La caricatura en Colombia a partir de la independencia

Curaduría
Beatríz González Aranda

Casa Republicana

diciembre 2
2009

junio 15
2010

El intervencionismo y las revistas de humor

Por Beatriz González Aranda

Debido a la construcción del canal de Panamá, los tratados, las fuerzas de ocupación y los dólares que corrieron en la negociación, Colombia comenzó a figurar en caricaturas internacionales al finalizar el siglo XIX y con más fuerza al iniciarse el siglo XX. Cuando Estados Unidos se entrometió en la independencia de Panamá, muchos periódicos denunciaron las maniobras del Tío Sam. En Colombia, en medio del drama que significó la desmembración del territorio patrio, se abrieron poco a poco las compuertas del humor para que hiciera presencia la gráfica crítica.

La Nueva Granada había figurado en la caricatura de los Estados Unidos, a mediados del siglo XIX, cuando tuvo lugar el conflicto conocido como la “Tajada de melón”, en el Estado soberano de Panamá. En las caricaturas extranjeras sobre el canal, a comienzos del siglo XX, Colombia era representada como un bandido o como un negrito que reta al Tío Sam; en otras como un huevo en el nido de los países suramericanos.En una caricatura un gigante, Theodore Roosevelt le arroja paladas de la tierra del canal a Bogotá, en clara alusión a la manera como se apropia de Panamá.

El 21 de noviembre de 1903, el caricaturista estadounidense Allan Rogers publicó su gráfica Held Up the Wrong Man en la que representó a Colombia como un soldado desarrapado que más parece un bandido mexicano, con polainas y descalzo, con dos pistolas en las manos y un sombrero alón con el escudo nacional. Este soldado es estrangulado por Theodore Roosevelt, en impecable traje de campaña con una bolsa que dice US$ Millions for A CANAL. Atrás, el Tío Sam sostiene una pala y levanta el brazo para manifestar su entusiasmo.

Al año siguiente, una versión de la caricatura de Rogers fue presentada por Mefistófeles sin ninguna reforma, excepto el título: Valor ante la fuerza. La idea era mostrar el tratamiento violento de los Estados Unidos hacia el país que ya había perdido a Panamá.

En Panamá se siguió el ejemplo del El Zancudo al proponer una parodia del escudo. El cóndor aparece encadenado, sin mucha deformación. En lugar de “Libertad y Orden” dice “Intriga y Desorden”. En el primer campo, en reemplazo de los cuernos de la abundancia, se presenta la calavera de Reyes y dos culebras que tratan de atrapar a dos sapos. En el segundo campo, en lugar del gorro frigio se encuentra el kepis del jefe liberal Benjamín Herrera, en medio de resplandores, y en el tercero, a cambio del istmo de Panamá se muestra la mano de Marroquín que prende el cañón.

Las caricaturas nacionales aludieron al intervencionismo, inspiradas en publicaciones norteamericanas. Desde 1885 se empezó a detectar en la gráfica crítica la ambición de los Estados Unidos por Panamá. Aunque se presenta otro conflicto —el reclamo del comerciante italiano Ernesto Cerruti en contra del Gobierno colombiano—, se puede afirmar que Mefistófeles inaugura la era contra el intervencionismo en la prensa colombiana. En su segunda etapa demostró más fiereza en su odio hacia el Tío Sam.

En 1904, el caricaturista liberal Darío Gaitán, quien había renunciado a su trabajo para irse a la guerra, envió desde la población de Santana, a orillas del Magdalena, una caricatura y una carta desgarradora por la pérdida de Panamá: “Quiero hacerme visible en esta hora suprema para la familia colombiana, ofreciendo al público por conducto de usted la historia de la traición de Panamá–Yanqui, condensada en una caricatura elaborada á la sombra de estos corpulentos caracolíes, no con el buril del MAGO y MEFISTÓFELES, sino con la punta de mi machete, que de filo deseara verlo caer sobre el cogote de los piratas del Istmo.

Ella es á mi ver, la mejor muestra de adhesión al sentimiento popular que puedo por ahora dar”29.

