La caricatura en Colombia a partir de la independencia

Curaduría
Beatríz González Aranda

Casa Republicana

diciembre 2
2009

junio 15
2010

Salvador Presas y Alfredo Greñas:
El fígaro, El zancudo
y la libertad de prensa

Por Beatriz González Aranda

La denuncia de los vicios del poder y la lucha por la libertad de prensa caracterizaron la caricatura durante la etapa histórica conocida como Regeneración. El litógrafo español Salvador Presas, (activo en Bogotá entre 1882 y 1883) fundó y dirigió con Bernadino Lombana, en 1882, El Fígaro, publicación semanal ilustrada con litografías, en contra del primer Gobierno de Rafael Núñez (1880-1882). De este periódico se conocen entregas desde el primer número, del 25 de febrero de 1882 hasta el 16 de septiembre del mismo año, que coinciden con los últimos días del Gobierno de Núñez y los primeros meses de la presidencia de Francisco Javier Zaldúa. Es posible que el nombre de El Fígaro no proceda directamente de Francia o de Inglaterra sino de Caracas, Venezuela, donde existió un periódico humorístico del mismo nombre, en 1878, contra el ex presidente Antonio Guzmán Blanco.

La mayoría de las caricaturas de El Fígaro se refieren a la ruina en que Rafael Núñez dejó al erario público. La patada que la opinión pública le da al presidente lo tumba por las escaleras del palacio. Atrás, en las gradas, quedan el sombrero de copa y el bastón presidencial.

Si la caricatura ataca a Núñez, defiende en cambio a Francisco Javier Zaldúa, quien fue elegido gracias a la unión de radicales e independientes para derrotar a los conservadores. Su fama de honorable y benemérito tranquilizó los ánimos. El presidente Zaldúa con la escoba del “bien público” barre el despilfarro del Gobierno anterior representado en “Consulados”, “Generales”, “Nepotismo”, “Inspectores fiscales”, “Favores personales”, e “Imprevistos generales”.

Desafortunadamente para los radicales, Zaldúa murió el 21 de diciembre del 1882, ocho meses después de posesionado. Sus gafas oscuras se convirtieron en un signo identificador. Según Helguera, “los esfuerzos gráficos y editoriales de El Fígaro lograron contrariar al autocrático gobernador de Cundinamarca, General Daniel Aldana, y el 16 de mayo de 1882, éste ordenó tomar y confiscar la imprenta que Presas y Lombada [sic]26 habían alquilado”27.

Presas marchó a Valencia, Venezuela, en 1884, donde publicó El Espejo que fue clausurado porque en él aparecían caricaturas contra Guzmán Blanco. En la década de 1890 publicó El Diablo, revista satírica donde aparecen caricaturas contra la regeneración colombiana. Su socio, Bernardino Lombana, murió luchando contra la Regeneración el 17 de junio de 1885, en una emboscada en las inmediaciones de El Banco, en lo que se ha conocido históricamente como “batalla de La Humareda”.

Greñas y El Zancudo

Alfredo Greñas Greñas nació en Bucaramanga, en 1857. A los 19 años se alistó en las filas del Gobierno radical, perteneció al batallón “Libres de Colombia” conformado por estudiantes voluntarios, conocido como “Alcanfores”. En 1881 ingresó a la escuela de grabado, recién fundada por Alberto Urdaneta, porque consideraba que para la lucha política era necesario conocer bien la técnica de la impresión de periódicos. Greñas se inició en la gráfica crítica durante la guerra de 1885 con El Posta, semanario clandestino que se hacía en en una imprenta portátil de madera y que llegó a 32 números. Greñas y sus compañeros fueron descubiertos y encarcelados por cerca de ocho meses; la prensa fue confiscada.

El Zancudo salió a la luz pública el 22 de marzo de 1890 pero fue fechado con un siglo de anterioridad —el 22 de marzo de 1790 en Santafé de Bogotá y el Virreinato de Nueva Granada— no solo para esconder la identidad de los participantes y despistar a la censura sino para divertirse mirando la Regeneración en perspectiva. Todos sus presuntos colaboradores usaban seudónimos. La fundación del periódico fue consultada con los cuadros del liberalismo. El grupo de la Regeneración sufrió los ataques del mosquito zumbón o El Zancudo donde se encontraban sus fisonomías y sus gestos ridiculizados. Los presidentes de la república bajo los cuales se publicó, Rafael Núñez y Carlos Holguín como designado, fueron sus blancos frecuentes.

