La caricatura en Colombia a partir de la independencia

Curaduría
Beatríz González Aranda

Casa Republicana

diciembre 2
2009

junio 15
2010

La caricatura social:
moda y trasgresiones

Por Beatriz González Aranda

El Frente Nacional (1958-1974) restableció la libertad de prensa por medio de la Ley 159 de diciembre 30 de 1959. Después de ocho años de fuerte censura, la caricatura social, tan utilizada por los dibujantes como excusa para evadir la represión, estaba aclimatada en el país.

Existía una concordancia entre lo que significó la apertura optimista del Frente Nacional y la excitante década de las trasgresiones, con los Beatles e incluso la apertura de la Iglesia con Juan XXIII. En el decenio de 1960, la moda, el arte y la música se convirtieron en protagonistas. Merino le hizo caricaturas a García Márquez en 1967, cuando se publicó Cien años de soledad, obra que anunciaba el boom de la literatura en Latinoamérica.

El Salón Nacional de Artistas tuvo mayor representatividad de los caricaturistas: Pepón (José María López, 1939), dio testimonios de cómo captaba la opinión pública el arte del momento. Velezefe se burló del premio de escultura otorgado a Feliza Bursztynen el Salón XVII de Artistas Colombianos. En la leyenda inferior pregunta: ¿Es-cultura?

No solo se trató el tema de las pinturas y esculturas sino del personaje más representativo en ese momento, la crítica de arte Marta Traba. Pepón y Héctor Osuna (1938) se solazaron con su flequillo. Hernán Merino la acompañó en algunos programas didácticos en el Servicio Nacional deAprendizaje (Sena).

El Frente Nacional fue símbolo de tolerancia, al menos en sus primeros años. Uno de sus éxitos, según Posada Carbó, fue “el mantenimiento básico de las libertades públicas (en contravía de casi la totalidad de América Latina)”71. La gráfica crítica no escapó de la efervescencia de la época. Por el contrario, hizo un giro interesante porque aplicó las modalidades de la caricatura social a la política. La política se convirtió, gracias al ingenio de los dibujantes, en costumbre. Se puede decir que se aligeró.

En la década de 1960 se exigió que la caricatura fuera más artística; tenían mucho éxito dibujantes como Peter Aldor, cuya influencia artística se difundió por las regiones; Merino, el más inclinado hacia el arte de los caricaturistas colombianos de su época; Pepón, quien había visto la caricatura en París y en Madrid, Juan Cárdenas, graduado en Artes Plásticas en Estados Unidos, Antonio Caballero, quien provenía de París, y Héctor Osuna quien había estudiado en España.

Caricaturistas de la “gran prensa”

La caricatura de la “gran prensa” ha sido estudiada con detenimiento: el historiador William Molina Merchán publicó un artículo titulado “La caricatura política durante el Frente Nacional”72, producto del análisis de 1.556 caricaturas de El Tiempo y 1.648 de El Siglo. Encuentra que los temas más destacados son: la política internacional, la nacional, la economía y la desigualdad.

Por su parte, el historiador César Augusto Ayala ha publicado numerosos ensayos sobre la Alianza Nacional Popular (Anapo) y la “gran prensa”, desde el punto de vista de la lingüística y de las ideologías. El uso de las caricaturas es para el autor un motivo para evidenciar una víctima propiciatoria de la “gran prensa”, en este caso Rojas Pinilla, y en menor proporción el MRL, movimiento liderado por Alfonso López Michelsen.

¿Qué se denominó irónicamente como “la gran prensa”? A los periódicos que defendían al establecimiento, representado por el Frente Nacional. ¿Quién acuñó el nombre de “gran prensa”? No se sabe. Muchos caricaturistas notables, Chapete, Pepón, Merino, Aldor, Henry, Velezefe, entre otros, trabajaron para la “gran prensa”; sin embargo, algunos de ellos tuvieron el valor de ser críticos con el establecimiento. “Pepón se felicita por la libertad de que dispone para los temas de sus caricaturas, en El Espectador. […] En realidad varias veces lo hemos visto discrepar de la posición oficial del periódico”73.

