al nivel del valle del Magdalena incluso en la superficie: mientras que la cadena oriental se encuentra cubierta casi totalmente con formaciones estratificadas del Magdalena. Allá, en el Páramo de Sumapaz, al oriente de Santa Fé hacia Cruz Verde y Laguna de Guatavita, se levanta la arenisca (viejo conglomerado) a 1.800 . 2.000 toesas de altura. Véase la memoria de Zipaquirá. Es bastante singular el que la misma formación que se eleva hacia el oriente de tan enorme manera, a una altura en la que en el viejo continente difícilmente se ven capas estratificadas, no cubre ni siquiera el pie de la cordillera Real.

Yo personalmente estoy inseguro si siguiera, al oriente de Santa Fé, en el cerro de San Fernando y páramo de Chingaza, el granito presenta en la cumbre cretácea sin capas cubrientes. ¡seguramente no! Acaso las aguas caóticas, como ocurre todavía el olas, han acumulado una barrera, lejos de la cadena principal (Cordillera Real), pero paralelamente a ella y apenas a 600-700 toesas más abajo. La roca primitiva, que probablemente tampoco aflora en la cumbre de la Cordillera de Bogotá en ninguna parte desde el Sumapaz hasta muy lejos al norte del cerro de los Tunjos o hasta los 5° de latitud, se encuentra en la misma cordillera en un nivel más bajo, donde las tres cadenas se unen. En Muzo los filones de esmeraldas rumbean en esquistos anfibólicos. En Pamplona, ricos minerales de plata se encuentran en gneis. La cadena occidental o cordillera del Chocó parece tener un acumulamiento semejante de arenisca, y eso en el mismo trecho de 3° - 5° de latitud. Pero aquello me es menos conocido. El esquisto micaceo de la Vega de Supía y Marmato, donde se extienden filones de oro y filones de plata inmensamente ricos, demuestran que la roca primitiva aflora a 5 ½° de latitud, en la cordillera del Chocó, así como en la de Santa Fé. Esa desigual elevación de la arenisca (una arenisca con un aglutinante arcilloso a 800- 1.500 toesas de altura; de grano muy fino, más abajo especialmente a 300 toesas de altura; un fondo estéril de grano grueso y muy grueso con mucho cuarzo y lidita, está principalmente en puntos bajos, pero sin caliza densa que es de menor edad que el conglomerado) confirma el hecho geognóstico de que en la formación de las montañas han actuado propias fuerzas de atracción, las que aquí han acumulado más masa que allí y de que las formaciones aún las de mezclas mecánicas (conglomerados), de ninguna manera siguen el nivel del flujo detrítico.

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(Anotaciones al margen derecho:) no en la cumbre, pero si en la vertiente occidental se presenta arcilla pizarrosa en forma de islas, entre Fusagasugá y la Palma en la región de Villeta y Moniquirá, hay arcilla esquistosa primitiva.
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Además es sorprendente que las dos cuencas de tipo lacustre - marino del Magdalena y del Cauca, los llanos de Mompós y de Cartagena, (ver mapa), tienen aproximadamente la misma altura que los inmensos valles del Orinoco y Amazonas. Según eso, en todos esos valles, a pesar de que se parecen en sus formaciones estratificadas, es diferente el grosor de las estratificaciones. Esas estratificaciones parecen ser las más estrechas, y menos poderosas a 4° - 5° de latitud, en el llano del Meta y Zama. Porque aquí (indicando antigua comunicación de la cordillera oriental de Santa Fé, Sumapaz, con la cordillera de Parima) aflora en medio de areniscas el granito desnudo sin formar colinas y casi siempre sin vegetación. Así la piedra del Meta, Piedra Patienza, láminas de granito en el puerto de Carichaná que dan el misterioso y sobrenatural concierto (música de las Lajas igual a la de las columnas de Memnon). Aquí todo anuncia que el mar amazónico irrumpió hacia el mar del Orinoco y destrozó la cadena de granito. La Cordillera Real de los Andes o Cordillera Central, desde el paralelo de la ciudad de Popayán hacia el norte, tiene nevados o cumbres cubiertas de nieve, unidos mediante crestas más bajas en 1.000 toesas. Son los siguientes: Nevado de Puracé, Guanacas, Barragán, Quindio, San Juan. Tolima, Ruiz (el último en el Páramo de Herveo). Mas hacia el norte (yo creo), hasta Orizaba y el paralelo de la ciudad de México, no hay nevados, porque los nevados de Mérida y Santa Marta pertenecen a la cadena oriental, a la cordillera de Santa Fé. El Tolima, al que yo había medido, tiene más de 2.800 toesas. La línea de nieve está a 2.300 - 2.400 toesas. A 2.000 toesas ya cae nieve que muchas veces permanece durante semanas. Así, en la parte de los Andes, desde Chinche hacia el río Desbaratado. Entre Puracé y Herveo, en ningún lugar hay una cadena más baja de las 1.700 toesas, como lo enseñan los caminos de Quindío y Barragán. (construidos por los declives más suaves).

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(Anotaciones al margen izquierdo:) De vez en cuando es posible encontrar arenisca en alturas desiguales porque se sedimentó en las aguas de antiguas cuencas cerradas, sin comunicación entre sí. Pero en el valle del Magdalena esta explicación es imposible porque aquí, en una cuenca, las faldas montañosas que la circundan están cubiertas con piedra arenisca, de manera desigual.
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(Anotaciones al margen derecho:) * Un valle amable al sur de Roldanillo. El nombre indígena me parece tan llamativo como Cundinamarca (la vieja denominación del Reino de Nueva Granada) —nombres que insinúan origen o nexo nórdico. (Regresar a *)