Denunció también las ambiciones de Miguel Antonio Caro hacia la monarquía y sus ansias de instaurar la inquisición: el vicepresidente aparece acostado con la corona, el cetro y la capa de armiño mientras sueña con el trono.

El Zancudo utiliza los mismos sistemas de la caricatura universal: el zoomorfismo y el costumbrismo. El árbol de la Regeneración está plagado de animales. Greñas identificó a los políticos con la fauna y recurrió al costumbrismo porque entendió que era un lenguaje aceptado por el público en general.

Así mismo, Greñas hizo una de las primeras parodias del escudo nacional. Allí se resume de modo crítico la Regeneración: el cóndor cierra sus alas y está encadenado. Nueve estrellas, que son calaveras, corresponden a la división geográfica de nueve departamentos. “Ni libertad, ni orden” proclaman dos cintas a lado y lado del cóndor. En el primer campo aparece una calavera y dos tibias, en el segundo un bonete que representa el poder del clero, y en el tercero un caimán —Estados Unidos— que se come el canal de Panamá. Dos banderas enmarcan el escudo: una ostenta una calavera y la otra una cruz. De las astas penden escapularios. Abajo salen dos garras que sostienen una cinta que dice REGENERACIÓN.

El Zancudo fue cerrado definitivamente por el Gobierno el 4 de octubre de 1891; a este le siguieron en importancia El Mago (1890-1891) y El Barbero (1892-1893). Greñas fundó, según su propio recuento, más de veinte periódicos.

El Barbero es el último semanario de Alfredo Greñas antes de ser desterrado por Rafael Núñez. Salió a la luz pública el 27 de marzo de 1892 y terminó su existencia el 16 de enero de 1893. El lema de la publicación fue “Medio mundo se ríe del otro mundo / El Barbero se ríe del mundo entero”. Las caricaturas son sainetes de tipo histórico.

En el número uno, la caricatura central de la primera página representa un acto de coronación: Miguel Antonio Caro está sentado con un manto y un cetro. La corona que le están colocando es una vasija de paja tejida con plumas que convierte a Caro en un rey de burlas.

Cuando El Barbero llegó al número 5, el Gobierno departamental le prohibió la publicación de caricaturas, debido a una en la que aparecía el designado Carlos Holguín, después de la Semana Santa, arrepentido de sus pecados mientras Satanás se ríe a carcajadas. Aunque el Artículo 42 de la Constitución de 1886 declaraba que “la prensa es libre en tiempo de paz”, la censura y persecución se estableció con la Ley 61 de 1888, conocida como Ley K, y se incrementó con el Decreto 151 de 1888 del 17 de febrero (sobre prensa) que en el inciso 3 dice: “Que el artículo constitucional transitorio K confiere al Gobierno ‘la facultad de prevenir y reprimir los abusos de la prensa’, ‘mientras no se expida la ley de imprenta’, y no habiéndola expedido el Cuerpo Legislativo, el Gobierno no puede dejar de cumplir con este deber claro y terminante”. Fidel Cano en El Espectador de Medellín, llamó al artículo transitorio K, “Ley de los caballos”.

Como protesta por la censura del 16 de abril, El Barbero publicó una plancha de madera, sin ningún grabado. Esa imagen ha sido considerada como uno de los momentos más importantes dentro de la historia de la caricatura. La plancha de grabado limpia es una denuncia de la represión del Gobierno regenerador. Se tituló Un penitente, seguida del siguiente comentario: “Plancha que se tenía preparada para el número del domingo pasado, número que no pudo publicarse por los motivos que el lector verá enseguida”.

En enero de 1893 Greñas fue acusado de haber instigado la revuelta de artesanos y condenado, primero a la Penitenciaría Central de Bogotá (hoy sede del Museo Nacional de Colombia), y después a las bóvedas de Cartagena. El periódico fue cerrado; el Gobierno desde Bogotá logró que Núñez firmara en Cartagena un telegrama en que lo condenaba al destierro. Viajó con el ánimo de establecerse en los Estados Unidos, pero por razones de salud desembarcó en Puerto Limón donde percibió el aire de libertad que se vivía en Costa Rica. Allí se estableció definitivamente y se convirtió en el padre del periodismo de ese país. Fundó una escuela de tipografía y el periódico La Prensa Libre. Murió en San José, el 16 de septiembre de 1949.

26. Lombana.

27. León Helguera, “Notas sobre un siglo de caricatura en Colombia: 1830-1930”, en: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Bogotá, nº 16-17, 1988-1989, p. 129.