El “presidente de la paz”, como se autodenominó Guillermo León Valencia, fue motivo de burlas: “Pepón solía representar al payanés con la cola de lagarto asomándose bajo la chaqueta. Y, en varias oportunidades, recibió anónimos con amenazas de muerte si se apersonaba en Popayán. No obstante, Pepón viajó a la capital caucana y nadie osó tocarle un pelo. Fue un acto de valor que acobardó a sus presuntos agresores”74.

Merino aprovechó la libertad de prensa para intercalar en las caricaturas, las costumbres con la política. Trató sin miramientos las actitudes de presidentes intocables. El último presidente frente nacionalista fue Misael Pastrana Borrero (1970-1974). Sus planes de vivienda popular durante la campaña le inspiraron a Merino audaces gráficas.

Como caricaturista de la “gran prensa” criticó a quienes se oponían al sistema bipartidista. Sus gráficas más famosas se relacionan con la Anapo —Alianza Nacional Popular—, uno de los movimientos que trató de interrumpir la mecánica bipartidista trazada por el Frente Nacional.

Según el investigador Miguel Escobar, “la caricatura moderna en el país arranca a mediados del siglo con el gran aporte de Hernán Merino. Con él se inicia el dibujo moderno de volumen, al implantar el sistema de sombreados, mezclando tinta china y lápiz con aguadas, témperas y acuarelas sobre cartulina ros o cartulina durex. Y es el primero en imponer el sistema de plantillas de trama (que en esa época, años cincuenta, se llamaban craftint) para fondos, sombras, trajes y volúmenes. Este sistema, transplantado por Merino directamente del dibujo publicitario, caracteriza —de 1950 a 1962— sus novedosos trabajos de caricatura y marcan una ruptura en la historia del género en Colombia, desde el punto de vista de la técnica”75.

Chapete y Henry (Henry Laverde Pineda, 1940-1996) fueron los más comprometidos con la “gran prensa” y la defensa del Frente Nacional. Chapete, desde su tira cómica denominada De domingo a domingo, tenía montada una tribuna contra los enemigos del establecimiento.

Henry Laverde nació en Bucaramanga. Tuvo la oportunidad de estudiar primero en la Escuela de Bellas Artes de Bucaramanga (1956), en la de Barranquilla (1957) y después en la de Bogotá, donde hizo estudios de escultura con Otto Sabogal y José Domingo Rodríguez. Es posible que esta última especialización le diera la fuerza que poseía su caricatura, arte en el que se inició en 1959, cuando el Frente Nacional estaba comenzando. Colaboró en Semana, La República, Política, El Mundo de Caracas, Avance, periódico cubano de exiliados en Miami, El Tiempo, El Colombiano y La Calle. Hizo, hasta 1965, más de quinientos caricaturas.

Aparte de su compromiso con el Frente Nacional en el campo internacional se convirtió en vocero de los exiliados cubanos en Miami.

Luis Fernando Vélez Ferrer (Velezefe, 1939-1986), cronista y caricaturista antioqueño, nació en Medellín76. Obtuvo el bachillerato en el colegio de San Bartolomé en Bogotá e inició estudios de medicina, que abandonó por el dibujo. Se vinculó al periodismo antes de la caída de Rojas Pinilla. Colaboró con El Tiempo, El Espectador y El Correo de Medellín para el cual realizó más de 2.600 caricaturas.77 Fue caricaturista de planta y cronista de El Colombiano con su columna titulada Fosa común. Aunque las notas periodísticas afirman que “hacía reír sin herir”78, siempre creó polémica sobre el aspecto artístico.

“Alguien dijo en una oportunidad que Velezefe ‘era un mal dibujante’, lo que hacía que con humor hiciera más original su presencia en el panorama de la caricatura nacional. Unos decían que tenía una línea egipcia; otros, acosados por la impaciencia al ser blanco de sus ataques, decían que no sabía dibujar. Sin embargo, su línea brusca e irreflexiva logró ser reproducida en varios diarios norteamericanos”79.

