La caricatura en Colombia a partir de la independencia

Curaduría
Beatríz González Aranda

Casa Republicana

diciembre 2
2009

junio 15
2010

Los descendientes de Rendón

Por Beatriz González Aranda

El fenómeno Rendón afectó la caricatura en Colombia y en particular la de Antioquia y de Caldas. Las características de sus gráficas críticas en cuanto al estilo, esto es, la línea, el tratamiento del espacio, las deformaciones de la figura, las síntesis y su aproximación sucinta y directa a los editoriales de los periódicos influyeron en un gran número de dibujantes. No es de sorprender que después de su muerte los periódicos comenzaran a buscar afanosamente su reemplazo —otro Rendón— y, a su vez, los artistas aspiraran a obtener el gran prestigio del que gozó en vida, y después de muerto, el caricaturista antioqueño. No obstante, cuando la mayoría de ellos obtenían el título de “sucesor de Rendón”, abandonaban pronto el oficio, porque era muy mal pagado o porque anhelaban obtener un nombre como pintores o escultores. Un arte que les produjera mayor satisfacción anímica y económica.

Horacio Longas (1898-1981) reconoció su incapacidad para la caricatura: “En el treinta, después del ferrocarril, me fui para El Colombiano como cuatro años pero como yo no nací para el oficio que tenía Rendón, volví a coger mi pintura. No tengo la chispa política de él, aunque mi dibujo no era inferior”. Longas fue proclamado como “el gran sucesor de Rendón”. Nacido en Medellín, fue pintor al fresco y acuarelista, tallador en madera, caricaturista, ilustrador, retratista, publicista, ceramista, dibujante y diseñador de arquitectura. No estudió en la Escuela de Artes de su ciudad natal, sino con un grupo de amigos que se reunía de noche, hacia 1920, con el profesor Francisco Antonio Cano.

Longas no se amañó en Bogotá: “[…] Ese trabajo lo pagan muy mal; yo no sé si eso le habría pasado a Rendón. Uno tenía que aguardar ahí sentado y hacer cola hasta que les daba la gana de pagar los trabajitos. […] En el 36 me volví para la Villa… y hasta el día de hoy nada de prensa”41. En Medellín demostró sus habilidades de retratista.

Los temas de sus caricaturas fueron las elecciones de 1930 y el partido de “Concentración nacional” de Olaya Herrera. Le interesaron, además, el imperialismo yanqui, los políticos y el hambre del pueblo.

Los artistas no solo imitaron a Rendón en su arte sino también en su vida bohemia y en su apariencia. Muchos de ellos florecieron en Antioquia; los más notables fueron Gustavo Lince, quien trabajó en la revista Universidad, en 1929. Su rastro sigue desde El Correo, en 1944, hasta el Salón de Humor de la Montaña, en 1953. Luis Eduardo Vieco Ortiz (1882-1955) presentaba una variada capacidad artística: “Los dibujos a plumilla ejecutados para ilustrar las carátulas de la revista Sábado y que representan a los más importantes personajes locales de principios de la década del veinte, constituyen magníficos ejemplos de agudeza visual para captar los rasgos psicológicos del retratado”42. José Posada (1906-1952) practicó esporádicamente la caricatura, de modo modernista, en El Bateo, intercalada con su profesión de publicista. La habilidad para el dibujo de Eladio Vélez (1897-1967) lo llevó muchas veces a los límites de la caricatura. El calígrafo Salvador Arango Botero (1911) dibujó los personajes de Santa Rosa de Osos, su ciudad natal. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá con el pintor y caricaturista Coriolano Leudo, con Roberto Páramo y con Roberto Pizano. Aprendió talla en mármol con Ramón Barba. Por otra parte, en Yarumal, Enrique Mery retrató a los personajes de su pueblo. En resumen, el gran empuje de la caricatura en ciudades y pueblos de Antioquia se debió indudablemente al prestigio de Rendón.