En Medellín se fundó Lectura y Arte, una de las primeras revistas en tratar el tema de la intromisión de los Estados Unidos en los asuntos de Panamá. Sempronio (Marco Tobón Mejía, 1876-1933), denunció las intrigas del negociador francés Bunau-Varilla quien dio tanto de que hablar por su habilidad para captar dinero de las dos partes, Estados Unidos y los independentistas panameños.

Otros semanarios de humor aparecieron en Medellín: El Cirirí, fundado en 1897, que se trasladó a Bogotá en 1903. El Bateo, instituido en junio de 1909 por Enrique Castro, ilustra el tema del momento, la dictadura de Reyes y su abandono del poder y del país: el presidente está en un barco, con una bolsa de dinero en una mano y con la otra le hace un gesto grosero al Congreso.

Entre 1909 y 1910 florecieron varias publicaciones de gráfica crítica: el bisemanariorepublicano Zig-Zag, de “crítica social y política”, mostró a Reyes como un chacal y tuvo diversos caricaturistas que usaban seudónimos: A. Romero, Majol, Lumrot. Utilizó por primera vez en Colombia la técnica del fotomontaje en caricatura. Moscardón, El Trueno, “periódico jocoserio de política y variedades”, efímero, ilustrado por el caricaturista J. Nariño V., quien utilizó sistemas de impresión en color. La Revista Cómica, con el caricaturista Fernando de Broc, quien firmó con el seudónimo de Job. El Clarín, El Lábaro, que usó el lema de “Al periódico, al periódico, a la caricatura, a la caricatura”. Don Quijote, retomó el tema del intervencionismo de los Estados Unidos. Reprodujo de Mefistófeles de mayo 18 de 1899, la xilografía “La bolsa o la vida”. El grabador le dio una nueva interpretación: no trata el asunto del reclamo del comerciante italiano Ernesto Cerruti en contra del Gobierno colombiano. En lugar del bandido calabrés, presenta a un héroe, el periodista Earl Harding quien junto con N. Guyol y Henry Hall fue enviado por Pulitzer a París, Panamá y Bogotá para investigar las trampas de Roosevelt y Bunau-Varilla para apoderarse del canal.

En Bucaramanga apareció El Banano, periódico de variedades y caricatura que tenía por lema, “la caricatura es un impuesto que la malicia carga sobre el ridículo poderoso”. El nombre del periódico proviene del apodo dado al general Reyes, convertido en dictador a partir de 1905 y con intereses comerciales relacionados con compañías bananeras norteamericanas en la costa Atlántica. En Manizales, El Arlequín tiene como caricaturista a Miguel A. del Río y el tema es el Gobierno republicano de Carlos E. Restrepo.

Pepe Gómez, pionero de lo cómico
“Escalofrío de caricatura”

Pepe Gómez (José María Gómez Castro) apareció como caricaturista por primera vez en Sansón Carrasco. El director del semanario, José María de Guzmán, admiraba “la imaginación del caricaturista, la abundancia de recursos, la variedad, la fluidez del lápiz, la facilidad para trazar un parecido” y confiesa que le tiene miedo: “Profésole yo un cariño igualado solo por el miedo que le tengo: cuando Pepillo enfoca sobre mí esos ojazos negros, luminosos y traviesos, empiezo a temblar y siento discurrir por toda mi persona escalofrío de caricatura”.

En 1912 el periódico dejaba traslucir una adhesión total al conservatismo y una condena al liberalismo que identificó con la masonería. La víctima fue Rafael Uribe Uribe, a quien mostraba disparando desde una trinchera que decía: “El liberalismo no es pecado”. En este caso está parafraseando a fray Ezequiel Moreno, el fanático agustino recoleto que incendió los ánimos durante en la Guerra de los Mil Días. El periódico estableció una cadena entre el Tío Sam, la masonería y el liberalismo. Por ello aparece el Tío Sam apoyando la masonería y a la vez estrangulado a América por Panamá.