Para el historiador César Augusto Ayala, “el dibujante se valía de los defectos físicos de Rojas y, como las personas estaban tan familiarizadas con su rostro, captaban las invariantes que permitían su reconocimiento: su mentón largo, que ahora era prominente para la impresión de un pico carroñero al revés; su calvicie era resaltada con poquísimos cabellos, su figura se mostraba desgarbada y sus ternos casi raídos […]”80.

En todo el país la caricatura tomó forma, unas veces a favor y otra en contra del Frente Nacional. Elcíades en El País de Cali, Matías Blanco, Matty, y Mario Pineda, Panzuko, en Vanguardia Liberal de Bucaramanga y Juan Pablo Orozco en La Patria de Manizales, trataron temas nacionales y regionales.

La oposición al Frente Nacional

Las críticas de La Nueva Prensa (1961-1966) se reflejaba en las caricaturas. La revista, fundada y dirigida por Alberto Zalamea, estaba orientada hacia la crítica del Frente Nacional y de sus gobernantes. Aunque solo duró cinco años, alcanzó a dejar huella en los campos político y cultural. La Nueva Prensa se puede clasificar como revista semanal de oposición que polemiza con El Tiempo.

Para la sección de caricaturas se adaptaban a temas nacionales las del argentino Landrú (1923) y las del mexicano Rius (Eduardo del Río, 1934). No se sabe si los famosos caricaturistas estaban al tanto de esos préstamos.

La Nueva Prensa criticó las caricaturas de El Tiempo alusivas el triunfo del equipo de fútbol de Colombia en Chile —donde Colombia marcó el único gol olímpico de su historia—. Se compara el triunfo futbolístico con el éxito internacional del Gobierno de Alberto Lleras. Peter Aldor, con su estilo característico, presentó una cancha de fútbol: Alberto Lleras lleva puesta una camiseta con el escudo de Colombia y le mete un gol a Rusia. Henry, con dibujo sígnico, de mucha calidad, presenta los perfiles enfrentados de Alberto Lleras y Nikita Kruschev. Este último amenaza con la hoz y el martillo al presidente colombiano. En la revista de oposición se afirma que las caricaturas de El Tiempo, son “insuperables por su vileza”81.

Una gráfica de Chapete que presenta una caneca con un rótulo que dice “basura” y dentro de la cual se encuentra La Nueva Prensa, aparece en el semanario con el siguiente comentario: “Chapete nos echó a la basura el domingo pasado. Lo que él llama basura —o sea quienes participamos activamente en la preparación del proyectado Paro Cívico del 25 de enero— es lo mejor para Colombia. […] Las infamias de Chapete siguiendo las instrucciones de sus amos sirven de todos modos para mantener el fuego de la rebelión en los corazones de los colombianos bien templados”82.

La Nueva Prensa reprodujo las caricaturas de El Siglo, porque concordaba con sus críticas al Gobierno. El diario conservador, a pesar de pertenecer a Laureano Gómez, uno de los gestores del Frente Nacional, comenzó a manifestar sus desacuerdos durante el Gobierno de Guillermo León Valencia. Las gráficas aparecen firmadas por Timoteo, seudónimo que fue utilizado en un comienzo por Álvaro Gómez y después por Ugo Barti (Armando Buitrago, 1936).

Gómez publicó la caricatura Timoteo… y el prematuro contra la candidatura a la presidencia de Carlos Lleras Restrepo. Según Carlos Lleras de la Fuente, “el folletico que Álvaro tituló ‘Timoteo… y el Prematuro’ carece de valor y de validez política; los dibujos son monótonos y descuidados, y los textos no dejan traslucir ni una prisma lienza de la inteligencia del autor; sólo permiten entrever rabia, frustración, viejos rencores y más odio por los conservadores ospinistas que por el mismo Lleras Restrepo”83.