Alberto Arango, el verdadero sucesor

Alberto Arango (1887-1941), nació en Manizales. Ejerció los oficios de odontólogo, cobrador, torero, banderillero, director de teatro, coreógrafo, actor, propietario de una ebanistería, diseñador de muebles, pintor, escultor, ceramista, dibujante, profesor universitario de dibujo anatómico y artístico, ilustrador, diseñador gráfico, organizador de exposiciones, director de la Imprenta Departamental de Caldas, en Manizales, cofundador y director de la Escuela de Bellas Artes de Manizales (1931), cofundador del Círculo de Artes Industriales (1932), director de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá (1936), caricaturista y minero43.

Su vida artística transcurrió entre Manizales y Bogotá. Su gran talento como pintor lo impulsó muchas veces en su camino a abandonar la caricatura. El sueño de ser pintor, a la larga, lo condujo a su trágica muerte: “Quiero hacerme a un capital propio no para ser rico, pero que me permita no hacer nada distinto de lo que llena el alma: pintar”44. Partió para la mina La Sonora, en las cabeceras de Ibagué, y cuando encontró el oro, en febrero de 1941, fue asesinado para robarlo cuando regresaba a la capital.

Como Doré (1832 -1883), hizo dibujos de los personajes que habitaban el Congreso: las barras, los guardianes, los diplomáticos y todos y cada uno de los participantes en las sesiones. Su dibujo tenía una línea artística menos sintética que la de Rendón.

Su caricatura más famosa muestra un sapo atravesado por la pluma de Guillermo Valencia. El texto dice: “¿Qué culpa tiene la estaca si el sapo salta y se estaca?”. El sapo es Laureano Gómez, quien le había enviado una carta a Valencia, delegado del Gobierno colombiano en las conversaciones de paz en Río de Janeiro, en la que renunciaba a la dirección del Partido Conservador y acusaba al Gobierno de inmoral. Valencia le respondió con la elegancia que lo caracterizaba y de manera aguda puso en evidencia su actitud patriótica y el rechazo en ese momento de los intereses partidistas. Laureano Gómez continuó siendo la víctima del caricaturista, quien lo identificó como “el monstruo” que dominaba el Congreso y la Asamblea de Cundinamarca.

El caricaturista manifestó su entusiasmo por la candidatura de Alfonso López Pumarejo que se lanzó en Honda, el 7 de agosto de 1933, mientras el candidato se encontraba en Londres. En cada caricatura representó las distintas facetas de la propuesta del candidato: la reforma educativa y el clero, la cedulación y la pureza del sufragio y el mejoramiento de vida del pueblo. Con la gráfica crítica denunció a los Leopardos, grupo conservador de extrema derecha. Su liberalismo y habilidad para el retrato hacen imprescindible la comparación con Rendón.

Feliner (Felipe Neri Vinasco, 1914), tallador, ilustrador, caricaturista y fotógrafo, nació en Quinchía, Caldas. Hizo retratos de personajes de su pueblo. Otro heredero de la gracia del dibujo de Rendón fue Samuel Acevedo Hoyos quien nació en Manizales, en 1917, y murió en 1942. Alcanzó a publicar en El Liberal y El Espectador de Bogotá, y La Patria y El mes literario de Manizales.

Otro retratista inspirado por Rendón fue Fabio Botero Palacio (1921-1991), quien nació en Calarcá, Quindío. Dibujante, caricaturista, ceramista y pirograbador, estudió en la Universidad del Cauca, en Popayán. Tenía 10 años cuando murió Rendón y 20 cuando murió Alberto Arango. Alcanzó a tener conciencia de los dos famosos caricaturistas, pero se diferenció de ellos en su carácter apolítico. Publicó retratos de los personajes de Calarcá en el semanario El Juzgón45.