Aunque las revistas El Gráfico y Cromos no eran de humor, desde sus inicios incluyeron caricaturas y para ello vincularon a alumnos de la Escuela de Bellas Artes como Fídolo González Camargo (1883-1941). Sus seudónimos eran, Kam y Gon.Cam; Domingo Moreno Otero (1982-1949) y Pepe Gómez. Dada la orientación liberal de la revista, los temas eran políticos, algunas veces contra la hegemonía conservadora y con frecuencia denunciaba el intervencionismo del Tío Sam.

Cromos (1916 hasta el presente) incluyó la caricatura como un atractivo más y como símbolo de modernidad. Coriolano Leudo (1886-1957) fue el más importante dibujante en aquella revista. Unas veces firmaba como Moncrayón y otras como Robinet; estuvo vinculado con la escenografía de zarzuelas entre 1909 y 1913 en España. A su regreso trajo algunas modalidades en el retrato caricaturesco y costumbrista de cuerpo entero que aplicó en sus gráficas a todas las personalidades políticas del decenio de 1920, y, además, a los artistas, los bobos y los locos de Bogotá.

Colombia cómica

La ficha técnica de Bogotá Cómico en la siguiente: director: V. Víctor Martínez Rivas; director artístico: Pepe Gómez; grabador segundo: Víctor Tamayo C.; propietario y editor: José Antonio Rodríguez; gerente: José A. Rivas; redactor y colaborador permanente: Federico Rivas Aldana (Fray Lejón); caricaturistas esporádicos: Luis Felipe Uscátegui (1887-1951), Ricardo Rendón, Fídolo González Camargo y Hernando Pombo. Técnicas: xilografía y fotograbado. Publicación semanal, sale los sábados. Duración: 5 de junio de 1917 - 27 de diciembre de 1919, números 1 al 120. Pepe Gómez firmó algunas caricaturas como J. Gómez C., y la mayoría de ellas con su seudónimo más conocido: Lápiz.

Uno de sus temas más importantes fue la política de los Estados Unidos hacia Latinoamérica, los conflictos y tratados. El Tío Sam representa el engaño y la falsedad; con dos rostros, como Jano, da fuete a México, pisa a Colombia y fustiga a pequeñas figuras de campesinos que representan los pueblos latinoamericanos. Muestra también a Theodore Roosevelt, triunfante en el canal, con el gesto característico de fiereza en los dientes, armado con cartucheras y sobre un inmenso caimán. El Tío Sam quiere apoderarse de San Andrés. “SAN ANDRES ES MÍO”, dice Nicaragua, una fea mujer a la que el Tío Sam impulsa. Hay un ciclo latinoamericanista que se inició con la imagen de José Enrique Rodó, que marcó el derrotero al Bogotá Cómico. Ariel, publicada en 1900, dominó el pensamiento latinoamericano. Su protesta contra la falsa democracia y el utilitarismo se interpretó como un enfrentamiento de Latinoamérica con los Estados Unidos. Bogotá Cómico por la adhesión a Rodó, a diferencia de muchas publicaciones de humor, fue un semanario con ideología.

En la política nacional la revista tenía sus blancos: José Vicente Concha, presidente de Colombia entre 1914 y 1918 es como César en el circo romano. Una escena en el balcón del palacio presidencial de la casa de Nariño, muestra como Concha sale corriendo mientras Marco Fidel Suárez se sube por una escalera, subrepticiamente. Se muestra el estado en que está el país al finalizar el Gobierno de Concha: la nación es una vaca y el pueblo un ternero. La vaca llora porque tiene las ubres secas.

La publicación se cerró y no alcanzó a reseñar la caída de la presidencia de su víctima, Marco Fidel Suárez, que tuvo lugar once meses después. Sin embargo, en las caricaturas de finales de 1919 la imagen del mandatario, que había pasado por tan ingeniosas transformaciones, se fue convirtiendo en un pordiosero que buscaba de muchas maneras, poco nobles, financiar la república.

En el campo de la cultura, Bogotá Cómico dejó una galería extraordinaria de poetas, escritores públicos, músicos, pintores y escultores.

29. Mefistófeles, Bogotá, n° 84, marzo 3 de 1904.