Álvaro Gómez, que tenía talento artístico, simpatizó con Ugo Barti por la calidad de su dibujo y lo vinculó como caricaturista de El Siglo. La agudeza política de Gómez encontró en Barti su mejor expresión. Según Fernando Gaitán Salom, “Ugo Barti, nombre que corresponde a un anagrama de su verdadero apellido, es el hombre que diariamente le da vida a Timoteo, en las páginas de El Siglo, con una agudeza y un veneno muy particular en la forma de ver los sucesos políticos del país. Está considerado como uno de los principales caricaturistas al lado de Osuna”84.

Juan Cárdenas (1939) originario de Popayán, estudió en la Escuela de Diseño de Providence, Rhode Island, cerca de Boston. A su regreso a Colombia, en 1966, se inició como caricaturista en El Espacio, un periódico de la oposición que criticaba el auge frente nacionalista. A finales de junio de ese mismo año fue contratado por La República donde presentó sus gráficas críticas sobre temas de la ciudad como la basura, el tráfico y el trasporte.

Un incidente que hizo historia en la caricatura lo protagonizó en La República. El 5 de julio, el periódico publicó una parodia del escudo nacional: el cóndor tiene por cabeza el perfil del presidente Valencia. En el primer campo, las cornucopias representantes de la riqueza son reemplazadas por dos automóviles con la bodega abierta de la que se lanzan mutuamente papeles que dicen SOS. En el segundo campo, el gorro frigio tiene atada una corbata de rayas, símbolo del clientelismo. En el tercer campo, las carabelas del istmo de Panamá comercian con cocaína. Arriba se encuentra el lema: “Las calumnias que abrillantarán nuestras reputaciones”.

Ante el escándalo, el diario se excusó diciendo que el caricaturista era un joven estudiante de la Universidad Nacional, que el director del periódico, Silvio Villegas, estaba fuera del país, que se trataba de un clásico embuchado. Dijo que, “se trata de un dibujo torpemente concebido y pobremente realizado, del cual apenas si vale la pena de ocuparse”.

El 6 de julio, el presidente Valencia pronunció un discurso en el que afirmó: “Paso por encima de iniquidades tan grandes como la caricatura de ayer en un diario de la nación, en que con ánimo de destruir mi reputación moral, se irrespetó inclusive el escudo sagrado de la República […]. La Brigada de Institutos Militares designará al juez instructor que deberá adelantar la investigación penal por el delito de lesa patria contemplado en el artículo 126 del Código Penal y que fue cometido por un caricaturista del diario La República85.

El 15 de mayo de 1967, cuando ya no era presidente Valencia, Cárdenas fue detenido por agentes del DAS por la caricatura del escudo nacional, publicada un año antes. Permaneció en la comisaría por una noche y al día siguiente lo dejaron libre. En una noticia del mismo día, titulada “El DAS dejó en libertad al caricaturista Juan Cárdenas A.”, se le preguntó si estaba arrepentido y respondió: “Si llego a tener conocimiento de otra irregularidad, estaría dispuesto a hacer una caricatura parecida”.

Uno de los herederos más consistentes de Peter Aldor fue Luis Eduardo López (Luisé, 1929). Su actividad más osada tuvo lugar durante el periodo posterior al Frente Nacional, cuando era presidente Alfonso López Michelsen y los partidos tradicionales estaban divididos por la candidatura a la presidencia. El liberalismo estaba escindido por las aspiraciones de Julio César Turbay, de Carlos Lleras Restrepo y de Hernando Agudelo Villa. En el conservatismo se disputaban la candidatura Álvaro Gómez y Belisario Betancur. Estas disensiones fueron captadas con agudeza por Luisé.

