La caricatura en Colombia a partir de la independencia

Curaduría
Beatríz González Aranda

Casa Republicana

diciembre 2
2009

junio 15
2010

Fotomontaje y caricatura al borde de un ataque de nervios

Por Beatriz González Aranda

El fotomontaje

En los inicios de la década de 1990 se incentivó el fotomontaje, en general, dirigido a temas políticos. El primero en Colombia tuvo lugar en 1910, en la publicación bogotana Zig-Zag. La revista Alternativa, en su primera etapa (1974-1978), hizo famosos montajes fotográficos de las figuras políticas.

Mientras el público se divertía con parodias, tanto impresas como radiales, un decreto paralizó los ánimos. A causa de un fotomontaje y de una caricatura publicados en La Patria, de Manizales, la Corte Constitucional sentenció que “el fotomontaje habla por sí solo y es concluyente de la violación de los derechos fundamentales y de las garantías a la conservación del buen nombre, la honra y su dignidad”113.

A pesar de las restricciones a los fotomontajes, estos continuaron en los diversos medios del país. Se publicaron parodias de la publicidad de Benetton, con políticos colombianos desnudos. La revista Chapinero publicó “Semama”, creada por Eduardo Arias y Karl Troller en diciembre de 1993. El día de los Santos Inocentes de 1994 vio la luz “El Trompo” con el propósito de hacer una “sana terapia de autocrítica”. Era una creación colectiva de El Tiempo, en el que se tomó su diagramación exacta y se reemplazaron sus contenidos por un plagio de los acontecimientos actuales y las fotografías por fotomontajes. A pesar de las controversias que desataba año tras año, era una pieza total de gráfica crítica.

El premio Simón Bolívar a la modalidad de mejor análisis periodístico fue otorgado en julio de 1995 a Juan Lozano, columnista de El Tiempo. El artículo denominado “Montajes, fotomontajes, ministros y delfines”, se refería al escándalo producido por un ofensivo fotomontaje del diario La Prensa contra el presidente de la república. “Es un recurso periodístico legítimo y de uso frecuente en los medios de comunicación, amparado por los principios tutelares de la libertad de expresión, la libertad de opinión y la libertad de prensa, dentro del marco que las propias normas han fijado”.

A lo largo del “Proceso 8.000”, que se inició a mediados de 2005, surgieron símbolos, unos temporales y otros perennes. Una oportuna parábola de monseñor Pedro Rubiano Saénz, quien afirmó que “cuando a uno se le mete un elefante en la casa, tiene que verlo”, dio origen al elefante, un símbolo de la corrupción de las elecciones presidenciales. “El paquidermo reinó como símbolo de todo lo desproporcionado de este sainete”114. Una caricatura de Osuna presenta el desorden que puede causar físicamente un paquidermo dentro de las habitaciones de la casa presidencial. El elefante persiguió a todos los políticos y se convirtió en su sombra.

Dos frases del presidente de la república, Ernesto Samper, “aquí estoy y aquí me quedo” y “mi vida es un libro abierto”, dieron motivo a todo tipo de gráficas críticas, tanto nacionales como internacionales.

El caricaturista Pepón elaboró una cronología y un diccionario del Proceso 8.000 en los que se aclaran paso a paso los incidentes y los actores de dicha situación: “Las caricaturas que lo ilustran son una forma amena de referirse gráficamente a los hechos y los protagonistas de la historia de los últimos veinticuatro meses en Colombia”115.

113. Sentencia n° T-606/92, Expediente n° T-4700, 14 de diciembre de mil novecientos noventa y dos (1992).

114. Ibíd.

115. José María López (Pepón), Memorias de un elefante, Bogotá, Intermedio Editores/Círculo de Lectores, 1996, p. 16.