Aunque es reconocido como fotógrafo, Leo Matiz (1917-1998), nacido en Aracataca, se inició en 1933 como caricaturista enSanta Marta donde expuso sus primeros trabajos en la confitería Excelsior. En 1935 publicó en Laurus de la misma ciudad. Heredero del retrato al estilo de Rendón, en 1936 se inició tímidamente en El Tiempo de Bogotá y colaboró en el recién fundado El Liberal, en 1938. “En 1940, sobrevivió en Panamá, Costa Rica y El Salvador haciendo caricaturas y exponiéndolas”46.

Emiro Botero nació en Tadó, Chocó. Ingresó al Instituto de Bellos Artes de Medellín, en 1924, donde tuvo profesores de variadas tendencias artísticas, desde académicos hasta expresionistas. Ejerció la caricatura en algunos periódicos y dirigió su mirada crítica hacia las costumbres del pueblo. Le interesan las expresiones de los borrachos, de los participantes en las riñas, las facciones de los toreros en las corridas, realizadas en impecables acuarelas. En esta faceta del retrato costumbrista se relaciona con algunas propuestas de la juventud de Rendón y con la obra de Fernando Botero47.

El retrato en caricatura afirmó su prestigio en la década de 1930. No solo se realizó en tinta o acuarela sobre papel sino con métodos mecánicos como la máquina de escribir. Cayo (Cayetano Medina), nació en Bogotá. Estudió en la Escuela de Bellas Artes con Roberto Pizano, Miguel Díaz Vargas y León Cano, en 1922. Sin embargo, ese mismo año decidió viajar a Nueva York, donde aprendió la técnica de dibujo en máquina de escribir. Allí obtuvo un premio patrocinado por un fabricante de máquinas. Vivió en Europa entre 1927 y 1933 donde publicó caricaturas en The Review of Reviews, en Londres, y en Le Matin de París, en 1930, y en ABC de Madrid, en 1933.

A Jorge Franklin (Bogotá, 1910) se le reconoce como innovador en el género del retrato en la gráfica crítica colombiana. Inició sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá. Germán Arciniegas lo descubrió cuando se presentó, a los 17 años, a la revista Universidad con un álbum que contenía 150 dibujos. Viajó a Madrid en 1930 y asistió a la Escuela de San Fernando. La ideología de Franklin se enriqueció con sus vivencias en la república española. En 1937 colaboró como dibujante en Barcelona en la revista Solidaridad Obrera de la Confederación Nacional del Trabajo. Con la llegada del fascismo, esta contribución se convirtió en un calvario ya que fue puesto prisionero y condenado a muerte. La intervención del cónsul colombiano en España le salvó la vida. Cuando fue liberado, regresó a Bogotá. Su propio rostro estaba marcado para la caricatura: sufrió de parálisis facial en la infancia; la boca torcida y la serenidad de sus ojos azules le dieron un aspecto particular. Franklin, a partir de paralelepípedos, creó rostros con carácter.

41. Horacio Longas, Álbum de caricatura, Medellín, Ediciones Autores Antioqueños, 1985, s. p.

42. Juan Luís Mejía, Frente al espejo. 300 años del retrato en Antioquia, Medellín, Museo de Antioquia, 1993.

43. Alberto Arango. Historia de la caricatura en Colombia/4, Catálogo de exposición, Bogotá, Banco de la República 1988, p. 47.

44. Germán Arciniegas. Alberto Arango. Historia de la caricatura en Colombia/4, Catálogo de exposición, Bogotá, Banco de la República 1988, p. 12.

45. Germán Fernández C., A punta de lápiz. El Quindío en la caricatura colombiana, Armenia, Gobernación del Quindío, 2000, p. 55.

46. Luis Carlos Adames, “El lente incansable de Leo Matiz”, en: Lecturas Dominicales, El Tiempo, 15 de noviembre de 1998.

47. Jorge Cárdenas, Tulia Ramírez de Cárdenas, Evolución de la pintura y escultura en Antioquia, Medellín, Museo de Antioquia, 1986.