Manuel Parra descubrió desde joven su vocación por las artes plásticas. Después de vencer muchas dificultades comprendió, como lo hizo Alfredo Greñas en el siglo XIX, que debía poner su talento al servicio de sus ideales. Se vinculó a Voz de la Democracia, nombre con el que nació el 20 de julio de 1957 el semanario Voz, del Partido Comunista. En las gráficas, entre otros, se cuestionan los acuerdos colombo-venezolanos contra el comunismo, y en particular contra la Cuba de Fidel Castro, de los presidentes Rómulo Betancourt y Alberto Lleras y sus respectivos cancilleres.

Su estilo severo, que recuerda los grabados populares de la revolución mexicana, se ajusta a los temas propios del arte comprometido. El presidente elegido, Guillermo León Valencia, en traje de cazador —su ocupación predilecta— y acompañado de su perro Anarkos (una alusión a su padre, el poeta Guillermo Valencia), manifiesta su adhesión al Tío Sam por medio de elogios a la Alianza para el progreso.

La revista Alternativa, fundada en 1974, representó una de las más claras oposiciones al establecimiento, cuando ya el Frente Nacional estaba terminando. La caricatura tuvo allí uno de sus mejores representantes: Antonio Caballero.

Caballero nació en Bogotá, en 1945, en el seno de una familia de ironistas. Dotado de un gran talento para el dibujo, escogió como herramienta la unión del arte y el periodismo, esto es, la caricatura. En 1966 se inició sin aspavientos, en el suplemento dominical de El Tiempo, con una serie que denominó Cartones. Esta etapa, que se puede denominar existencialista, tuvo lugar entre 1965 y 1973.

Su participación en la revista Alternativa, entre 1977 y 1980, presenta dos actitudes en la gráfica crítica: la tira cómica y la caricatura tradicional. En la primera se aleja de los planteamientos existencialistas anteriores y se dirige a denunciar los problemas concretos del país como la represión en la universidad, las distintas facetas de la izquierda, el cuestionamiento de la autoridad, la corrupción de los militares, el armamentismo, la impureza del sufragio, la persecución a la prensa, el analfabetismo. “El señor agente” es como un actor de teatro que revela los vicios del Gobierno y el sufrimiento de los habitantes, de un modo casi placentero. El “juás” —voz onomatopéyica del golpe del bolillo— produce hilaridad, en lugar de dolor.

La segunda parte está ceñida formalmente a la gráfica tradicional. Ugo Barti considera que “estas figuras las hubiera creado en ratos de maldad. En esos días se llegó a creer que se le iba la mano; hay entre los colombianos cierto desgano, cierta repugnancia —justificada— para ver bien la realidad… pero cuando se ha vivido sin escape ese horror, se concluye que Caballero fue benigno”86.

Con una línea unas veces fina y desflecada y otra gruesa y sintética atrapa las actitudes de los políticos de la época. Ya no son figuras abstractas; todos son reconocibles en la caricatura.

Los ancestros costeños de Alfonso López Michelsen lo llevan a participar en la fundación del Festival Vallenato. El caricaturista recuerda la canción en que se menciona al padre del presidente, Alfonso López Pumarejo, y convierte la escena en un cuadro de costumbres políticas, cuando un grupo de músicos, entre ellos Álvaro Gómez, le canta para develar el asunto del procurador: …¡Seguramente que no fui yo, ni Alfonso López, ni Pedro Castro…!

“La corrupción es la materia de que está hecha la Colombia de pesadilla”, según Ugo Barti, quien “considera que en la década del setenta las cosas se descararon”. Ciertos acontecimientos políticos, como la orden de prisión para el político Alberto Santofimio, se perpetúan cuando sonriente, con su hinchada figura, comenta: “Cárcel que no mata, engorda”. La gordura que dibuja Caballero, a diferencia de la del pintor Fernando Botero (1932) que es inocente, está cargada de maldad. “Es carnosa, adiposa, barrigona, tripuda, panzuda, mantecosa y grasienta”.

Siete días después de su posesión como presidente de la República, el caricaturista se burla de la apariencia de Julio Cesar Turbay quién en la gráfica verifica que no cabe en el sillón presidencial: “Me lo temía: me queda chiquito”. La gráfica es tan acérrima como la caricatura inglesa de finales del siglo XVIII.

