La caricatura en Colombia a partir de la independencia

Curaduría
Beatríz González Aranda

Casa Republicana

diciembre 2
2009

junio 15
2010

La era de osuna

Por Beatriz González Aranda

La aparición de Héctor Osuna (1936) y su permanente presencia en la caricatura colombiana, es un fenómeno. Como dibujante y polemista demuestra cómo la gráfica crítica puede abarcar toda la historia contemporánea del país. Nació en Medellín y el talento artístico lo recibió de sus padres. Después de renunciar al seminario, donde aspiró al sacerdocio, y antes de ingresar a la universidad a estudiar Derecho, Osuna se inició como caricaturista de El Siglo, el 6 de marzo de 1959.

En los primeros años de la década de 1960 ya estaba vinculado a El Espectador como caricaturista exclusivo. En 1966 bautizó su friso de caricaturas con el nombre de Rasgos y Rasguños.

“El estilo de Osuna en esa primera etapa de su obra se caracteriza por los dos aspectos: un dibujo plano, lineal, de cierta simplicidad (acaso proveniente de formas geométricas) y según él de la influencia que ejerció Jorge Franklin, donde las figuras están silueteadas con bordes de trazos gruesos de tinta china. Y, como complemento, el uso permanente de tramas y plantillas para sombrear y sugerir volumetría, o para iluminar y rellenar fondos, objetos y vestuarios”88.

“En Osuna, el viraje y el surgimiento de un estilo propio, comienza en 1970 cuando produce una serie de magníficos retratos-caricaturas en plumilla de los candidatos presidenciales: Belisario a lo Rembrandt, Rojas Pinilla a lo Goya, Evaristo Sourdis a lo Botero, Pastrana a lo Leonardo”89. Al tener conciencia de su talento, viajó en 1972 a España donde se matriculó en la Academia de Estudios Artísticos de Madrid.

Su prestigio se consolidó a partir de 1974, cuando regresó al país. Aunque la “Historia de la caricatura” no es la historia de Colombia, en el caso de Osuna se pueden reconstruir los acontecimientos, los momentos históricos y las administraciones que abarcó y sigue abarcando, que han sido motivo de sus gráficas: Alberto Lleras (1958-1962), Guillermo León Valencia (1962-1966), Carlos Lleras Restrepo (1966-1970), Misael Pastrana Borrero (1970-1974), —parte de este

Gobierno estuvo ausente, en Europa—, Alfonso López Michelsen (1974-1978), Julio César Turbay Ayala (1978-1982), Belisario Betancur (1982-1986), Virgilio Barco (1986-1990), César Gaviria (1990-1994), Ernesto Samper (1994-1998), Andrés Pastrana (1998-2002) y Álvaro Uribe (2002-2010).

Osuna define su estilo: “Mi trabajo deriva de la atención a la actualidad política, que en mi caso, es una pasión. [...] Leo, pues, desde el amanecer y me entero por todos los medios de comunicación a mi alcance [...]. De esa lectura surgen automáticamente, aunque no siempre, los apuntes para el comentario dibujístico, pasan a unos proyectos o bocetos estilográficos, que ya por la práctica no cambian mucho en un arte final sobre cartulina, con plumas y plumillas humedecidas en tinta china”90.

Según Miguel Escobar “es bien sabido que como pintor Osuna es sólo retratista. Y como caricaturista no le interesa el humor gráfico sino la caricatura política. De allí que su fuerte sea —desde el ángulo formal— el retrato implacable de sus víctimas. A tal punto que a sus personajes los va envejeciendo de manera exacta y paulatina; y es capaz, como ningún otro, de revelarlos de espaldas, de forma inequívoca, pasmosa y a veces deliciosamente brutal”91.

“Para hacer caricatura no hay mejor aporte que un mal gobierno”, dijo Osuna.

“Gobiernos de ingrata memoria que Osuna, tozudo en incisivo cronista, se ha encargado de recordarnos. Un cronista a plumilla que realiza caricaturas para acompañar la historia; la historia de hechos y personajes del tinglado político. Y hace pasar a sus personajes no a la historia, sino a la historieta, al señalar satírico e implacable los errores, manipulaciones y traspiés de esa fauna. Por eso reitera que sólo es ilustrador de los políticos y sus desafueros: ‘son ustedes quienes hacen la caricatura, yo la ilustro’. Busca, por ello, que sus monigotes se parezcan a los personajes reales y que las exageraciones (de las caricaturas) correspondan a los despropósitos cometidos por ellos”92.

Osuna inventa iconos para los distintos Gobiernos. Un buen ejemplo de esta estrategia fue la creación de la madre superiora para el Gobierno de Belisario Betancur. Este óleo realizado por Fernando Botero, quien lo donó al palacio presidencial, sobresale no solo por su tamaño y volumen virtual sino por el color refinado donde se combinan el celeste y el amarillo pálido, por el tratamiento de la materia pictórica y por su presentación icónica. La obra se convirtió en símbolo de un Gobierno gracias a Osuna que la animó y le dio protagonismo. “La monja”, como se llama coloquialmente, dio origen a un tipo popular integrado a la cultura nacional. En las caricaturas, la monja recorre el palacio presidencial e irrumpe en todas las conversaciones y decisiones.

Gabriel García Márquez afirma que la caricatura de Osuna “es la historia vista de espaldas, con las miserias cotidianas de sus costuras, como nos ha sido servida semana a semana durante más de veinte años con el desayuno dominical, y con un sabor tan propio y un condimento tan variado, que ya empezamos a preguntarnos cómo serían nuestros domingos si no existiera Osuna”93.

88. Miguel Escobar, texto inédito para Beatriz González, Historia de la caricatura en Colombia.

89. Ibíd.

90. Ibíd.

91. Ibíd.

92. Ibíd.

93. Gabriel García Márquez, Álvaro Gómez Hurtado, Álvaro Montoya, Osuna de frente, Bogotá, El Áncora Editores, 1983, p. 6.