El presidente Turbay y su ministro de Defensa auscultan los problemas del país. Más allá de la simple burla a la gordura del presidente y a su ministro se trata de denunciar, por medio de la fealdad, la represión del Estatuto de Seguridad y la corrupción, por medio de una gráfica insuperable que Héctor Osuna denomina “maestría desdeñosa”.

Después de Alternativa, Caballero volvió a la caricatura pero en otro ambiente y en otra publicación, la revista Semana. Como dice Héctor Osuna, “cuando el 15 de abril de 1985 reaparece el caricaturista Caballero en la revista Semana, donde asume también la coordinación editorial, el reclamado dibujante no da, no quiere dar muestras de renovación, sino que acude a su mismo pulso gráfico, a su misma verdad frontal, a sus silencios cerebrales, a sus miradas al lector y al acíbar, al ingente acíbar de su ironía. Comienza una vez más a entregar en pausas, en anhélitos, sin paisaje ni anécdota, al hombre de sus síntesis, representante de tres o cuatro grupos sociales (el político clientelista, la mujer instalada del bolsito y del jersey, el clubman y la pobre mujer del cocinol…). Campeando, seguro de una cierta inalterabilidad de las formas, en los acomodos y en los apetitos humanos”87.

Alternativa, en su primera etapa (1974-1978), presentó la gráfica crítica con sistemas variados. La caricatura tradicional, los montajes fotográficos y otros recursos para mostrar su oposición al establecimiento. Las figuras políticas y los grandes empresarios fueron su tema favorito. El más famoso de los fotomontajes fue la presentación en la carátula del candidato a la presidencia de la república, Julio César Turbay, como un padrino de la mafia.

71 Eduardo Posada Carbó, La nación soñada, Bogotá, Norma, 2006, p. 188.

72 William Molina Merchán, “La caricatura política durante el Frente Nacional”, en: Utopía Siglo XXI, Medellín, vol. 2, nº 9, 2003, pp. 76-85.

73 Ibíd.

74 Germán Espinosa, op. cit., p. 29.

75 Miguel Escobar, texto inédito para Beatriz González, Historia de la caricatura en Colombia.

76 Hijo de Alberto Vélez y Gabriela Ferrer.

77 Carmen Ortega Ricaurte, Diccionario de artistas en Colombia, Bogotá, Plaza y Janés Editores, 1979.

78 El Tiempo, 11 de julio de 1986.

79 Heberto J. Masmela, “Murió el caricaturista Velezefe”, en: El Espectador, 11 de julio de 1986.

80 César Augusto Ayala, Exclusión, discriminación y abuso de poder en El Tiempo del Frente Nacional. Una aproximación desde el análisis crítico del discurso (ACD), Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2008, p. 89.

81 La Nueva Prensa, Bogotá, nº 59, 16-22 de junio de 1962, p. 71.

82 Ibíd., Bogotá, nº 129, febrero 26 de 1965, p. 4.

83 Carlos Lleras de la Fuente, “Álvaro Gómez y la caricatura”, ensayo inédito para Beatriz González. Historia de caricatura en Colombia, en preparación.

84 Fernando Gaitán Salom, “La caricatura en Colombia. ¿No hay Naide después de Osuna y Timoteo?”, Al Día, Bogotá, nº 189, febrero 8 de 1985, pp. 14-43.

85 Álvaro Medina, Certidumbres y ficciones en la pintura de Juan Cárdenas, catálogo de exposición, Bogotá, Banco de la República, p. 173.

86 Ugo Barti, Reflexioné MONOS. 20 años de caricaturas de Antonio Caballero, Bogotá, Cerec, 1986, p. 83.

87 Héctor Osuna, “Otra dimensión del caballero”, en: Reflexioné MONOS. 20 años de caricaturas de Antonio Caballero, Bogotá, Cerec, 1986, p. 182.